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PERSONAJES DEL
UNO
CÉLEBRES
SIGLO X I X .
QUE NO LO ES. La biografía es el a r t e d e r e u nir el personal de la historia, d e las c i e n c i a s , de las l e t r a s , d e l a s artes y d e la s o c i e d a d . . . I.
NORVINS.
TOMO III.
MADRID, IMPRENTA
D E U. FERNANDO
N.XZUEM
STJARF.7,,
D E CELENQDE , 3 .
1843.
•
f»f4
FERNANDO V I I , К Y 1Ж E SPAÑA.
••Hombre de idea» rancias y de c o s t u m b r e s del d i a . C H A T E A U B R I A N D ; Congreso é e Verana. « P o r lo q u e hace al R e y de España baste d e c i r , ч а с el primer M i n i s t r o , h o m b r e cuya moderación y e x a c t i t u d de j u i c i o alaban hasta sus e n e m i g o s , aseguró
en el P a r l a m e n t o ,
conducta
de es te Principe
do
revolución.»
la
Carta de
ha
que
la
provoca
Canning ai V i z c o n d e d e
Chateaubriand.
Una monarquía es una familia, los subditos son los h i j o s , el Rey su cabeza y su padre ; n o m bre de amor y de reverencia que con justicia han adoptado
aquellos
reyes benéficos,
que por su
2
PERSONAJES
CÉLEBRES.
equidad y beneficencia han merecido el nombre de tales. ¡ Qué espectáculo tan interesante ofrecen aquellos monarcas g é n e r o s ^ que sostienen
mas
bien que empuñan eft;erícípal£iaícaf; \fue rodeados t
de sus buenos subditos les prodigan el titulo de hijos en retorno de sus aclamaciones; y seguros de su cariño, procuran su bienestar con el anhelo de un padre! De esta manera la
, historia de nuestra patria
nos presenta en los Reyes de ía dinastía de Borboii, los diferentes caracteres de un padre de familia. Felipe V su f u n d a d o r , afanado en consolidarla á pesar de su carácter' pacífipo, es el padre que se vé precisado á litigar la posesión que transmite á sus hijos. Fernando VI., virtuoso y sencillo, que libra sus pueblos d e ' los males de la guerra, es el padre que alejado de los tumultos civiles, labra en secreto la felicidad de sus
hijos y con
su
eeonomía y sabia administración les prepara un risueño porvenir. Carlos III realiza estas esperanzas , y eleva el pueblo español á un rango distinguido,
haciéncrolo al mismo tiempo respetar
de sus convecinos. Carlos IV és ya un padre b o n d a d o s o , pero indolente, que sostiene apenas el lustre de la familia, ¿Qué rango ocupará Fernán-
FERNANDO
do V i l
VII.
U
al lado de sus predecesores? ¿ Podrirnos
por algún concepto mirarle c o m o p a d r e , ó mas bien
c o m o un mayorazgo
que
disipa en
poco
tiempo el patrimonio , que c o n tantos afanes acumularon sus padres? Si al nacer Fernando V i l , en 14 de Octubre de 1784, se hubiera formado su horóscopo, con mas razón que al sin ventura B o a b d i l , pudieran haberle llamado el Zogoibi
( d e s g r a c i a d o ) , mas
bien que por sus infortunios personales, por. los que babia de acarrear á España. Los primeros maestros de F e r n a n d o , fueron poco afortunados
con
é l : mas a f e c t ó l e mereció Escoiquiz á quien sé culpa de haberle imbuido ideas maquiavélicas y ambiciosas. Sea de esto lo que quiera, lo cierto es que algunas intrigas rastreras, y la aparente uYisantropía del Príncipe de Asturias,
llamaron,
la atención de su p a d r e , y el maestro de literatura , pasó á Toledo á residir su
arcedianato
de Alcaraz. Para entonces ya se había en las provincias, y aun mas en
formado
Palacio,
un
partido á favor del Príncipe, que despreciable al principio, vino
por iin á derrocar el trono de
Carlos I V , y envolver en sus ruinas al favorito en quien se apoyaba.
4
PKRSONAJKS
Oíros
CF.I.EBRT.S.
asuntos de mas entidad llamaban en-
tonces la atención de la Corte Habíase alzado en Francia un soldado hijo predilecto de la fortuna, y cambiado la espada por el cetro. Su hermano L u c i a n o , Embajador en M a d r i d , habia manifestado la posibilidad de uii enlace con la Familia Real de España, y esto era mas que suficiente para alarmar el corazón del virtuoso Garlos I V , p o c o dispuesto á colocar una bija suya sobre las ruinas del trono
de S. Luis. Con este
motivo
fue preciso precipitar la boda de Fernando con la Princesa María Antonia de Ñapóles , verificada en Barcelona á fines de 1 8 0 2 ; 'quizá contra el dictamen de G o d o y , que hubiera preferido hacerle v i a j a r , para estender de este modo el círculo de sus conocimientos. Asaz fugaces y pasageros fueron aquellos laz o s , que vino á romper
la muerte cuatro años
después, D O sin graves sospechas de veneno. La opinion pública y algunos folletos, designaron al intrigante Sabary corno autor de aquel atentado, y
hasta la camarista que habia mediado
en el
complot. Aquella Princesa, si bien afable y herm o s a , se entrometía demasiado en
la
política;
pero lo que se ha dicho de su espionage á favor
FERNANDO
5
VII.
de los ingleses, sino inesacto, es en gran parte exagerado, y los documentos harto recusables. Llegó por fin el mes de Octubre de 1807, en que la España atónita presenció por
tercera vez
el espectáculo de encausar a u n P r í n c i p e ,
sucesor
de la c o r o n a , cual lo fueran en otro tiempo los de Viana y Austria , hijos de Juan y Felipe segundos. Los partidarios del Príncipe de Asturias á cuyo frente se hallaba el arcediano
Escoiquiz,
alma de aquella intriga , habían atraído á su favor al Embajador Beauharnais, halagándole con la esperanza de una boda entre Fernando
y una
parienta suya. L a conspiración estaba tan mal urdida, que el Príncipe
fue sorprendido con la
mayor facilidad y ocupada toda su correspondencia. El ridiculo fin de la causa del Escorial, es bien n o t o r i o , como también las célebres llamadas vulgarmente, de
Papá
y Mamá,
cartas en
que el Príncipe despnes de haberse abatido á los pies de Godoy , pedia perdón á sus padres y d e claraba en seguida acerca de sus c ó m p l i c e s , aun mas de lo que se le preguntaba. ¡Conducta i n digna de un hombre de edueacion , mucho mas de un Príncipe que debe ser modelo de caballeros'. El haberse comprometido el Embajador fran-
O
PERSONAJES
CÉLEBJiKS:
t é s , salvó entonces á los autores de la trama,.y la lenidad con que se les trató, dio mas pábulo á la idea que formó la Nación, de que todo había sido una farsa combinada por el favorito, Entretanto las tropas francesas
invadían la
Península, y á guisa de b a n d i d o s , que no c o m o s o l d a d o s , se apoderaban de nuestras plazas. La posición de la Corte era en estremo embarazosa, y en tan crítica situación, á cualquier parte que mirase veía un abismo. La justicia divina
que
hiere por los mismos filos, condenaba á Carlos IV á ver invadido su r e i n o , y á marchar á sus. COT lonias de America i asi c o m o él habia contribuido a que la Corte de Lisboa emigrase al Brasil, s e cundando con sus tropas al saqueador Junot. Esparcida esta noticia , el pueblo de Aranjuez y los de sus inmediaciones, se prepararon á evitarlo, y en la noche del 17 de Marzo de 1808, secundando los proyectos de los partidarios del Príncipe de Asturias, derrocaron el poderío de G o doy. Preso este en el cuartel de Guardias.;
Fer-
nando fue «nyiado por sus padres para salvarle, y cual si fuera Rey le :
perdonó la vida. En
la
misma noche del 19 de M a r z o , se cumplían sus v o t o s , y subia al. trono. ¡Bajo tan funestosaus-
FüttNAMDO
VII.
7
picios principió su reinado Fernando VII deJíorLon ; al resplandor de las teas incendiarias, y entre los alharidos de un populacho ebrio y t u multuado. La entrada t)e Fernando en Madrid , . f u e uno «le aquellos a,rreb.itog de, entusiasmo difíciles de escribir. Montaba u n ligero corcel y le rodeab a pequeña «scolta ; el pueblo se apiñaba á su tránsito , gritaba, abrazaba sus p i e s , y hacia locuras. Seis.horias largas gastó en atravesar desde la puerí a de Atocha hasta su Palacio : difícilmente presentará la historia otro cuadro igual de un entusiasmo, que rayaba en frenesí; y aquella imagen de .la verdadera popularidad, afectó
el corazón
del joven Monarca. Aquel Jbreve periodo
de-su
reinado, fue quizá la mejor época de su vida, y en, la que tuvo mas aciertos, levantando el des^ tierro á los célebres proscriptos del reinado anterior, y nombrando para ministros algunas per,sonas beneméritas.. Pero
Carlos ' I V
protestaba
contra la abdicación que acababa de h a c e r , :
y
María Luisa se degradaba hasta el punto de escribir a l ; tirano Murat en tpnp suplicante por sí y « p o r el pobreciro Príncipe de la P a z ; inocente y afecto
al Emperador,
al Gran
amigo /Juque
8
PERSONAJES
y tí todos los franceses.
CELEMÍES.
» De este modo lisonjeaban
aquellos ancianos al hombre fwoz , que trajo sobre España ún diluvio de calamidades, comprometiendo á Napoleón con sus mentiras , su ambición y tiranía en una guerra qué por entonces no deseaba. En aquella célebre
carta que jamás debiera
haber visto la l u z , se leia el carácter de Fernando V I I , trazado.por su madre en términos que honrarían al mismo Tiberio. « M i hijo tiene muy mal c o r a z ó n , su carácter es c r u e l : jamás ha tenido amor á su Padre ni á mí
» ¡Echemos un
velo sobre tanta miseria I Entretanto la Corte estaba muy persuadida de la venida de
Napoleón, y teníase preparado
y
caliente el baño, que debia tomar luego que llegase á Madrid, según su costumbre. El maquiavélico SaLary, digno agente de tal tramoya , aceleró la salida de D . Carlos para recibirlo, y logró que Fernando saliese el 10 de A b r i l , con el mismo objeto, v i c tima de la credulidad de Escoiquiz. Poco tiempo después se publicó un folleto, que por entonces metió r u i d o , en
el cual se preguntaba
hubiera sido la suerte de España, si no hubiera
«¿cuál
Fernando
ido á Bayona?» En él se probaba la
Utilidad d é dicho viaje, apoyándose principalmente
FERNANDO
9
Vil.
en que la desconfianza hubiera suministrado los franceses un motivo plausible
á
de principiar
la guerra. Se le podia preguntar al autor si con la ida del Rey les faltó á los franceses ese pretesto. En Vitoria conocieron ya los viajeros su err o r , y todos los buenos españoles se apresuraron á projJoner al Rey medios de fuga, ora artificiosos, ora violentos, que en ¡guales circunstancias cualquier persona mas decidida no hubiera titubeado en aceptar. Todo fue en v a n o , y al dia siguiente el alucinado joven se ponía espontáneamente en manos de su carcelero, pisando el territorio francés, donde ni un solo
clarin
anunciaba su
llegada.
No tardó mucho en saber la voluntad irrevocable de Napoleón de que no reinasen mas los Borbones en España, y esto por conducto del mismo Sabary, que le habia dicho dos días antes en Vitoria: «me dejo cortar la cabeza si al cuarto de hora de llegar S. M. á B a y o n a , no está reconocido de España.»
¡He aqui los agentes del
por R e y grande
hombrel Siguiéronse á esto las escandalosas entrevistas de Bayona en que los padres y el hijo se degradaron igualmente, haciéndose objeto de escarnio
10
PEHSOÑAJES
para
los improvisados
CÉL.KKHF.S.
cortesanos del
Imperio.
Fernando restituyó.el trono á sus padres á pesar s u y o , y estos que conocian la, imposibilidad de volver á España , echaron sobre sí la imperdonable mancha de abdicar en favor de N a p o l e ó n , quien endosó la corona á su hermano
á manera
de
letra decambio. Si táles.actos hubiesen sido válidos, los españoles hubieran pasado de una en otra m a n o , c o m o pasan los rebaños á poder del comprador.: ¡A..tal degradación había llevado una Corte estólida y< corrompida jet trono dé Carlos I. Fernando fue; confinado á Valencey,
palacio
del Buque de Benevénto (Talleyrand) donde llegó el 18 de Mayo. En su viaje no se mostró descontento por tan brusca transición, yantes bien dio motivos paro que se encomiase BU
resignación.
Su permanencia en Valencey ha sido pintadaicon :
muy diferentes c o l o r e s , según las, pasiones de los que escribían. En los primeros tiempos de su reclusión, invirtió profusamente los millones que caían en sus m a n o s , en obras de piedad y de ¡beneficencia , fundando una especie de hospital, s o c o r riendo numerosas familias, y adornando la ¡desmantelada iglesia. Seguia metódicamentesusejercicios relijiosos, y pasaba
algunos ralos en la selecta
FERNANDO
II
Vil.
biblioteca que babia en el edificio.
En vano la
Princesa de Benevento trató de atraerlo á sus redes, pues Fernando con cierto orgullo-, supo dominarla y sospechó de la ilustre intrigante. Pero no fue esta tan infeliz con algún otro personaje de la familia
por c u y o conducto estuvo al corriente
de todos los conatos de Jos augustos cautivos. Mas. por otra parte su correspondencia con N a poleón , ofrece el colmo del abatimiento y la bajeza. Hubiera
imitado al
menos a sus padres,
que
conocido su error, gemian en silencio haciéndose acreedores al respeto, que inspira la desgracia, • Con sentimiento llegamos, al punto de tratar acerca de
la correspondencia
de Fernando
con
Napoleón. No es a propósito nuestra pluma para manchar reputaciones, y sentimos tanto placer en cubrir los defectos de la vida privada , c ó m o dolor al no bailar escusas para los públicos érrores'que por otra parte la imparcialidad no permite omitir. No solamente solicitó la mano de Mma. Tascher de la Pagerie, sobrina de Josefina, negada, sino que cumplimentó
que le fue
á Napoleón
por
sus victorias, pidió al intruso la gran banda de la Orden, que había creado en España:para premiar á sus a d i c t o s ; V pasando mas adelante, tra-.
12
PERSONAJES
CF.LKBHKS.
bajó contra sus intereses y los de la Nación que sacrificaba por é l s u s hijos nías queridos en d e sigual pelea. La Inglaterra conociendo lo que su libertad interesaba á la España y á ella misma, trató de buena fé (por esta vez y sin ejemplar) de romper sus cadenas, si es que aun metafóricamente cuadra tal nombre á su dulce cautividad, El Barón • de Kolly famoso aventurero logró penetrar hasta su cámara disfrazado de joyista y le entregó en un estuche de o r o , como
documento
autógrafo de sus credenciales, la carta misrña que Carlos IV habia escrito de su
puño y en latín,
al Rey de Inglaterra, con motivo de su casamiento. Aterrado con aquel c o m p r o m i s o , superior á sus fuerzas, principió á dar gritos y entregó el aventurero á la gendarmería, que custodiaba el Palacio. Acto continuo escribió á Napoleón todo el suceso, suplieándole se sirviese adoptarle por hijo para dar un completo desengaño á todos sus enemigos. Otros han asegurado que no fue el Barón de Kolly quien se le presentó, sino otro aventurero buscado por Fouché en reemplazo del Barón preso en Vincennes por la policía. Ello es
indudable
que el Gobierno francés se deleitaba en amargar su situación con repetidos desdenes, introduciendo
FERNANDO
13
VII.
el espionage en su servidumbre, privándole de esta, y tendiéndole groseros lazos. Muchos de ellos dejó consignados el célebre Ostolaza en un sermon que predicó en Cádiz, y que después se publicaron en un folleto titulado,
Fernando
FII
en
Fa-
lencey. Llegó por fin la época en que el coloso c o m batido por toda E u r o p a , principió á balancear, y convencido de la necesidad de poner fin á la guerra de España tan desastrosa para sus intereses, determinó dar libertad á sus prisioneros de Valencey, no sin haber sacado de su inesperiencia todo el partido posible , mediante el tratado que se celebró entre Laforest y el Duque de S. Carlos. Al ver a Fernando restituido
á España por el
mismo Napoleon , no podemos menos de recordar aquel dicho suyo tan vulgar, «si querido
vengarme
de los españoles,
que hacer mas sino devolverles Habiendo sido
á su
yo
hubiera no
tenia
Fernando.»
Napoleon mismo, quien le envió
á España, no por venganza, sino por necesidad, este
dicho tan
ponderado
mas
bien que
una
sentencia, es una fanfarronada ridicula. Por fin el dia 7 de Marzo de 1814 a las diez de la noche se recibían en Valencey los pasaportes;
14
el
PKHSONAJKS
CEÍ/EBKES.
24 por la mañana pasaba
Fernando el Flu-
viá, y aquella misma noche penetraba por entre los gloriosos escombros de la inmortal Gerona. Este periodo es uno de los mas interesantes de la vida de Fernando. Habia leido la Constitución del año 1 8 1 2 , y durante su viaje t r a i a e n e l coche un ejemplar de ella , mostrándose conforme en machos de sus capítulos. Napoleón por conducto de L a f o r e s t , le habia pintado la Constitución dé España, c o m o una trama de los ingleses para establecer bajo este prétesto tina República, y dominarla á su arbitrio, escitándo laS pasiones !
populares y menguando la influencia de la Ma1
g e s t a d R e a l , y del pacto de familia, dejado hondas y España.
raices
y simpatías ' ,
;
que habia entre Francia
'
Por otra parte, al entrar Fernando en
esta;
vio. al pueblo disgustado ( p o r mas que se diga otra cosa), porque los hombres de Cádiz al precipitar las reformas y atacar á mansalva la reputación de todos los gefes del ejército , habian tratado mas bien de adquirir el renombre de sabios entre los comerciantes de la isla , que n o d & c ó n solidar las instituciones entre el pueblo y en las ;
tropas. A l
pasaí el Fluviá
y en el eurso de su
ÍERNANIIO
15
Vil;
viaje, apenas oyó Fernando un viva a l a Constitución; y eñ vano para esplicar este silencio se recurrirá á los manejos é intrigas del partido realista y del Duque de S. Carlos. El árbol era débil y sin j u g o , el hacha estaba en m a n o s d e l Rey> y éste d e s cargó el golpe. ¿ P o r qué bastó uno
solo,
un
simple decreto, para echarle por tierra? ¿ P o r q u é no se opuso el pueblo, á quien tan entusiasmado se supone, y que por el contrario vitoreaba al R e y con frenesí ? Pero de todos modos fue una ingratitud mons-' trUosS castigar tan rudamente á los que en su ausencia habían trabajado por la independencia de la Nación; y aun m a s , el haber santificado cotila palma de los confesores muchas nulidades políticas, que á esta persecución debieron su engrandecimiento' posterior, tan funesto para la libertad de España. Cuando en los años venideros se haya de escribir la
historia
de
aquella é p o c a ,
los
hombres despreocupados que nos sucedan, p r o bablemente en este sentido
comentarán sus he-'
éhos. El diá 13 de Mayo entró Fernando en Madrid, y fue recibido con mayor aparato y con no menos entusiasmo que la vez primera ; y el dia 30 de"
1(>
PERSONAJES
CliLERKF.S
aquel mismo mes con motivo de su cumple años en vez de dispensar gracias, fulminaba proscripciones contra los adictos al intruso, y condenaba á perpetuo destierro hasta sus inocentes esposas, si con ellos
habian
emigrado. ¡Rasgo horrible!
porque en tales días sus antepasados, ó enjugaban el llanto de algunas familias, ó al menos guardaban silencio. Fernando escogió aquel momento, para aniquilar la última esperanza de 12,000 familias, cuyo único delito era haber hecho lo que él en Valencey..,
adular á Napoleón* Y
mientras de
este modo se cerraban las puertas de la patria á los emigrados, muchos Diputados á Cortes envidiaban su suerte, presos y y/ctimas
en estrecha cárcel,
de lo qus se llamaba causas de Es-
tado. De aquella época data la camarilla, oscura y detestable ,
que
por desgracia
reunión de E s -
paña tuvo á su disposición por mucho tiempo los destinos de la Nación. Sin e s t o ,
nada tendría de
particular y nos complaceriamos en pasarlo
por
alto como perteneciente á la vida privada. Dábase el nombre de camarilla á la antesala del cuarto del R e y , donde solían estar los Ugieres y demás personas de la Real servidumbre.
La etiqueta
del
FERSASnO
VII.
17
Palacio español atemperada al carácter serio de la Nación y su proverbial gravedad , se citaba en los reinados anteriores c o m o un modelo de rigidez. Fernando VII desentendiéndose de e l l a , salia con frecuencia á pasar el rato con esta camarilla, c o m puesta de hombres de baja estraccion, bufones y chocarreros, y muy pocos Grandes de España. Las conversaciones de aquella reunión entre el humo del cigarro y las mas picantes alusiones, hubieran honrado un cuerpo de guardia: á vueltas de ellas se discutían las mas arduas cuestiones de gobierno confidencialmente,
á la manera que los antiguos
francos dirimían de sobremesa sus controversias políticas. Alli se estrellaban con reputaciones mejor adquiridas y
frecuencia
las
las mas sabias
disposiciones de los Ministros: asi es que en la vida de Fernando V I I , hay hechos cuya solución en vano se buscaría en la politica sin poseer la clave de los arcanos de la
camarilla.
Sucedíanse los ministros unos á otros con i n creíble rapidez: entre tales destituciones merecen particular mención las que se hicieron el mismo año de 1814 del Duque de S. Carlos por de vista,
corto
y de Macanáz, condenado al Castillo de
San Antón por venalidad y por sospeehas de ha-
18
PERSONAJES
CÉLEBRES,
ber tenido parte en la publicación de las cartas escritas por Fernando á Napoleón desde Valencey, y dadas á luz por los periódicos ingleses. Esta prisión fue acompañada de circunstancias notables, por haber sorprendido el Rey al Ministro en su mismo lecho, recogiéndole las llaves de su escritorio, en que halló pruebas de venalidad
y copias
de
sus cartas. Algún tiempo después , D . Pedro A g u s tín Echevarri al retirarse á su casa después del d e s p a c h o , en que le dio Fernando pruebas seguras de franqueza y amistad , encontró en ella una Real orden suprimiendo su ministerio de seguridad pública, y desterrándole á Daimiel.
Casi lo
mismo se vieron destituidos Ballesteros, y en 18(8 Pizarro, Garay y Figueroa , arrancados á media noche de los brazos de su familia y conducidos á su destierro con fuertes escoltas. La pintura de esta época podría parecer exajerada á los
venideros: por eso preferimos
piarla del memorial
co-
interceptado á Lardizabal,
en 1 8 1 6 , que pensaba presentarlo á su segunda esposa Doña Maria Isabel de Braganza á su a r ribo á Cádiz, y
que creemos inédito. Dice asi
después del preámbulo:
«Por
el mal gobierno
de la Hacienda , y lo exhausto del Erario, estamos
FERNANDO
VII.
19
próximamente amenazados de la disolución
del
Estado y de una rebelión general, por el disgusto con que se sufre un gobierno arbitrario , en que se exalta á los hombres malos,, y se abate á los buenos : se quita el empleo ó
se destierra
uno sin decirle por qué : pide que
á
se le hagan
cargos y oiga en justicia, y se le niega; no se respetan las las leyes, ni las personas; se castiga por chismes y delaciones secretas, y se deja i m punes á los calumniadores. T o d o
esto es lo que
hace desear la Constitución y lo que escita las conspiraciones. Tres van ya descubiertas : de resultas de la primera se ahorcó en la Coruña al cabeza de ella ( * ) . De las otras dos se trata actualmente para descubrir sus autores, y hay m u chos presos (**). El plan de una de ellas era sorprender al Rey en el paseo y obligarle á jurar la Constitución. El de la segunda era matarle, y cualquiera que conozca el corazón humano conoce bien que tales causas producen infaliblemente tales efectos tarde ó temprano. » « T o d o esto procede de que á poco tiempo de llegado S. M. á Madrid , le hicieron desconfiar ;*) (")
Portier. Lá «Por la noche cuando' entré en su c u a r t o , dice él Conde Gamba'; ¡estaba ten¿ dido en ira sofá, y tenia pintadas en su sembla lít e l a inquietud y ta »jelancoliñ-- -Padéa!0 mucho i
d i j o , la muerte'fió nie i m p o r t a , pero no sOporiar ésta'agonía.» Pronto perdieron
puedo
sus amigos toda esperanza:
y el 18 de Abril de 1824, después de pronunciar estas palabras: «Ahora
es preciso que duerma»
tendió la cabeza y el 19 espiró en brazos de su
31
BfRON.
(¡el criado Fletcher.» He d a d o , dijo
poco antes
de espirar, mi tiempo, mi fortuna,
mi salud á
la Grecia, y ahora le doy podia
hacer ? »
En
sus
mi vida. últimos
¿ Q u e mas
momentos se
confundieron en sus labios los nombres de su herm a n a , de su A d a , de la Grecia y de su amigo Hobhouse. Missolonghi celebró con un
solemne
duelo los funerales de un grande hombre. Sus restos fueron trasladados el 22 á la iglesia en d o n de reposaba Marco Botzaris y el general Normann. Las tropas del Gobierno y casi toda la población acompañaba el
cadáver, encerrado en una caja
de m a d e r a , toscamente trabajada. Cubriala
un
paño n e g r o , y sobre el
un
se habían colocado
c a s c o , una espada y una corona de laurel. N i n gún fúnebre aparato hubiera podido producir tanta impresión c o m o aquella sencilla ceremonia. El cuerpo de Byron , acompañado de pocos amigos, fue depositado sin pompa en la pequeña iglesia de Hucknall, cerca de Newstead el '10 de Julio de 1824.
LUIS FELIPE I, Í5KY DK LOS FRANCESES.
« P u e d e , considerársele como represen tantedela
revolución de 1789 , y
déla
d e 1830 á un t i e m p o : e n « 1 se personiiíí a u las ideas ds libertad .V de p r o g r e s o ' q u e han suscitado estas dos crisis políticas.»"
•
'
• '
' •
DlCCrONAHIO O B l/¡ CONVEHSABÍÓTÍ.
La Francia con su espantosa revolución de 1789, rompió los diques que se oponían á sa prosperidad y grandeza; el Imperio le dìo g l o r i a / y aseguró las conquistas hechas en el p a i s , por las letras y'las artes ; la 'Restauración pudo de este modo' establecer ¿1 Verdadero gobierno
representativo ; "y al gran
persOiiáge cuya vida Vamos á trazar, eíevciáo a l trono por la revolución cíe 1830, es deudora I a F r a n -
2
PERSONAJES
CELEBRES.
cia de su inmensa prosperidad actual, y á su previsión y saber de que no se hayan repetido las escenas revolucionarias de otros tiempos. La obra de Luis Felipe, de contener $ espíriturevolucionario, y asegurar sobre el trono á su nueva dinastía , proporcionando á la Francia todos los goces y adelantos materiales que tanto distinguen á la generación y al siglo actual, sino toda la gloria militar y toda la influencia política que tal vez hubiera sido conveniente ; esta obra d e c i m o s , inmensa a l a par que gloriosa, no podemos nosotros apreciarla debidamente , dominados c o m o estamos por las afecciones y simpatías de Jos mismos sucesos de que somos testigos ; pero la historia la juzgará , y en ella o c u pará Luis Felipe una brillante página: la posteridad le hará la justicia que muchos de los contemporáneos le niegan. -Napjó |íf^Í ,í'íf}P f
Sr
e
SP,.6 de Octubre de 1773, y
^•onpcido^n un principio bajo, el, título de Buque de Valpis, tomó al mprií su a b u e l o s } de Duque de Cbartrep..princjp ip\s,u edueaciqji el caballero B o n ;
n a r t , ,hom,brc cortesano, de agradable y,cultivado entendimiento; y por una, singularidad, que aun en el dia llamaría la atención, el Duque de Chartres dio después por preceptor al Duque de Valois y á sus j ó -
LUIS
FELIPE
I.
3
venes hermanos los Duques de Montu.ensier y de Beaujolais, á una muger. Pero aquella muger era Mina, de Genlis, la cual nada descuidó para formar el corazón y adornar el entendimiento de sus discípulos. Como era natural, sus cuidados se dedicaban mas particularmente al primogénito: veamos c ó m o se esplica la misma preceptora. «¿Cuántas veces después de sus desgracias me he felicitado por la edueackjn que le d i ; por haberle hecho aprender desde la infancia los principales idiomas modernos; por haberle acostumbrado á servirse á sí mismo, á despreciar, todaí clase d e m o U c i e , á dormir habito al mente'en un lecho de madera, cubierto seneiJlamentecoii una estera de esparto; á desafiar el sol, ta Hada y el frió; á acostumbrarse á la fatiga, haciendo diariamente ejercicios violentos y andando cuatro ó cinco leguas, consuelas de p l o m o , en sus paseo&ordinarios; yJJnalmente por haberle instruido ¿ inspirado el gusto por ios viajes!» En 1787 ,
ala
edad de 14 a ñ o s , acompañó al Duque y á la D u q u e sa de OrJeans en un viaje á Spa, y á su yuelta.se d e tuvo en Givet, parayer el regimiento de infantería deGhartres, del cual era Coronel propietario. ¡Al año siguiente en un viaje que hizo á Normandía.,. visitó elíMdnteSan Miguel, y mandó destruir la jaula de
4
PERSONAJES
CELEBRES
hierro en que estuvo encerrado un gaceter o holandés durante diez y siete a ñ o s , por haberescrito contra Luis X I V . Al estallar la revolución, en la que su padre fue arrastrado á representar un papel que le precipitó al fondo del propio abismo que á su desgraciado primo Luis X V I , era natural que el Duque de Chartres adoptara sus principios; hízolo con el entusiasmo d é l a juventud , pero con sentimientos enteramente rectos, y sin ofuscarse acerca de los sacrificios que el nuevo orden de cosas iba á causar á SU dignidad de Príncipe. Desde el 9 de Febrero de 1790 los tres hijos de O r l e a n s , los dé Chartres, de Montpénsier y de Beaujolais se presentaron con uniforme de la Guardia Nacional en el distrito de San R o q u e ; y al ver el Duque de Chartres, al tomar la pluma para firmar, que habían escrito en los registros todos sus títulos , los rayó y puso en su lugar, ciudadano
deParii.
Acababa de afiliarse á una s o -
ciedad muy respetable de la cual era fundador el virtuoso Duque de Charost; que murióen 1800, siendo maireáe
uno délos distritos deParis; era
filantrópica,
\asociedad
y para el joven Príncipe la beneficencia
y la filantropía no eran palabras vanas. Durante el tiempodesu'educacion, todos sus diasestaban marcados' por actos caritativos y humanos , pues le ha-
LUIS
FELIPE
I.
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bian enseñado, no solo á d a r , lo que no es un gran mérito para los Príncipes, s i n o á dar con discernimiento. El dia 1.° de Noviembre dé 1790 , fue recibido miembro del club de los amigos de la
revolu-
ción de París. Coronel propietario del regimiento de dragones, número 14, no vaciló en ponerse á su frente, en un momento en que otros aprovechaban la menor ocasión de rehuir toda responsabilidad. Fue á Vandome donde estaba de guarnición su r e gimiento, y se distinguió allí por un acto lleno de valor y humanidad. El 23 de Junio de 1 7 9 1 , día de todos los Santos, dos sacerdotes refractarios á los d e cretos de la Asamblea, cometieron la imprudencia de insultar al Santísimo Sacramento que llevaban dos eclesiásticos juramentados. El pueblo quiso ahorcarlos ; pero el Duque de Chartres, s o l o , tomó bajo su protección á aquellos dos desdichados, y después de inauditos esfuerzos, los arrancó de manos de los furiosos. La municipalidad reunida pasó á dar gracias al Príncipe, é hizo constar los hechos en un acta, que se llamó después la corona Pandóme. (*)
cívica
de
(*) Destinado á Valenciennes en Agosto
Dicha corona cuidadosamente conservada por los habi-
tantes, se entregó á la D u q u e s a de Orleans c u a n d o regresó ú Francia eu iHLí, y esta P r i n c e i a , Reina a h o r a de los franceses , la guarda con s u m o aprecio.
O
1'liUSONAJES
CELEBRES.
«le 1 8 9 1 , pasó allí el invierno, desempeñando las funciones de Comandante de la plaza, c o m o coronel mas antiguo ; y habiendo estallado la guerra con el Austria en aquella frontera en 1 7 9 2 , el Duque de Chartres se distinguió bajo las órdenes del General Byron, en los combates de Boussu y de Quaragnon. En la acción de Quievrain, logró reunir las tropas sobrecogidas por un terror pánico, y el despacho de Mariscalde C a m p o , en 7 de Mayo del mismo año, fue el premio de aquel brillante y primer hecho m i Yitarl Mandando una brigada de caballería, peleó á lar órdenes de L u c k n e r , y concurrió á la toma de Courtrai. Promovido á Teniente General en 11 de Setiembre, se le designó" para i r á mandará Strasb u r g o , pero pidió continuar eu eí ejército activo. El 20 del mismo mes se cubrió de gloria en la batalla d e Valmy, defendiendo con estraordinario valor durante todo e) dia una posición difieil, y blanco de todos los esfuerzos del enemigo. Propusiéronle en recompensa un mando superior, aunque de organización,en el departamento del Norte, perolorehusó igualmente-, prefiriendopelear en aquel ejército-activo, que ai parecer le debia proporcionar una, carrera mas brillante; ¿no era natural en un Príncipe de 19 a ñ o s , que n o habia s i d o educado para
LUIS
FELIPE
I.
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estar o c i o s o , el preterir la vida del campamento á la vida sedentaria? Entonces en efecto se.había proclamado la República, y el Príncipe no habia podido ni debido dejar de prestarle juramento, pues cualquiera vacilación de parte suya hubiera apresurado la inminencia de los peligros que ya amagaban la cabeza del Duque de Orleans su padre. El D u que de Orleans no existia y a , habia perdido su e s tado c i v i l , y era s o l o , lo mismo que su hijo , el ciudadano
igualdad,
cuyo solo nombre era UDa
prueba de que en la desdichada Francia la igualdad n o existia ya para n a d i e , y menos aun para los Príncipes, que á pesar de su nacimiento habían abrazado la causa nacional. En tal estado, induda. blemente el Duque de Chartres solo era dichoso en medio de la actividad de los movimientos militares; y acaso mas de una vez le parecieron un asilo los peligros del campo de batalla. Después de su r e nuncia de un mando superior, pasó por algún t i e m al ejército del General Luckner , y luego al'de Bélgica mandado porDumouriez. Alífera donde debia inscribir para siempre su nombre en los anales m i litares de la Francia. El 6 de Noviembre, en la gloriosa batalla de Jemmapes, mandando el Duque la divisiou del c e n t r o , libró al ejército ¡de u n gran
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PERSONAJES
CELEBRES.
desastre, y cambió de repente enun completo triunfo una vergonzosa derrota. Condujoal campo de batalla á numerosos regimientos que huían desordenados ; á la cabeza de una columna , conocida por el nombre del Batallón
de Mons,
restableció el c o m -
b a t e ^ el premio de aquella jornada tue la conquista de la Bélgica. Pero la República francesa q u e , á lo menos en este p u n t o , se pareciaá las antiguas repúblicas, solo recompensó al Duque de
Cliartres
con un decreto de proscripción. Después de la batalla de Jeinniapes, había ido apresuradamente á P a r i s , en virtud de una carta de su padre, para acompañar hasta la frontera á su h e r m a n a , en el diaMlle. A d e l a i d a , que había recibido la orden del gobierno francés de salir del territorio de la República , por haber hecho un viaj e á Inglaterra. Satisfecho aquel fraternal deber, permaneció en Tournai al lado de la princesa por algunos días, y alli supo el decreto que acababa de dar la Convención nacional contra todos los i n d i viduos de su familia, sin escepcion. La primera resolución del Duque de Cliartres fue entonces la de ir á América con los s u y o s , y con este motivo dirigió á su padre el borrador de una carta para la Convención ; pero el Duque de Orleans que entreveía
LUtS FELIPE
I.
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la posibilidad de hacer revocar aquel d e c r e t o , para s í , para su esposa y sus hijos, se opuso
formalmen-
te á aquella determinación. Respetó el Duque de Chartres su orden , y no se trató mas del particul a r ; pero no puede negarse que en aquella ocasión el joven Príncipe dejase de manifestar la previsora sagacidad q u e , presintiendo el porvenir, consigue muchas veces disipar sus peligros. Libre , lo mismo que su padre, del decreto de proscripción, volvió el Príncipe al ejército, y se distinguió en el sitio de Maestricht, bajo las órdenes del General Miranda. El 18 de Mayo de 1793 m a n d ó el centro del ejército francés en la batalla de Nerwinde ; se retiró ordenadamente después de la derrota, y con su buen sostenimiento en Tirlemont evitó que aquella gran desgracia no fuese mas d e sastrosa todavía. Trece dias después, el 31 de Mayo, tuvo lugar la defección de Dumouriez. Mucho se ha escrito sobre aquel suceso desfigurado alternativamente por los escritores de diferentes partidos. D u mouriez , sospechoso á la Convención, batido en Nerwinde, no tenia mas alternativa que dejarse prender al frente de su ejército, ó huir; y tomó este último camino con los Generales designados c o m o él á los rigores del partido dominante. El 2
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PERSONAJES
CÉLEBRES.
de Abril liabia interceptado un pliego lleno de órdenes de arresto contra casi todos los
Generales
de su ejército, MM. de Clmrtrcs, de Valence, etc., siendo firmadas aquellas órdenes arbitrarias , enviadas por una simple comisión y no por la Convención , por Duhem.
Era legítimo' sustraerse á
aquel indefinible despotismo; y lo que ha complicado la cuestión, son los embustes, las exageraciones que entonces y después publicó el mismo D u mouriez, que era particularmente un fanfarrón i n trigante. N o vacilaremos en colocar en el número de sus fanfarronadas el proyecto de que se glorió, de destruir el sistema republicano y crear una
mo-
narquía constitucional en favor del Duque deChartres. Muchas gentes han creído que concibió aquel p r o y e c t o , y es c i e r t o , que en el ejército, lo misino que entre los moderados del interior , el Príncipe en cuyo favor se ambicionaba, hubiera encontrado muchos partidarios. Pero solo, faltaba una cosa á aquel p l a n ; el asentimiento del principal interesado , demasiado lloarado para querer usurpar una corona, que acababa de caer en la sangre; demasiad o buen hijo para autorizar gestiones, cuya garantía era la cabeza de su p a d r e ; y finalmente demasiado ilustrado, á pesar de su estremada juven-
LUIS
FELIPE
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tud, para ser si instrumento d é l o s proyectos a m biciosos y mal concebidos de Dumouriez. De todos m o d o s , bien conociese ó ignorase los verdaderos proyectos de aquel General, tuvo precisión el D u que de Chartres de unir por un momento su suerte á la de Dumouriez, gracias á la especie de m a n c o munidad que afectaba establecer entre ellos la Convención, y al disfavor con que mirábanlos
agita-
dores de entonces el título de Príncipe. El Duque de Chartres fue al pronto á Mons, donde estaba el cuartel general austríaco, para pedir sus pasaportes. En vano le propuso el Príncipe Carlos que se uniera al servicio del Imperio ; el Soldado deJemmapes no quiso pelear contra su patria. Pasó ¡i Suiza, donde le había precedido la Señorita de Orleans, acompañada da Mine. deGenlis , r e u niéndose con ellas en Scliaffhouse, de donde salieron el 6 de Mayo.
Habiendo
llegado á Zurick,
donde pensaban establecerse, al darse á conocer los ilustres proscriptos, á los magistrados, el nombre de Orleans frustró sus proyectos. Por un ladocreíaseainenazada la aristocracia helvética con lapresencia de un General republicano, cuya elevada cuna no le había podido guarecer de las ideas?democráticas; por otro, los emigrados realistas mostraban el
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PERSONAJES
CELEBRES.
mas pronunciado desvio al Príncipe y ásu interesante hermana. Fuéles preciso partir. En Zug donde los tres desterrados se presentaron c o m o una familia irlandesa, vivieron mediante aquel engaño algunas semanas con la mayor tranquilidad; pero pasaron por allí algunos emigrados, conocieron al D u que de Chartres, por haberlo visto eh Versailles, y el mismo dia supo todo el pueblo qué clase de huéspedes tenia sin conocerlos. Los magistrados con la mayor atención, manifestaron gran deseo de que permaneciesen en su Canton personas q u e , según decían ellos mismos, edificaban con su conducta bajo todos aspectos. Pero las gacetas alemanas y suizas no tardaron en dar una publicidad á la permanencia del Duque de Chartres y su hermana en Z u g , que principió á poner en cuidado á los magistrados; y el primer magistrado de Zug iutimó por último al Príncipe y á s u hermana, con toda la atención posible,. que buscasen otro asilo. Desde aquel momento , reconoció el Príncipe la cruel n e cesidad de separarse de su hermana, para asegurarle un refugio menos efímero. La mediación de Mr. de-Montesquieu, quevivia retirado en Bremgarten, y disfrutaba del mayor crédito en Suiza, solo consiguió que la Princesa y su aya entrasen en el con
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FELIPE
I.
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vento de Santa Clara, y esto ocultando sus verdaderos nombres. « En cuanto á v o s , dijo él al D u que de Cliartres, no tenéis mas remedio que divagar por los m o n t e s , sin permanecer
en ningún
punto. Si la fortuna os favorece , será para vos una Odisea,
cuyos detalles se recogerán algún dia con
empeño.» Siguió el Duque aquel c o n s e j o , y recorrió á pié los varios Cantones de Suiza , examinó la cumbre de los A l p e s , y aunque limitado á débiles recursos pecuniarios, hizo que sus viajes, sirviesen para su instrucción, al'propio tiempo que encontró en ellos él origen d e u n sin número de goces4¡ue le eran «teseonocidos E n medio de sus escursiones, recibió una carta: del General Montesquieu, por la que le proponía una plaza de catedrático en el colejio de Reicheuau, en el país de los Grisones. Aceptó el ofrecimiento , que honraba á la vez á su carácter y á su educación, sufrió un examen preliminar, y por espacio d e ocho meses , bajo el nombre de Chabaud-Latour (*)• enseñó sin ser c o n o c i d o , la
(')
Era el nombre de un caballero protestante q u e en 1815
fue diputado , y u n o d é l o s propietarios del Journal des Debáis. El certilicado de buenos y útiles servicios dado al P r i n cipe al salir del colejiode R e i c h e n a u , está bajo el n o m b r e de C h a b a u d - L a t o u r , y seguramente n o es u n o de les menos lio-
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PERSONAJES
CELEBRES.
geografía, la historia, los idiomas francés é inglés, y las matemáticas. No solo quedó airoso c o m o preceptor, sino que inspiró tal aprecio á los habitantes de Reichenau , que le nombraron diputado suyo en la Asamblea de Coire. Entonces fue cuando s ú p o l a muerte de sú padre. A poco tiempo dejó el nuevo Duque deOrleans á Reichenau, y.pasó áBremgarten á las inmediaciones de M. de Montesquieu, d o n de permaneció bajo,el nombre de C o r b y , y
con
el título de Ayudante de Campo hasta fines,de 1794. ¿Pero puede estar jamás oculto un Príncipe? A f a l ta de su persona, cuyo asilo se. ignora, la intriga y la mentira hacen uso d e su nombre y lo esplotan. Mientras que en Francia un partido corto en nú> mero y poco bullicioso, soñaba siempre en la m o narquía constitucional con el Duque de Orleans, las gacetas alemanas decian que vivia con fausto y molicie en un palacio , que según suponían habia hecho edificar en Bremgarten el General Montesquieu ; y sin embargo, el supuesto Corby lo mismo que su General, estaban faltos de d i n e r o , y ambos tenían la mas modesta existencia.
noriíicos documentos cjnc pin'dc conservar eii sus archivos tu casa de Orieans.
LUIS
FF.LIPE
I.
I->
Libre del cuidado de velar de cerca por la seguridad de su hermana que acababa de pasar á H u n gría á la inmediación de la Princesa de G o n t i , su. l i a , resolvió el Duque de Orleans ir á Hamburgo para trasladarse desde allí á América. A l llegar á aquella c i u d a d , la escasez de recursos le obligó á renunciar á su viaje de Ultramar, y resolvió recorrer los países septentrionales de Europa. Con una simple carta de crédito contra
un banquero de
Copenhague, era con l o q u e debia hacer frente á susigasitos elilustre viajero, puesto ya á prueba por tantas, privaelonesj ¡En aquella capital.,;^ c o m o á caballero
suizo, logró
pasaportes para recorrer
libremente el. pais,. Después de haber visitado en Elseneur el castillo deCroneiwburgo, y el jardín de Hainlet> pasó el S u n d , recorrió la Suecía meridion a l hasta el lago de Vener, y se detuvo en Frideriscjkhall, d o n d e murió ;Cárlos X I I . Habiendo llegado hasta Nosuega, se apresuró á salir de Dront> h e i m , á pesftr; de la honrosa y cordial acogida qlieirecibió pontadas pactes!, sin que se sospechara 8iquiera_su clase. Recorriendo la costa hasta el g o l fo de. Salten, visitó el Maelstrom , espolio el mas peligroso de aquellos lugares , y viajó después á pié con los lapones hasta el cabo d e l Norte , á
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PERSONAJES
CÉLEBRES.
donde llegó el 14 de agosto de 1795. Desde aquel pais, situado á 18 grados del p o l o , regresó por la Laponia á T o r n e o , en el estremo del golfo de Bothnia. La llegada de aquellos dos viageros franceses, (pues acompañaba al Duque el Conde Gustavo deiVIontjoye) sorprendió á los habitantes d é l o s lugares donde la munificencia de Luis X V
ha-
bía enviadoá Manpertuisen 1 7 3 6 , para medir un grado del meridiano, bajo el círculo polar. El D u que de Orleans acababa de aproximarse al polo c i n co
grados, mas. Recorrió
después la Finlandia,
para estudiar allí el teatro de la última guerra de los rusos y suecos bajo el reinado de Gustavo III; pero no atravesó el rio K y m é n e , cuya corriente separaba rusos. La
entonces
los dominios
suecos de los
disposición política de la Emperatriz
Catalina, que reinaba á la sazón , n o podia inspirar al Duque" de Orleans confianza alguna para su seguridad personal; y por lo
mismo atrave-
sando las islas d e . A l a n d , pasó á Stokolmo. En esta capital, habiendo concurrido á un baile d é l a Corté, al cual creyó poder asistir de incógnito en « n a de las mas elevadas tribunas, fue c o n o c i d o p o r el enviado de Francia , quien dijo al.Conde de Sparr e , canciller de Suecia: « M e ocultáis algunos de
LUIS FELIPE I.
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vuestros secretos; no me habíais dicho que estuviese aqüi el Duque de Orleans. » El Canciller no p o día creerlo. « Es tan cierto, le d i j o , que vedle allá arriba.» Comprobado el h e c h o , el Conde de Sparre aseguró al Príncipe qué el Rey y el Duque de Sudermania, (Regente entonces) le verían con satisfacción. Recibido por ellos el Duque de Orleans con las mayores consideraciones, y los mas generosos ofrecimientos, solo aceptó el permiso de visitar en todo el reino cuanto llamase su atención. A l salir de Stokolino pasó alas minas d e l a D a l é e a r l i a , provincia ilustre por los recuerdos de la libertad sueca, y por el nombre de Gustavo-Vasa. D e s pués de haber visto en seguida el hermoso arsenal de la marina en Carlscrona, volvió á pasar él Sund y regresó por Copenhague y Lubéck á Hamburgo, en el año de 1796. Hallábase' en él mismo añoeu el Holstein, cuando recibió de la Duquesa viuda de Orleans su madre, útía carta en la que le anunciaba que el Directorio no qileria acceder á que cesara el rigor con que se le trataba á ella y á su familia, si su hijo primogénito no se embarcaba para el N u e vo Mundo El Duque dé Orleans se apresuró á c o n testar. «Cuando reciba mi tierna madre esta carta, se habrán eumplidbsus órdenes, y yo habré partido
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PERSONAJES
para América
CÉLEBRES.
Ya no creo que se haya perdido
para mí del todo la felicidad, pues me queda aun el medio, de endulzar los males de una madre tan querida
¡> Habiendo salido de Hamburgo el 24
de Setiembre de 1 7 9 6 , llegó el joven Príocipe á Filadelfia el J l de Octubre siguiente. Sus dos hermanos los Duques de Montpensier y de Beaujolais que salieron de Marsella en Diciembre de 1795, no se reunieron con él hasta Febrero de 1797. A c a ballo los tres, visitaron los diversos Estados de la Confederación a m e r i c a n a , y aun algunas tribus salvages. Dirigiéronse después por el O h i o y el Missisipi.á Nueva. Orleans, donde llegaron á fines de Febrero de 1798. Desde allí quisieron pasar á la H a b a n a , pero el Gobierno español que acababa de dar asilo á su madre en Barcelona, receloso de algunas intrigas políticas, de las cuales.estaba enteramente a g e n o , mandó al Capitán General
de
la Habana, por una orden fechada en Aranjuez en 21 de Mayo de 1799, que hiciese permanecer en N u e va Orleans á los tres h e r m a n o s , sin asegurarles medio alguno para subsistir. El Duque de Orleans y sus hermanos que habían encontrado hasta entonces en el Nuevo Mundo consideraciones y libert a d , rehusaron sujetares á tan despótica exigencia.
LUIS
FELIPE
I.
I!)
Pasaron á la Colonia inglesa de Bahama; desde allí á Halifax, en donde el Duque de Kerit, uno de los hijos de Jorge I I I , les acogió con la distinción debida á su clase; pero n o se consideró autorizado á facilitarles pasage para Inglaterra en una fragata de la marina británica. Sin desanimarse
los
Príncipes con tantas dificultades y e s t o r b o s , se embarcaronentonces para Nueva Y o r k , desde donde les llevó un paquebot al puerto de Falmouth. Llegados á Londres en Febrero de 1 8 0 0 , se- aproximaron á los Príncipes de la rama primogénita de Borbon, cuyo destierro partían, apesár de haber seguido una opuesta dirección política. D e los diez Borbones que había acogido y que debia acoger sucesivamente la Inglaterra, solo dos sobreviven en el dia ; el Duque de Angulema y Luis Felipe: el uno jamás ciñó c o r o n a , y «1 otro soporta actualmente todo su peso. Luis X V I I I tenia entonces en Milán su corte errante y solitaria; y el Príncipe de Conde hacia la guerra siguiéndole. El D u q u e de Orleans se apresuró á escribir á Luís X V I I I , y esta reconciliación reunió por ün toda la familia dé Francia én un mismo interés. Sin embargo, la Duquesa viuda de Orleans estaba refugiada en Figueras, y el Duque su hijo impaciente por verla
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PERSONAJES
CELEBRES.
después d e tantos.años de separación, se hizo ala vela para Menorca. Al desembarcar en Mahou, recibió una carta del Príncipe de Conde, proponiéndole el pasar á servirla causa de la emigración en Alemania; pero el D u q u e d e Orleans rehusó. D e c l a rada la guerra entre Inglaterra y España ¡ le fue imposible arribar á Cataluña, y después de haber hecho un largo .viaje para aproximarse á su madre, vióse precisado á volverse .á embarcar sin lograrlo. A su regreso á Inglaterra el .Duque y sus hermaf
nos fijaron su residencia en Twickenhan». La felicidad de aquel apacible retiro se turbó en 1807 con' la prematura muerte del Duque de Montpensier, que falleció de una enfermadad de p e c h o , en 18 de Mayo. Para colino de desdicha , vio el Duque deOrleans atacado de la misma dolencia a su j o ven hermanoel Duquede Boujolais. Siguiendo el parecer d é l o s médicos ingleses, le llevó al clima cálido de Malta (en Mayo de 1808); pero aquella residencia pareció acelerar su muerte. Desde el m o mento en que estiró su hermano, apresuróse el Duque de Orleans á abandonar aquella isla funesta, y pasó á Palermo, invitado por el Rey Fernando IV. El ilustre desterrado encontró
en Sicilia
mas que hospitalidad , pues halló una segunda fa-
LUIS
FELIPE
I.
21
milia. Sus desgracias, su v a l o r , sus elevadas cualidades, conmovieron el alma pura y sublime de la piadosa princesa A m a l i a , y el Rey de las Dos Sicilias pareció dispuesto á fortalecer por medio de un casamiento, el afecto que el Principe había inspirado á toda la familia real. Antts de que tan feliz enlace se realizara, deseó Fernando IV que el Duque de Orleans acompañara á España á u n o de sus futuros cuñados, el Príncipe Leopoldo,: que iba á reclamar los derechos que--su familia creía tener ;á aquella corona, después de haberla usur-. pado Napoleón para su hermano José. Tratábase de defender la independencia de un pueblo g e neroso, y el Duque de Orleans aceptó aquel encarg o . Los dos Príncipes anelaron en Gibraltar; pero el Gobierno inglés hizo conducir á Londres a| D u que de Orleans por la misma fragata que le habia traido de Palermo, y retuvo durante dos meses en el puerto de Gibraltar al Príncipe L e o p o l d o , cuyas pretensiones ademas fueron desechadas por la Junta de Sevilla. A su llegada á Londres en Se* tiembre de 1808, se quejó el Duque d e Orleans del proceder del gobernador de Gibraltar ; pero se le contestó por el ministerio i n g l é s , que era conforme á sus instrucciones. No sin poco trabajo conx
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PERSONAJES
CELEBRES.
siguió el Duque salir de Inglaterra á bordo d e una fragata,
cuyo comandante tenia orden de llevarlo
á Malta, sin permitir que se aproximase á las costas de España. Iba él Príncipe á embarcarse en Portsmouth , cuando se les reunió su querida hermana, de la cual tanto tiempo hacia estaba separado. Navegó con ella hacia el Mediterráneo, y Mego á Malta al principiar el año de 1809. D e s de allí escribió á su m a d r e , y le eavió al Caballero de Breva], q u e servia á los Duques de Or|eans desde su i n f a n c i a ; estaba encargado de arreglar una entrevista del Duque con su madre, pero d u rante su viaje á España se multiplicaron en vez de allanarse l o s obstáculos. Provenían estos siempre de la sospechosa política de la Inglaterra , y fuerza es decirlo, estaban sostenidos por las p r o posiciones que muchos hombres de Estado españoles hacían al agente del Duque de Orleans, p a ra ponerle al frente del partido nacional. Este asunto , según el Conde dé Toreno en su Historia del Levantamiento,
guerra
y revolución
de
Espa-
ña (*)'se trató c o n el mayor sigilo en la sección
i.')
V é a s e las páginas l i e y siguientes del t o m o tercero de
dicha o b r a .
LUIS
FELIPE
23
I.
de Estado de la Junta , y D . Mariano Carnerero, oficial de la Secretaria del C o n s e j o , tuvo el encargo de pasar á Cataluña á asegurarse dei efecto que produciría allí la presencia del Duque de Orleans. El resultado de estas investigaciones fue que el Principe seria recibido con entusiasmo, sobre todo en Cataluña, donde se conservaban
monumentos
d é l a gloria de su antepasado el Príncipe Regente, y la reciente memoria de las virtudes de su madre. En vista de estos informes, resolvió ía Junta Central que se daft'a a l Duque de Orleansel mando de un cuerpo de tropas que debía ¿perar en la frontera de Cataluña. L a invasión de las Andalucías por los franceses después d é l a batallada Oca ña, destruyó este proyecto. El Príncipe que permanecía en Malta se decidió á volver á Palermo, donde se fijó el dia de su matrimonio; pero por cuanto 1
hay en el mundo no hubiera querido ver á su madre faltar á la celebración de un himeneo que d e bia colmar de gozó su corazón. Pasó de Sicilia á Menorca, donde por fin estrechó en sns brazos á la que le había dado el s e r , y de regreso á P a lermo se casó solemnemente el 25 de Noviembre de 1809 con la Princesa María A m a l i a , Reina en el dia de los franceses, y
madre feliz de una
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PERSONAJES
CELEBRES.
numerosa y floreciente familia.
Después d e seis
meses de este enlace, se vio invitado del modo mas ostensible por la Junta de Sevilla. D . Mariano Carnerero fue á encontrarle con el mayor sec r e t o , y e> Duque aceptó el mando que se le ofrecía, S a l i ó d e P a l e n u o e l 2 1 d e M a y o d e l & i Q > y de-, sembareó en Tarragona; pero llegaba en momento; poeo oportuno, Lérida acababa de rendirse, y Odónell y el ejército de Cataluña estaban desvaratados. Ademas el Duque de, Qrleans, al desembarcar n o encontró los poderes necesarios para que se le confiriese bl mando. Conoció, por fin, que el prolongar su permanencia en Cataluña podia llamar á-aquella provincia todas las fuerzas e n e m i g a s , y se decidió ápasqr á C á d i z , donde llegó el 20 d e Junio. La Regencia se vio entonces en ej mayor compromiso. « Ella habia sido quien habia, llamaT do al D u q u e , ella quien le habia ofrecido un.mand o , y por desgracia las circunstancias no permitían cumplir lo antes prometido. Varios Generales españoles, y en especial Odonnell miraban c o n males ojos la llegada del Duque ; los ingleses repugnaban que se le confiriese autoridad ó comandancia a l g u n a , y las Cortes ya convocadas imponían respeto, para que se tomase resolución con-
(
LUIS
FELIPE
I.
25
traria a tan poderosas indicaciones. El de Orleans reclamó de la Regencia el cumplimiento de su oferta , y resultaron contestaciones agrias. Mientras tanto instaláronse las Cortes, y desaprobando el pensamiento de emplear al Duque manifestaron á la Regencia que por medios suaves y atentos, indicase á S. A. que evacuase á Cádiz. Informado el de Orleans de esta orden, decidió pasar á las Cortes, y verificólo el 30.deSetiembre. Aquellas no accedierou al deseo del Duque de hablar en la barandilla mas le contestaron urbanamente yeualcQrresponilia ala alta clase de S. A . , y á sus distinguidas ¡prendas. Desempeñaron el mensage D . Evaristo Pérez de Castro y el Marqués de Vijlairanca, Duque de Medinasidonia. Insistió el de Qrleans en que se le recibiese, mas los diputados se mantuvieron firmes: entonces perdiendo S, A , toda esperanza se embarcó el 3 de Octubre, y dirigió su ru mbo á Sicilia á bocr do de la fragata de guerra esperanza, «Díceseque mostró su despecho en una carta escrita á Luis X V I I I á la sazón en Inglaterra. Sin embargo las Cortes en nada eran culpables, y causóles pesadumbre tener que desairar á un Príncipe tan esclarecido. Pera creyeron que recibir á S. A y no acceder á sus r u e g o s , era talvezofenderle
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PERSbMAJÉS
CELEBRES.
niaS gravemente. La Regencia « i e r t o q u e procedió de ligero y no con sincera fé, en hacer ofrecimientos al Duque > y dar luego por disculpa para n o cumplirlos que él era quien hábia solicitado obtener m a n d ó ; efugio indigno de un gobierno noble y d e porte desembozado. Amigos de Orleans han atribuido' á influjo de los ingleses la determinación de las Cortes; se engañan. Ignorábase en ellas qué el Embajador británico hubiese contrarrestado la pretensión de aquel Príncipe. El no escuchar á S. AL, nació solo de la Intima convíecion de que entonces desplacía á los españoles general que fuese francés, y d e q u e el nombre de Borbon lejos degrangear partidarios en el ejército enemigo, solo serviría para hacerle á este mas desesperado, y dar ocasión á nuevos encarnizamientos » (*). -
De vuelta á Palermo en Octubre dé 1 8 1 0 , á p o -
cos dias de haber nacido su hifo primogénito, e n contró el Duque de Orleans allí á Fernando IV con la parte de su Corte y de su ejército que le habia seguido á Sicilia. Los sucesos de la guerra c o n t i nental habían precisado á aquel Monarca á abán-
H
Lolcjue. precede es c o p i a d o testualmentc de )a obra ci-
tada d e ! Conde de T o r e u a ,
LUIS FELIPE I .
2?
donar la parte napolitana desús Estados á Joaquín Mufat. Retirado el Duque de Orleans en el campo, vio realizarse sus tristes vaticinios con respecto á las desavenencias de la Corte, y c o m o se dice en la Biografía
de los vivientes
«la Europa entera
admiró eu aquella ocasión d e l i c a d a , la prudencia que S. A . manifestó , colocado entre el apego á los intereses de su nueva patria, y sus deberes con SS, MM. Sicilianas.» Lord Guillermo Bentink llegó con plenos poderes de Inglaterra, y las t r o pus inglesa* ocuparon á Palermo. El Rey dejó el ejercicio de su autoridad al Príncipe heredero. D u raba aun el trastorno y
la anarquía en Sicilia,
cuando en 23 de Abril d e 1 8 1 4 , un navio inglés llevó á Palermo la noticia inesperad* d é l a restauración de los Borboues en el trono de Francia. El Duque de Orleans deseoso de volver á ver su patria pasó á P a r í s , y,se presentó en Palacio el 17 d e Mayo, No podemos decir q u e lé recibiese con c o r dialidad Luis X V I I I : aquel Monarca n o manifestó jamás ún grande afecto al D u q u e , quien solo oponía $ü respeto y su silencio á las poco atentas salidas del Monarca burlón y rencoroso. No se le negaron sin embargo los honores debidos á la clase elevada que le había proporcionado tan d i -
28
PERSONAJES
CÉLEBRES.
latado destierro, y se le n o m b r ó Coronel general de Húsares. En Julio de 1814 pasó el Duque á P a lermo en busca de su familia , y en fines de Agostotuvo la satisfacción de conducirla al Palacio Real. Allí disfrutaba en paz de la felicidad doméstica y dé la consideración debida á sus personales virt u d e s , sin importarle nada algunas desavenencias de etiqueta. Pero el desembarco de Napoleón en Cannes, en Marzo de 1 8 1 5 , vino i causar al nuevo huésped d e ías Tullerías mas serios cuidadas. Luis X V I I I vaciló''de pronto acerca de la conducta que debia observar con su p r i m o ; mas por último le envió á llamar para comunicarle sus intentos, y las sospechas i n justas d é l a Corte contra el Príncipe desvaneciéronse entonces. Recibió la orden de pa'sar á L y o n á la inmediación del Duque de Angulema •, para d e tener, c o m o se esperaba todavía, la marcha del Emperador. Reunidos lqs dos Príncipes en aquella ciudad, conocieron la imposibilidad de impedir á Napoleón la entrada en la segunda ciudad del reino. El Duque de Orleans, de vuelta á París , hizo salir á su familia para Inglaterra, quedándose solamente su hermana á su lado. Había ya pasado el tiemp o e n (fue Lilis X V I I I recibía con frialdad á su pri-
LUIS
FELIPE
39
I.
nio : el 16 (le Marzo el Duque acompañó al Rey en su coche á la sesión regia. Asistió igualmente al consejo que se celebró para decidir por qué lado se retiraría Luis X V I I I ; y c o m o su parecer fue siempre de evitarla guerra c i v i l , combatió c o n fuerza el de los que querían que el Rey se dirigiese sobré el Loira. En aquella misma noche salió para en> cargarse del mando del departamento del Norte. Llegado á Peroone el 17 , encontró allí al Mariscal Mnrtier., qué había sido su compañero de armas en la memorable campaña de 1 7 9 2 , y que se apresuró á dar á recouocer al Príncipe c o m o
comandante
en gefe. Desde a l l í , visitó el Duque á Cambrai, D o u a i , Valenciennes y Lila. El 20 de Marzo c o m u nicó á todos los Comandantes la instrucción « de hacer que todas las opiniones cediesen al grito urgente d é l a patria.» Aquella misma noche el t e légrafo de Lila había transmitido un aviso de N a poleón , anunciando su entrada en París. El D u que de Orleans continuó sin embargo sus operaciones hasta el 2 3 ; ¿pero qué podían todos sus esfuerzos, todas sus buenas intenciones contra la disposición , del
ejecuto
? Al llegar el Rey
á Lila
el 2 2 , se apresuró á salir al siguiente dia , sin dejar al abandonar la Francia , instrucción alguna al D u -
30
PERSONAJES
CÉLEBRES.
que de Orleans. -El mismo Príncipe abandonó el 24 la capital del departamento del Norte, para pasar á Inglaterra á unirse con su familia. Twickenham volvió á s e r , después de tantas vicisitudes, la residencia del Duque de Orleans ; pero lo intriga y la calumnia turbaron aquel retiro.
lu-
ciéronse insertar bajo su nombre, en los papeles ingleses, protestas y profesiones de fé hechas adrede para colocarle en mala situación con la rama primogénita ; pero el Príncipe se apresuró á desmentirlas. La batalla de Waterloo volvió por segunda vez á los Borbones á la Francia; y al regresar el Príncipe á París en 1815 , tuvo que hacer levantar el secuestro que durante los cien dias se habia puesto al Palacio Real y sus demás bienes. Luis X V I I I siempre prevenido contra el primer Príncipe de la familia, no podia perdonarte las muestras de aprecio y aun los votos de que habia sido objeto el D u que de Orleans en medio de la Cámara de los representantes, después del desastre de Waterloo. L e vantado el secuestro, el Duque de Orleans volvió á pasar el Estrecho en busca de su familia ; y á su regreso en el mes de Setiembre, usó del decreto del Rey que llamaba á los Príncipes á tomar asiento en la Cámara de los Pares. Allí tuvo ocasión
LUIS
FELIPE
31
I.
de manifestar á la Francia sus opiniones y sentimientos. Su noble lenguaje, que aplaudieron los Ministros del R e y , no obtuvo la adhesion de la Cámara y sirvió solo para irritar contra
el primer
cipe de la familia Real á los gefes
del
prin-
partido
reaccionario. No pudiendo dudar el Duque de Orleans de la inutilidad de su presencia en la Cámara d é l o s Pares, se condenó nuevamente á un voluntario destierro, á fin de dejar al tiempo que calmara las pasiones; y por tereera vez volvió á
verá
Twickenham. De vuelta á Francia en 1817, cuando parecía que el gobierno tomaba una marcha mas moderada, se dedicó enteramente á la educación de su numerosa familia, y al cuidado de a d ministrar, con tanto orden c o m o grandeza, su f o r tuna. Amante de las letras, c u y o cultivo le había consolado en su destierro , se rodeó
de todas las
notabilidades independientes, y supo indemnizarlas con nobleza de las persecuciones de la injusticia del poder. Varios literatos den recordar en el dia , con
distinguidos pue-
orgullo, el
tiempo
en que eran pensionistas del Duque de Orleans. Honraba con su amistad á muchos de los de la oposición constitucional, á
gefes
aquellos cuya
S2
PERSONAJES - C E L E B R E S .
prudente y mesurada c o n d u c t a , nada comprometía de lo que á la sazón existía en Francia , pues distaba mucbo de aprobar á los que querían h a cer servir su nombré de punto de reunión para hostilizar ala rama primogénita ; y bajo este aspecto y tuvieron razón de quejarse muchos escritores, de que e l - D u q u e de Orleans no era de su partido. Después del casamiento del Duque
de Berriy
el Duque se presentaba con mas frecuencia en la C o r t e ; pero Luis X V I I I n o le recibía jamás con cordialidad, y rehusó con obstinación
el dar á
los príncipes de Orleans el tratamiento de Real
s
Alteza
á pesar de estar conforme por todos estilos
con la práctica. Carlos X
á su advenimiento al
trono se apresuró á reparar aquella injusticia, y consintió en que el Duque de Borbon transmitiese su inmensa herencia al Duque de A u m a l e . uno de los hijos de Orleans. Una
perfecta, amistad
parecía unir á los gefes de las dos ramas francesas de la casa de B o r b o n , cuando los fatales decretos de Julio de
1830 ,
transformaron de repente a
Parisen un campo de batalla, y estrellaron en el suelo de las barricadas la corona Carlos X .
del obcecado
L U I S FELIPF.
83
I.
Estábase peleando todavía, cuando se estableoióuna Comisión provisional en la casa del Ayuntamiento para cuidar de los asuntos mas urgentes? se organizaron comisiones municipales y se formó la Guardia Nacional. Desde los primeros momentos, alguBos Diputados influyentes s e habían puesto en !
relaciones con el Duque de Orlearis: S. A . R . a c o gió sus indicaciones Con el perfecto aplomo que siempre ha arreglado su conducta política; y le i m ponía ademas aquel comedimiertto> su lealtad hacia Carlos X . Nada sin embargo p o d o Sustraerle al poder y á la espantosa responsabilidad qué se le presentaba. Los Diputados en su sesión de 30 de Ju l i o , acordaron que se invitase al Duque d e Orleans á desempeñar las funciones de Lugar Teniente Ge¿ neral del Reino. No habiéndole encontrado en París la comisión encargada de llevar aquel mensagé, se le envió por escrito. El Príncipe con toda sú f a milia dejó las frescas sombras de Neuilly y y s e p u ^ so en camino en uno de esos carruages
Omnibm¡
q u e d e aquel suceso conservaron el nombré de O r Llegó ei Duque al Palacio Real álas4>n-
lewMsas:
ce «de la n o c h e , y al siguiente dia por la mañana :
recibió á la- diputación, Aseguró á esta de t o d o « u :
deseo 'de preservar á la Francia de los desastres de
34
PERSONAJES
CELEBRES.
la guerra civil y estrangera, y al terminar dijo: ii las Cámaras van á reunirse, ellas cuidarán d e los medios de asegurar el reinado de lds leyes, y el sos ten de los derechos de la Macion: la carta s erá de hoy. en, adelante
una verdad." E l primer de
creto dado por el Lugar Teniente General, el 1.° de A g o s t o , mandaba, adaptar la escarapela nacio nal. E lmismo dia convocó Jas Cámaras para el 3. de Agosto. La comisión munieipal de P a r í s , con el Gensral Lafa.yatte á su cabeza fue á dimitir sus poderes e n m a l l a s
del Príncipe; pero S. А . В..
dgsoues de deliberar con: su Consejo , r o g ó á los miembros que la componían que continuaran pro visionalmente en sus funciones en cuanto fuere re lativo á Ja seguridad interior de París. E l Prín cipe aabia encontrado á los Ministros ó mas bien á Jos comisarios o o m b r a d o s p o r la comisión muni cipal , paca .cada departamento, y tomados de to dos los colores constitucionales de ambas Cámaras. El Lugar Teniente .General c a m b i ó en parte es tos destinas. Desde e l l . " de Agosto se vjó predo minar la influencia de Mr. Guizot en el minis terio del Interior del q u e se acababa de e n c a r gar;
y (ion $ivp$,,paracomplicar lasl* tuacion del Príncipe , y para crear grandes dificul:
tades ! Pero •• no habia dejado,de prever la. necesidad; de ponerse en aparente ,-coptrad.iccion consigo mismo-: y estos obstáculos ^ e s p a n t a b a n tan poco, como:poco le deslumhraba.Ja popularidad,de l a c a - . He,. á la cual «ra preciso entregarse en l o s p r i m e roa momentos. D e ahí. provino el origen de ese sistema quenepa, desprecio se ¡ha llamado/usto
medio:
el único tal vez, praoticablaen, circunstancias y con-
3fi
PERSONAJES
CÉLEBRES.
diciones tan estraor'dinarias. Establecida ya la situac i ó n , precisó era defenderla á toda costa contra el pueblo délas barricadas, y contra la Europa alarmada y poco benévola, ¿ Y qué hombre de buena fé se atreverla á acusar de haber llenado mal esta d o ble misión al Príncipe que á despecho de los m o tiües , de las conspiraciones y de las máquinas i n fernales , es aun en Francia el único earnpeón del orden p ú b l i c o , y en Europa el mas firme baluarte de la Monarquía constitucional ? Sin embargo Carlos X por un decreto fechadd ert Ranibouillét el l . ° de A g o s t o , había nombrado al Duque de Orleans Lugar Teniente General del Reino ; pero hacia ya dos días qiief él Principe désétripeñaba tan elevadas funciones, y creyó conveniente n'o Usar d é aquélla tardía disposiciow. El mismo dia anunció''el periódico oficial que e l ' L u g a r Teniente G e neral del Reino había depositado en los Archivos de la Cámara de los Pares el acta d e abdicación de Carlos X y del Delfín , en favor del Duque de Burdeos, bajo el nombre de Enrique V . El 3 de Agosto se verificó la apertura dé'las Cámaras , y el discurso del Lugar Teniente General enaquella solemnidad, presentaba bajo una forma noble y sencilla á la v e z , el resumen de lo que acababa de
LUIS
FELIPE
I.
37
gueeder en algunos días. Pqr,un decreto del mismo día, llamó el Duque de Orleans á tomar asiento en la Cámara de los Pares, á sus dos hijos mayores los Duques de Chartres y de Nemours , á quienes acababa de conceder el gran eordou de la Legión de honor. Todas las disposiciones del Príncipe, todas sus respuestas á las diversas diputaciones de las ciudades, contribuían :á sostener el popular e n t u siasmo, pudiéndose citar entre sus a c t o s , la pensión de 1,500 francos concedida por S, A . IV., d e su peculio, á RougefcDelisle, autor del himno de las tnarsellesos. La Cámara de Diputados marchaba apresuradamente por la nueva carrera que se le había abierto. El 7 de Agosto, la Cámara electiva declaraba vacante el t r o n o , y llamaba á ocuparle al Duque do Orleans. Pasó reunida al Palacio R e a l , y su vicepresidente Mr. Laffitte, leyó al Príncipe el acta de Constitueion, Concluida- esta , contestó el Duque; « R e c i b o con grande emoción la declaración que m e presentáis, que considero c a m p j a espresion d é l a voluntad nacional, y conforme c o n los principios políticos que he profesada toda m i vida. Lleno de recuerdos que siempre me habían hecho desear que el destino no me llevase á ocupar el t r o n o , libre
38
PERSONAJES
CÉLEBRES.
de ambición, y acostunibrado á la vida tranquila qué pasaba c o n mr familia, n o puedo Ocultaros t o dos los sentímientoSque agitan mi coraron e n ' ésta grande circunstancia; p e í o hay u n o que los domina á t o d o s , el amoT'tíehiipDis';' sé lo que m é p r é s eñW,
y 10'Haré.» Á\ concluir este discurso; el Prín-
cipe abrazó'con ternura á Mr. Laffite, Millares de voces pedián en los patíos del Palacio Real que se preséntase el P r í n c i p e , el cual salió al balcón con a Reina y s u s hijos, á quienes presentó al- pueblo. Admirado Lafayétte de aquel entusiasmo y"hofnenage universal, dijo tomando la mano al duque de Orleáns: « Hemos h e d i ó cosas grandes-, sois él Prín1
cipe que' ños conviene; es la mejor blicas.
tk las
repú-
» p o r la n o c h e , la Cámara de los Pares,
llevando á su cabeza á Mr. Pasquier , n o m b r a d o Canciller en virtud d e la dimisión hecha por- Mr. Pastoret, presentó al Duque de Orleáfos su adición á la declaración á su gobierno nuevos medios de consolidar el orden público. La
LUIS
FELIPE
í.
45
feliz espedicion de Máscara sostenía en África la gloria de las armas francesas, y honraba al Duque deOrleans que había tomado parte ensus fatigas y peligros: ¡Feliz la Francia , si la mala inteligencia que se promovió entre el Comandante superior de Argel y los ministros del R e y , n o hubiera c o m p r o metido la gloria de sus armas delante de Constantin o ! En esta o c a s i ó n , c o m o en A m b e r e s , c o m o en Máscara, Luis Felipe habia querido verá sus hijos satisfaciendo su deuda para con la patria, y c o m partir Jos peligros d é l o s demás Hijos de la Fran* cia. ¿ Hablaremos acaso de la ridicula disputa «orr un cantón s u i z o , que terminó en cuanto por c o n ducto tranquilo pudieron llegar á los honrados y quisquillosos aliados de la Helvecia, las palabras del Rey de los franceses? ¿ D e la tentativa d e S t í a s b u r g o , en la que el espíritu de partido comprendió' tan malla elevada clemencia del Rey c o n el sobrino de Napoleón? ¿Recordaremos las diferencias próximas á estallar entre la Francia y los Estados U n i dos, y que terminaron la intervención de la Inglaíterra; y el abandonó de algunos millones ? ¿ Examinaremos-por último, bajo el aspecto rentístico, tes resultados de una revolución: que había' ofrecido la reforma y la e c o n o m í a , y que á pesar de su bue-
46
PERSONAJES
CELEBRES.
na voluntad no ha podido cumplir sus promesas en medio do circunstancias difíciles ? Semejante trabajo seria superior á nuestras fuerzas. Otras tentativas de asesinato han ameiftazádó depues las vida dé Luis Felipe,: y la- tranquilidad déla Francia; y siemprelia usado el Rey d e la prerrogativa constitucional con los delincuentes. L a Francia bajo su reinado ve desarrollarse y florecer todos los manantiales de la riqueza pública, y sino ha ejercido toda laInfluencia que debía en los negocios de Europa, la paz tá há condiieido al altb grado d e prosperidad en que se éncueútra. - : Fácil seria recorrer los adelantos hechos en la instrucción pública; lasinmensasobrasde utilidad y ornato continuadasó emprendidas; los caminos de hierro y el movimiento comercial que anima á te' Francia x pero nos falta espació, y está ademas á :
la vista de cuantos conocen a q u e l ! p a í s ¡ - • Satisfecho'•• Luis Felipe con sUobra> veiaconso^ lidarse su .monarquía , y él .Heredero del trono, paS d r e y í ; amaestrado con las lecciones del Rey^proimetía á 1S Francia largos años de tbanq'uilidnd. D e repente la Providencia en sus.impeneítrables arcanos pareció dejar burladas tantas esperanzas: el D u que de Orleans murió el 13 de Jnliotde 1842 ins-
LUIS
FELIPE
I.
47
tantáneamente de resultas de una caída del coche. La familia Real sé hallaba en Nuelly, y Luis Fel ipe esclamó al saber tan infausta nueva, sin perder la serenidad que tanto le distingue, y sin disimular tampoco el inmenso dolor que le oprimía. « ¡ S i al menos hubiera sido y o ! » Palabras que espresaban á un tiempo su pesar y-su amor á la Francia. Pero el Rey con su sabiduría , y la Francia con su sensatez han evitado por el momento los males que aquella desgracia inesperada pudiera ocasionar, h a ciendo una ley de regencia, y previniendo las c o n tingencias de una minoría; y si la Providencia conserva á Luis Felipe algunos años mas de vida, la Francia grande, rica y poderosa, contará al gefe de la nueva dinastía entre los Monarcas mas grandes de que hace mención su historia.
D. TOMAS
ZÜMALACARREGÜL « Zumalacarregui traordinario valor ,
era el
h o m b r e es-
del partido
c a r l i s t a ; su
su increíble a c t i v i d a d , su v o -
l u n t a d de h i e r r o , y>su fortuna, le h a bían dado
u n a s u p e r i o r i d a d , de
que
difícilmente h a gozado j a m á s o t r o e'ii semejante posición, A
Ilist. polit. del partido Carlista ¡ por el Coronel L A S A M , p á g .
10.
Üha mañana del mes de Octubre de 1833 se b a ilaba un grupo numeroso de carlistas en el vallé de Araquil, cerca de la carretera de Pamplona: en sus abatidos semblantes se echaba de ver fácilmente el desaliento y confusión
que rápida
mente cundían en sus filas, efecto de las tristes
2
PERSONAJES
CÉLEBRES.
noticias que habían recibido. había sido fusilado
D. Santos Ladrón
en Pamplona el dia
15 de
Octubre ; Lorenzo y Castañon liabian arrollado á los insurjentes en Peñacerrada y Hernani, mientras que
Sarslíeld dispersaba
por otro lado
la
naciente partida de CuevUlas. Por d o quiera los voluntarios
realistas eran desarmados sin nota-
ble resistencia, faltando sus gefes á los compromisos contraídos, y dejando fallidos los cálculos, que c o n ellos sp
habían formado:
y
mientras
esta conversación pasa&r en> Uw rincón de Navarra,
la Corte era teatro, de una escena sangrien-
ta y alarmante, en que OO voluntarios
abando-
nados á sus esfuerzos defendían desesperadamente su cuartel, y precipitábanla agonía del realismo En aquel momento los carlistas del valle de Araquil vieron mediana con
y
boina
venir hacia ellos un
hombre
de
fornida estatura, vestido de capa y á
estilo del
país.
Aquel
hombre
era Zumalacarregui, bien conocido ya en aquellos p,aises por los servicios que prestara á la causa realista en 1822. Al darse á conocer en medio de aquellos grupos sintieron
estos
renacer
su moribundo entusiasmo, y empuñaron sus fusiles lanzando gritos de júbilo marcial. Un ocul-
3
ZUMALACAIÍBEGUI.
to presentimiento les indicaba, que bajo rección las indisciplinadas habian de elevarse
á
la
huestes de altura
su di-
Navarra,
de un
f o r m a l , que había de marchar en
ejército
pos de él á
la victoria. Hombres oscuros de menguada reputación
y
encontradas
entonces aquel
poco
hallaban divididos al ver pues
pasiones apetecible
con
se
disputaban
mando,
mezquinas
los insurgentes
á
se
Zumalacarregui
entre sus filas , le reconocieron al gefe, merced á su antigua
y
rivalidades: punto por su
nombradla
y
á
la
circunstancia de' ser del pais-tescó-návárro, sin la
cual diflcilnrente
sé le hubiera
confiado'
el
mandó en aquellas circunstancias. D. Tomás Antonio Zumalacarregui
nació en
la villa de Ormaistegui, en el centro de Guipúzcoa el día 29 de Diciembre d é 1788, de
padres
nobles llamados D . Francisco A n t o n i o , y Doña María Ana
de Imaz y
Altolaguirre. Perdió
padre á la edad de cuatro años, pero su
su
madre
cuidó con esmero de su educación. A los diez y seis pasó á Pamplona Eclesiástica', pero
á instruirse en
habiendo
la
sobrevenido
Curia pocos
años después la invasión del ejército francés, y apoderado éste de Pamplona y su Cindadela por
4
PERSONAJES
CELEBRES.
un artificio grosero, pasó Zumalacarregui
¡í Z a -
ragoza y se alistó voluntario, hallándose alli en el primer sitio en clase de distinguido. Habiendo salido un dia de descubierta,- durante el seg u n d o , cayó logró
escapar
prisionero, y con no poco trabajo de los franceses, llegando á
su
patria estenuado de fatiga. Pero asi que se vio repaesto, se incorporó á ü . Juan de Jáuregui (el Pastor) que formaba entonces su guerrilla. Jáuregui supo hacer aprecio de su mérito y le n o m bró teniente y secretario s u y o , en reemplazo de D . Fermín Iriarte, que había tomado el mando de un
batallón, de los tres que llegó
aquella
división.
Para que
á tener
se confirmasen
despachos de sus gefes y oficiales,
fue
los
preciso
nombrar una persona de notoria capacidad, que pasase á Cádiz, y el nombrado fue Zumalacarregui, quien lo desempeñó á satisfacción, obteniendo para sí los despachos de Capitán efectivo, y regresando de Cádiz por el mes de Julio de 1813. Incorporado otra vez á su división, se halló en el sitio de S. Sebastian, y el dia 31 de A g o s t o , en la célebre batalla de S. Marcial, en la caal,según el dicho de Lord W e l l i n g t o n , se ran los españoles
como
las mejores
tropas
portadel
5
zrjMALA.CA.RR.KGUI.
mundo. Luego que S. Sebastian cayó en poder de los aliados,
pasó la división guipuzcoana
guarnecerla,
allí Zumalacarregui principió á
y
á
dedicarse al estudio profundo de la t á c t i c a , en que tanto babia
de sobresalir.
Algún
tiempo
después, habiendo el General D . Carlos Aroizaga fijado su capitanía general en la villa de T o bosa, se llevó á Zumalacarregui de Capitán Archivero. Gonluida la guerra, obtuvo en 1815 el mando de una
compañía
del regimiento
de infantería
de Borbon. Habiendo sido licenciado este regimiento , fue colocado Zumalacarregui con igual graduación
en el de
Vitoria, y poco
después
en el de las Ordenes Militares 33 de línea. Cuando se proclamó la Constitueion en 1820, durante los primeros momentos de efervescencia, Zumalacarregui fue acusado de profesar
doctri
ñas anti-eonstitucionales , y sus mismos gefes y compañeros formularon peticiones , para que
se
le arrojase del cuerpo : efectivamente, fue destituido del mando de la compañía , pero poco después se le repuso en e l , y continuó por espacio de dos años. Mas no
por eso olvidó el
que de sus mismos cantaradas
había
insulto, recibido.
6
PERSONAJES
CÉLEBRES.
El levantamiento de su pais l e proporcionó o c a sión muy oportuna que
para
tomar la
satisfacción
anhelaba. A fines de 1821 estalló
realista en Sangüesa,
uü
pronunciamiento
precipitando
la
conspira-
ción , que desde principios de aquel año se tramaba en Navarra,
y
que tenia
muy vastas y
ocultas ramificaciones, aunque carecía de los me. dios materiales para llevar á cabo el levantamiento. Con este motivo
se
retiñieron
precipitada-
mente en Barasoaio, el 10 de Diciembre, los v o cales nombrados de antemano para la Junta, Mel i d a , Eraso y Vjllanueva; y tremolaron la bandera del absolutismo. Dos dias después
contaba
ya Villanueva a sus órdenes 500 h o m b r e s , aun que mal armados
y sin
estas fuerzas en diferentes tar la persecución , rapidez, pero
municiones.
se engrosaron
fueron
Divididas
direcciones, para evi-
derrotadas
con increíble sucesivamente
por Cruchaga el 25 de Diciembre en Larraínzar, y el 6 de Enero en Nagore. Con esto quedó orden restablecido conducta de
en Navarra , y
la
el
generosa
Cruchaga, salvando los prisioneros
de manos de Tabuenca, acabó de afianzarle; atrayendo á sus casas á los que andaban dispersos.
7
ZUIVIALACARREGUI.
La insurrección parecía completamente estinguida, hasta que á principios de Junio de 1822 estalló nuevamente y c o n trando
Quesada
mas formalidad ,
en-
desde Franeia, para ponerse al
frente de los insurgentes. Temeroso el Gobierno del incremento que pudieran t o m a r , habia practicado varias diligencias, gestionanando con el francés para que se embargasen los 4,000 fusiles, que guardaba Egida en B a y o n a , y agolpando
tropas
á las Provincias.'Uno de los regimientos enviados allá fue el de las Ordenes militares , que llegó á Pamplona en el intermedio del primero al segundo levantamiento. A pocos dias de su lie gada, recibió orden Zumalacarregui
de pasar á
Vitoria á las órdenes d e López Baños con dos oficíales m a s , c o m o lo verificó, dejando en Pamplona á su esposa. En esta ocasión eorrió
uno de los
mayores
riesgos de su vida, á manos de unos salteadores que los sorprendieron en una
casa
de campo.
Eran unos facinerosos que habían asesinado y r o bado á una Señora rica de T o l o s a , con circunstancias las mas horribles , y
valiéndose
de sus
doncellas. El capataz era un carnicero del pueblo, hombre feroz y patriota
de los mas furibundos;
8
PERSONAJES. CELEBRES.
pero habiendo
sido descubierto , fue conducido
á Pamplona juntamente con sus cómplices, y c o n denado á morir en un patíbulo.
Habiendo estos
escalado la c á r c e l , eludieron el castigo de la ley, que sufrieaon las alucinadas d o n c e l l a s , mientras que sus
prometidos
novios
partida,; titulándose defensores
improvisaban
una
del altar
del
y
trono. En tales manos vino á caer Zumalacarregui con sus dos compañeros, y en vano ron de
trata-
hacer valer sus opiniones realistas bien
conocidas. Después de haberlos despojado- de t o do cuanto llevaban, golpeáronlos
inhumanamen-
te , y los amenazaron con una próxima
muerte.
Quince dias duró aquel prolongado martirio, en que tuvieron que seguir las correrías d e aquellos facinerosos , estenuados de hambre y de fatiga, maltratados á cada paso y con la vida pendiente del capricho de aquellos caribes. Súpolo Quesada á los pocos dias de haber entrado
en
Navarra,
y. marchó con su gente en busca de los preten didos defensores de la fé. Huyeron
T
estos al sa-
ber su aproximación , y Quesada compadecido de sus víctimas, agasajó á los tres oficiales y los en* vio á P a m p l o n a , para que se repusieran de sus quebrantos.
'9
ZUMALACAHRFX.IH.
Mientras que Zumalacarregui en
aquella,
los realistas de
conseguía
esto
Navarra tomaban
un incremento tan r á p i d o , que al cabo de un mes se hallaban ya en estado , no solamente de resistir, sino aun de ofender á las columnas que marchaban en su persecución. Mientras López B a ños atacaba el l .
u
y 2.° batallón á las órdenes
de Quesada, D . Santos Ladrón que se habia r e tirado enfermo al pueblo de Ancivaoa , improvisa^ ba un tercer batallón, con mas de 400 jóvenes de los valles de Erro y Esteribar; y después de a r marlos y equiparlos en diez d i a s , se presentaba con ellos á las puertas de P a m p l o n a ,
llamando
la atención de las columnas perseguidoras aquel movimiento a su retaguardia.
Entretanto
Salaberri organizaba hacia la ribera el cuarto Navarra, y un
con
pelotón de Roucaleses
de
reunidos
en Ira ti daban principio á otro batallón titulado de Guardias Reales. En tales circunstancias, Z u malacarregui repuesto ya de sus heridas, determinó fugarse de Pamplona en compañía de sus dos amigos. Presentóse á Quesada el día 22 de A g o s to de 1822 en el pueblo de Almandoz, á la entrada del vállede Bastan, donde acababa de penetrar aquel por primera vez y después de una marcha penosa.
10
PERSONAJES
No
CELEBRES.
podía Zumalacarregui
niejor ocasión. El segundo
haber
batallón
llegado eii sé
hallaba
sin gefe por la ausencia de D . Santos, y en los tres dias que permaneció Quesada en el vallé de Bastan, se ocupó en reorganizar su gente, mermada por la persecución y el cansancio, y equiparla con los muchos recursos que sacó de aquel valle, al cual por su adhesión á la causa de la libertad miraban c o m o
tierra de conquista.
Determinó
pues Quesada poner dicho segundo batallón á las órdenes de Zumalacarregui, con el grado de teniente coronel. El dia 25 por la n o c h e , reunidas todas las fuerzas realistas salieron de E l i z o n d o , y poco después se volvieron á separar, marchando Zumalacarregui con su batallón solamente eu compañía d e Quesada y del cuartel general. El 30 de aquel mismo mes salió este con toda la división de Navarra para Cataluña, con objeto de comunicarse c o n el Barón d e Eróles , y el 18 de Setiembre dio la funesta acción de Benavarre, en la que fue destrozada y pasada á cuchillo casi toda visión de T a b u e n c a ,
juntamente
con
su
la d i gefe.
Zumalacarregui contribuyó poderosamente al éxito del ataque. Encargado de sostener una altura
11
ZUMALACARKEGU1.
contra
todas las fuerzas de T a b u e n c a ,
lo
hizo
con todo tesón; y atacando el flanco derecho á pesar del fuego de dos cañones de á cuatro, situados en unas viñas junto al p u e b l o , logró envolver las compañías que los custodiaban, y apoderarse de ellos y d« un gran repuesto de
municio-
nes. Su batallón fue el que mas padeció comparativamente , pues tuyo dos muertos y 14 heridos, si hemos de creer el parte del Barón de Eróles. (*) Después de un mes de correrías por el alto Aragop y Cataluña, principió á regresar la espedicion á navarra
el 15 de Octubre de 1822 , y
aquel mismo dia hizo Zumalacarregui en Casbas 60 prisioneros de una partida suelta , después de una obstinada resistencia en que murieron otros 30. El 19 volvió á pisar el suelo
natal y des-
cansó en Lumbier, Deseoso Quesada de señalar su entrada en Navarra con un golpe
de
mano
atrevido, trató de atravesar rápidamente la pro» vincia y sorprender
(*)
la ciudad de Vitoria, pero
Las fuerzas de los realistas eran de m a s de 2,000 h o m -
bres : las de Tabuenca unos 1,200 infantes de los regimientos de Jaén , Toledo de la Reina.
y Ordenes m i l i t a r e s ,
y
40
dragones
Eróles en su parte calculó la pérdida de
gente en 5 m u e r t o s , y 16 heridos.
su
12
PERSONAJES
alcanzado por
CÉLEBRES.
las tropas constitucionales
hubo
de mudar de d i c t a m e n , y tomó posiciones entre los pueblos de Nazar y Asarta, donde áíguri dia Zumalacarregui habia de hacer uno de los primeros ensayos
de
su
pujanza,
como
veremos
mas adelanté. Por lo que hace á Quesada,
en
la acción de 27 de Octubre de 1822 estuvo poco diestro , y fue derrotado por
fuerzas inferiores,
habiendo dejado abandonada
una posición
que
luego quiso ganar á fuerza de sangre. L o s batallones navarros flanqueados por
los constitucio-
nales , se arrojaron por los derrumbaderos ; pero el
de Zumalacarregui algo mejor situado
pudo
retirarse mas ordenadamente. Quesada aborrecido de los navarros desde que los habia sacado
de
su pais para Cataluña, vio entonces cuteramente perdido su prestigio , y tres dias después dejó el mando y se
retiró
á
Francia. Entró
allí en su lugar D . Carlos O-Donéll, y
desde
dividien-
do sus fuerzas las dispersó en varias direcciones, tomando para su escolta el segundo batallón c o mo mas completo y disciplinado. El mando de los militares solia ser para los navarros tan infausto c o m o ingrato , y O-Donell cansado de doce dias de continua fuga, y viendo el mal sein-
13
ZUMALACABREGUI.
blante de aquellos, volvió á meterse en Francia, dejándola gente á cargo de D . Santos L a d r ó n , como ellos deseaban. A principios del año 1823 tomó este el mando , y conociendo
el
espíritu
de
los navarros
mejor que sus predecesores , se penetró de que era preciso resistir á todo trance, ó sufrir una c o m pleta dispersión. Volvió caras contra las c o l u m nas que iban á sus alcances , y el día 7 de Fuero sostuvo una acción bastante reñida en el puente de Muniain. Zumalacarregui con su batallón d e fendió una posición interesante junto al
puente,
hasta que agotadas las municiones se retiró con las demás fuerzas hacia el valle de Berrueza. D o s dias después atacó dentro de Estella una columna, que creyó sorprender en aquel punto. lacarregui al frente de su batallón
Zuma-
penetró
por
el portal de Lizarra , basta la plaza -de Santiago, en la que habia formadas tres compañías, que se sostuvieron con mucho valor, dando lugar hasta que huyeron los realistas , por temor de una c o lumna de 2,000
hombres que habia
Pamplona. Retirado
salido
de
desde allí á las montañas
deSalazar y Aezcoa, recibió órdenes de D . S a n tos Ladrón
para cubrir
con su
batallón
aquel
14
PERSONAJES
CÉLEBRES.
p á i s , y custodiar la Junta , mientras él con las restantes fuerzas marchaba sobre Huesca, á s o r prender su guarnición y recoger municiones. Estando en
Abaurrea
la noche
del
1.
a
de
Marzo, se vio harto comprometido con sü bata-l l o n , y aun se esparció la voz de que habia sid o sorprendido: para vindicarse de esta iníputacion dirijió un comunicado verdad
contra
el error,
al redactor
de
La
(periódico de los rea-
listas de Navarra) en que desmentía aquel Suceso, ségun Sé hábia referido. En el hacia ver, que situado 1
en él pueblo llamado la Aba-torrea alta,
¡habia des-
plegado todas las precauciones estratégicas
que
eran del c a s o ; y no satisfecho coii esto habia recorrido en persona las avanzadas al
tiempo
de
amanecer, y mandado tocar diana : que formado j*a el batallón t u v o noticia de que la
columna
dé Salcedo habrá pasado el puente de Aribe, cogiendo los confidentes q w í e n e l tenia apostados, éú virtud de lo cual hizo retirar á los individuos dé la Junta hacia él puerto de A r e t a , cubriendo él su retirada sin disparar un tiro, y
con
pér-
dida tan solo de tres prisioneros. El comunicado concluía con estas palabras notables por su estilo. «Atacado por tres columnas enemigas que c o m -
tft
Z U M A L A C A R R E G U I .
«ponían el número de 1,500 hombres
de infah-
»teria con porción de caballería, emboscada desde » la medía noche una de aquellas á rrii retaguar» d í a , ocupando el camino
de Jaurrieta , y el
«resultado ha sido haberme hecho »ñeros.
tres
prjsio-
Sin embargo los bandidos presentaron
» á los ojos del pueblo esta ocurrencia c o m o una » d e sus mayores victorias , mas no debieron p o li nerla en boca si conocieran el honor
militar;
11 y á fe que puestos los valientes realistas en su «luga», ya hubieran. Sacado inas carne- entre las »uñas.» Nueve días después recibió orden Zumalacarregui de D . Carlos O-Douell
de pasar
con su
batallón á Francia para recibir alli el armamento y e q u i p o , que tenia preparados' para toda la división de Navarra. Después
de doce días d e
inacción dentro del territorio francés , regresó t o da ella á Roncesvalles completamente equipada, y marchó hacia la Rasoaña
á las órdenes
de
D . Santos Ladrón. Alli se verificó el día 26 de" Marzo una sorpresa
de las mas funestas
que
esperimentaron las armas constitucionales en aquella época, pues perdieron cerca de 400 muertos y 700 prisioneros, según el parte de D . Santos,
16
PERSONAJES CELEBRES.
y los dispersos fueron perseguidos hasta las
mw
rallas mismas de Pamplona. Situado Zumalaearregui en Villaba, sostuvo con su batallón el fuego por espacio de una hora contra la guarnición de Pamplona y la columna de Chapalangarra , que habían salido en apoyo de los fugitivos,
y que
hubieron de retirarse á vista de las fuerzas superiores de los realistas. Las tropas francesas entraron en seguida á dar un paseo militar, y los batallones segundo y tercero de Navarra, mandados por D . Santos Ladrón en clase de Brigadier, pasaron á formar la vanguardia del segundo cuerpo del ejército francés á las órdenes d e M o l i t ó r . Entró este en Zaragoza el 26 de Abril sin resistencia alguna, y los batallones navar-ros se acuartelaron en el arrabal. Desde alli salieron el primero de Mayo para recorrer el alto de Aragón y D . Santos dejando cinco compañías para sitiar el castillo de M o n z ó n , pasó con Zumalacar-regui á poner su cuartel general en Tamarite , en el cual se dio la funesta acción del 17 de Junio. Una estrella fatal presidia á las armas constitucionales c o m o á la política de su gobierno.. Dos dias antes habia Fernando VII (*) llegado á Cádiz después de (*)
Yéasp su biografié.
ZUMALACARREGUI.
17
las ruidosas escenas de Sevilla. Casi al mismo tiempo una fuerte columna de 1,400 infantes con 100 caballos y 2 piezas de artillería , salia de Lérida á destruir la de Tamarite y levantar el sitio de M o n zón : pero al llegar cerca de a q u e l , fue derrotada miserablemente por dos batallones incompletos, y perdió su artillería. De resultas de este descalabro, se entregó el castillo de Monzón el dia 22 de Julio de 1823. Concluida la guérfa, y después de haberse rendido la plaza de Pamplona en 16 de Setiembre de 1&23, se creyó lo mas oportuno disolver la división de Navarra: las batallones que habían asistido al sitio, resentidos de que n o se les hubiera permitido entrar en la ciudad, se desvandaron, regresando á sus casas la mayor parte de su gente. Con la que habla quedado, y alguna de los batallones que habían ido á la toma de M o n z ó n , se trató de formar uno provisional, cuya organización encargó el Virey interino al teniente coronel Z u m a laca rregui. Era ya conocido entonces por su genio disciplinista y organizador, de lo cual habiá dado repetidas pruebas mientras habia mandado el segundo de Navarra, que era sin disputa el nías aguerrido y mejor arreglado de toda la división. Posterior*
18
PERSONAJES
CELEBRES.
mente había observado profundamente la disciplina y táctica de los batallones franceses en cuya compañía había marchado, haciéndole concebir la idea de muchas reformas militares para lo sucesivo. Ninguno mas á propósito para este fin que Z u malacarregui, dotado de un tesón y energía nada comunes, que se enardecían con los obstáculos, en vez de abatirse. A mediados de Octubre estaba ya completamente-organizado y equipado el batallón , que al p u n to se agregó ai ejército, recibiendo el n o m b r e d e primero de voluntarios de A r a g ó n , segundo de línea , con arreglo al Reai decreto de 23 de Abril de 1824, L o s gefes fueron nombrados por el Rey, quedando Zumalacarregui
sin colocación
entre
e l l o s , y por tanto se hubo de retirará Pamplona con licencia ilimitada. Allí en efecto fue nombrado individuo de la Comisión Militar, cuyo
cargo
desempeñó hasta fines de 1825, en que recibió Iosdespachos de Teniente Coronel del regimiento c a zadores del R e y , primero de ligeros, que se hallaba de guarnición en Huesca debiendo tomar su rango de antigüedad, desde el día 22 de Agosto de 1 8 2 2 , en cuya época se habia incorporado á las ü'opas del General Queseda. No tenia á la sazón
ZUMALACAIIB.EGUI.
18
aquel regimiento Coronel a l g u n o , por cuya causa Zumalacarregui, estuvo desempeñando sus f u n ciones por espacio de catorce meses. Desde allí pasó con el mismo grado, al regimiento del Príncipe, tercero de línea , en el cual permaneció por largo tiempo. Durante este, puso el regimiento bajo un pié de disciplina admirable, y liemos o i d o á m i litares inteligentes que lo conocieron en aquella época, no titubear en calificarlo, c o m o el mejor que tenia entonces la nación. L s rapidez y limpieza en las evoluciones, su brillante equipo y la rígida disciplina de todos los i n d i v i d u o s , llamaban
la
atención de los paisanos y escitaban el entusiasmo de los inteligentes. Cuando el Rey Fernando VII estuvo en Zaragoza en el año de 1828 tuvo gusto en ver maniobrar aquel regimiento en el campo del Sepulcro, y quedó muy c o m p l a c i d o d e su porte brillante, y marcial. Refiérese con este motivo, a u u q u e j i o s a Iimos garantes de su exactitud , que admirado el Rey y complacido de la precision con que habia ejecutado el regimiento todas las maniobras, hizo cumplimentar á s u Coronel. Pero e s t e , que hacia poco tiempo que estaba al frente de aquel cuerpo, tuvo la modestia de responder: que aquellas venta-
20
PERSONAJES
CELEBRES.
jas eran debidas al celo de
su segundo el T e -
niente Coronel Zumalacarregui. Noticioso el Rey de la respuesta, y de los servicios anteriores de aquel, replicó que no quería que tan brillante oficial esperase por roas tiempo un grado que tan bien había merecido; y efectivamente, poco tiempo después fue promovido á Coronel del tercero ligero , voluntarios de Gerona. En aquel cuerpo permaneció hasta el mes de Junio de 1831 , en que pasó á mandar el regimiento de Estremadura, c a torce de línea. Llegaron por fin los sucesos de la Granja á c a m biar la faz de la nación, v servir de preludio á la triste década, que aun no hemos concluido de arrostrar. Zumalacarregui sehallaba entonces con su regimiento en el Ferrol de cuya plaza era Gobernador. Los soldados de Estremadura, acérrimos realistas, inspiraban desconfianza, y aun llegó á circular la voz de que trataban deproclamar á D . Carlos. Habiendo tenido aviso de esto el Comandante del apostadero D. Roque Guruzeta, formó en el arsenal la brigada de marina, y reunió todas las personas conocidas por su adhesión á la Regencia provisional de la Reina. La desconfianza que mostraron estas contra Zumalacarregui, le exasperó en
21
ZUMALACABREGUI.
alto grado, y mucho mas cuando supo que se le había acusado por desafección, y de haber intentado proclamar á D, Carlos. Por este motivo después de arrestarle el 20 de Octubre por o'rden del I n s pector general de infantería, se le quitó el mando de gobernador, y se le sujetó á un proceso, en el cual quedó probada su inocencia. Del Ferrol vino á Madrid donde concluyó de exasperarse por el tratamiento que le hizo Quesada, poniéndole á inedia paga. En virtud de esto, pidió que se le enviase á Pamplona con licencia ilimitada, á reunirse con su familia. Negóse por tres veces su solicitud, pero habiendo insistido y con buenos empeños logró por lin lo que deseaba. Llegó á Pamplona á mediados de Agostp de 1 8 3 3 , y al poco tiempo sobrevino la muerte de Fernando VII en 29 de Setiembre de aquel mismo a ñ o , que fue la señal de una nueva guerra, en que habían de luchar todas las pasiones por largo tiempo comprimidas. Enarbolado el pendón de D. Carlos en los montes de Navarra, acudieron á reunirse
bajo aquella enseña
todos
cuantos habían sido espulsados de sus cuerpos después de los sucesos de la G r a n j a ,
ora por sus
opiniones realistas , ora por rencillas y venganzas personales. Zumalacarregui víctima de uno y otro,
22
PERSONAJES
CÉLEBRES.
no podía faltar al llamamiento, y con no poco trabajo, por la vigilancia que se ejercía sobre é l , o b l i gándole á presentarse diariamente en la Capitanía General logró al cabo fugarse de Pamplona, abandonando su esposa y sus hijas, que fueron encerradas en el convento d o religiosas Recoletas. De esta manera llegó Zumalacarregui al valle de Araq n i l , el dia 27 de Octubre de 1833, á reanimar el espíritu de aquellos abatidos guerrilleros. Sus antecedentes, que acabamos de: referir, su ardiente realismo al cual debia su desgracia, y haber sido privado del m a n d o , sus conocimientos del país y de su terreno, y hasta la mirada penetrany severa del genio, que arrastra los inferiores en pos de s í , contribuyeron á que se pusieran aquellos al punto bajo sus órdenes. Pero no obtuvo el mando sin contradicion. Hallábase Itsurralde al frente del primer batallón de Navarra, que se había armado :
con cuatrocientos fusiles traídos por Echevarría de Vitoria. Al saber que Zumalacarregui formaba otro batallón sin contar con é l , envió dos compañías para prenderle;pero noticioso aquel de este peligro, salió impávido al encuentro de las compañías, y su voz fue bastante para trocar enteramente la escena, haciendo que fueran á prender al mismo Iturral-
23
ZUALALACAUREGUI.
de. Conducido este á su presencia fue tratado por Zumalacarregui generosamente, conociendo lo que importaba evitar un cisma en su naciente división. Reuniendo todas las fuerzas, de Navarra, Guipúzcoa y Álava, con anuencia de sus juntas nombró á Iturralde su segundo, constituyéndose él mismo en gefe, y declarando que no entregaría el mando sino al mismo Erasoen persona, que había sido el primero en proclamar á D . Carlos c o n el destacament o de carabineros, que tenia á sus órdenes en R o n cesvalles. Hallábase Eraso ala sazón en Francia, en donde á: duras penas había logrado
refugiarse,
huyendo de una partida enviada á Valcárlos con objeto de prenderle. Cuando regresó de Francia burlando á la policía francesa,
Zumalacarregui
fíela su palabra le entregó el mando ; pero Eraso amigo suyo , y que conocía su mérito y superioridad,, se: negó á tomarlo contentándose
con
mandar e n segunda línea. Hallóse entonces Zumalacarregui frente á frente de Quesada, eonlra quien alimentaba una marcad» animosidad, la cual se atribuía á h s contestaciones que habían mediado entre ambos en Madrid aun antes de haberle destituido' del mando de su regimiento de Estremadura. Otros le daban mas
24
PERSONAJES CELEBRES
antiguo origen, suponiendo que databa desde ia acción de Nazar, en que los gefes navarros r e c o n vinieron ásperamente á Quesada, obligándole á dejar el mando c o m o arriba dijimos. P e r o á pesar de la activa é incesante persecución de a q u e l ,
Zu-
malacarregui habia logrado organizar su gente, enseñarla el manejo del arma y las mas precisas evoluciones, de modo que á fines de Noviembre contaba ya á sus órdenes mas de 4 batallones y 3 escuadrones, entre vascos y navarros,. Es verdad que los batallones apenas tenían 600 plazas, lo cual habia hecho
para darles mayor movilidad y
que
fuesen mas rápidos y fáciles sus movimientos; pero ademas contaba numerosas partidas de aduaneros y gente suelta, que proporcionaban recursos, i n terceptaban comunicaciones, acometían á los rezagados, y hacían uu verdadero servicio de guerrillas.Con tales elementos contaba Zumalacarregui, cuando se decidió á dar á sus tropas la primera lección. Deseando Quesada escarmentarle, determinó obrar sobre el valle de Araquil, á donde d i rigió sus fuerzas, y quedó sorprendido al ver á Z u malacarregui en posiciones y esperando el ataque, cual si quisiera dar á sus Voluntarios el bautismo de f u e g o , en el parage mismo en que ellos le ha-
ZUMALACAIIBEGUI.
25
biaii honrrado con su mando. Hallábase situado en una posición tan fuerte c o m o pintoresca, ocupando la colina sobre la cual descansa el pueblo de Alsasua, á la derecha de la carretera de Vitoria á Pamplona. Un riachuelo coronado por u n puente de madera serpenteaba por el campo, y á retaguardia un bosque poblado y frondoso servia de abrigo y emboscada á las tropas de Zumalacarregui, p r o porcionándoles retirada hasta Guipúzcoa, en caso de una derrota. Antes de principiar el ataque r e mitió Quesada un pliego, exhortando A los insurgentes á deponer las armas. Al recibirlo Zumalacarregui , leyó su sobre dirigido al ge/e de los
bandi-
dos, y volviéndolo á manos del parlamentario le dijo «que c o m o no iba dirigido á ningún gefe del ejército carlista, lo devolvía sin abrirlo. » Quesada que no habia creído encontrar aquella resistencia, tomó posición en una altura inmediata , contentándose con observar á su c o n t r a r i o , superior en fuerzas. Al ver este su indecisión hizo un movimiento de flanco, y atacó rápidamente aquella posición que en breve se vio envuelta , y abandonada , pronunciándose las tropas liberales en retirada, después de una tenaz resistencia. Funesto les hubiera sido quizá aquel dia,á no haber llegado oportunamente
26
PERSONAJES
CÉLEBRES.
la división de Jáuregui, que varió el aspecto de la jornada. En ella sucumbieron no pocos valientes de una y otra p a r t e , y entre ellos los oficiales O-Donell y Clavijo eon otros varios oficiales y soldados, que después de prisioneros fueron pasados por Jas armas. ¡Tal era el encarnizamiento con que en aquella época se hacia la guerral Los carlistas disculparon estos fusilamientos, asegurando que Zumalacarregui propuso un cange entre O-Donell y un oficial, que le servia de secretario, pero Quesada por única respuesta , mandó fusilar su prisionero á vista del parlamentario. Ignoramos
hasta
q u e punto sea cierto este s u c e s o , que se reprodujo después en el fusilamiento del Conde de Viamanuel. Satisfecho Zumalacarregui con ensayo de sus fuerzas,
no
aquel primer
quiso dejar que
se
resfriase el entusiasmo de sus soldados. Aquellos hombres , que pocos
dias antes apenas podían
sostener el fuego unos
pocos m i n u t o s ,
sabían
ya defender sus posiciones, y principiaban á usar la bayoneta. Tampoco Quesada se descuidaba por su parte, y deseando abatir á su c o n t r a r i o , se dirijió con el General Lorenzo á ocupar la
Bo-
runda, El gefe carlista supo á tiempo este moví-
27
ZUMALACARREGUJ.
míenlo por los numerosos confidentes
y
espías
que pagaba, y tomó posiciones á la entrada del valle de G u l i n s s , sobre las dos nocidas c o n el nombre de las
eminencias c o dos
Hermanas,
por entre las cuales corre el dicho valle. F o r m i dable era aquella posición , y mucho mas defendida por un gefe c o m o Zumalacarregui, que sabia
sacar partido de la menor ventaja. Pero
el
retirarse á su vista hubiera sido un triunfo c o m pleto para los carlistas, que se hubieran envalentonado, al ver que las tropas liberales esquivaban ya su ataque. Decidióse pues Quesada á forzar aquellas posiciones, y 1Q consiguió al fin c o n no poca sangre y trabajo. El terreno fue disputado palmo á p a l m o , cada árbol y cada roca era un, reducto cuya posesión costaba preciosas gotas de española s a n g r e , y cuando la noche vino á
cu-
brir con su tupido velo aquella escena horrible, en que 600 hermanos habían sucumbido unos á manos de o t r o s , las tropas d é l a Reina,vivaqueaban sobre aquellas rocas regadas con su sangre, para abandonarlas al dia siguiente , á los mismos á quienes con tanta tenacidad habian lanzada de ellas. La campaña de 1833 concluyó con la
acción
28
PERSONAJES
CELEBRES.
del 29 de Diciembre en los campos de Nazar y Asarla , tan funestos en otro tiempo para Quesada. Aquel dia tuvo Zumalacarregui que sostenerse contra las columnas reunidas de Aragón y Nav a r r a , á las órdenes de Oráa
y
L o r e n z o , que
contaban con seis batallones y casi otro de
ca-
rabineros , con dos escuadrones y dos piezas de montaña. Las fuerzas carlistas eran cuatro batallones navarros y tres alaveses, con cerca de 200 caballos : aunque su número era inferior, ocupaban unas posiciones
en
estremo
estaban escalonados hasta la denominada la Peña
dormida.
ventajosas , y
formidable El
altura
ataque
fue
uno de los mas sangrientos de aquella época, y varios batallones navarros después de concluir sus escasas municiones, dieron una carga á la bayoneta, contra la columna que atacaba al pueblo de Asarta, donde se habian replegado. A tal punto habian subido en dos m e s e s , y bajo la dirección de Zumalacarregui, el entusiasmo y
disci-
plina de aquellas bandas desarregladas, que encontró en el valle de Araquil próximas á dispersarse. Los principios del año 1834 fueron poco n o tables , y apenas señalados con alguna que otra acción parcial. Por otra parte, la mala inteligen-
29
ZUMALACARREGUI.
cia que reinaba entre Quesada y Valdés dificultaba
las operaciones, y
Zumalacarregui
recon-
centrando sus fuerzas hacia Lumbier, ó bien invadiendo
sucesivamente los
valles
de
Navarra,
obtuvo los recursos que necesitaba, y concluyó de
organizar su gente del mejor modo posible.
Las pequeñas partidas se batían con furor y encarnizamiento, y por una y plegaba
un lujo de
otra parte se des-
terror estraordinario.
Con
fecha 9 de Febrero circulaba Zumalacarregui una orden en que imponía pena de la
vida á todo
el que condujese partes de las tropas de la Rein a , ó diese á estas noticia de sus movimientos, circulase órdenes del Gobierno liberal, ó encubriese algún voluntario desertor de
sus
batallo-
nes. Estas amenazas unidas al gran prestigio de que ya g o z a b a , concluyeron por atraerle las c o municaciones de todos los pueblos,
y facilitarle
los recursos necesarios. He aqui la descripción del estado de las fuerzas carlistas en aquella primera época de su levantamiento hecha
por
« T o d o carlista era en
(*)
Historia
política
del
el
Coronel
aquel tiempo
partido
carlista-
Lasala (*>. un
arrc»-
30
P E U S O N A J E S CÉLEBBES.
jado
y
juventud
útil
vasallo
con
de combate
las en
de su invocado R e y ;
armas
en
la
combate., y sin
mano orden
militar
adelantada, sin particular instrucción, caso armamento, y
con
unos
la
corría
con
cuantos
es-
cartu-
c h o s , batallaba contra fuerzas numerosas, regladas , provistas
de cuanto necesita la guerra, y
mandadas por generales de reputación: en aquella época de enardecido entusiasmo, el propietario ofrecía gustoso sus bienes, los hombres útiles
volaban
á las armas, el padre
presentaba
voluntariamente sus hijos en reemplazo de otros, tal vez muertos en los campos de batalla, y si alguno no sentía latir en su pecho este ardor bélico y
generoso, no osaba
presentarse
en su
p u e b l o , donde era escarnecido hasta por las m ü geres, partícipes también de estos ímpetus varoniles, representados por el unánime grito de R e ligión , Carlos V y Fueros.» «Los
eclesiásticos abandonaban el
altar del
Dios de paz y predicaban la guerra, ó empuñaban el fusil y los
la lanza: en los montes, en
bosques, en las peñas
y
entre los
mismos
enemigos, se improvisaban talleres y se establecían fábricas
de armas y municiones, y hasta
31
ZUMALACARREGUI.
de los mares se sacaban cañones y balas, cuyos recuerdos de existencia
trasmitía la tradición ó
la memoria de borrascas y naufragios ocurridos en las costas. T o d o era entonces admirablemente desinteresado; y si ahora no obstante el c o r to tiempo transcurrido se narrasen con lidad
puntua-
los hechos de aquella é p o c a , se tendrían
por inventos de una imaginación cunda.
fogosa
y fe-
Zumalacarregui era entonces el hombre
estraordinarió del partido.
..
Su figura era imponente, su oaráeter serio y de pocas palabras, de incansable actividad y de físico robusto y bilioso, de entereza en las medidas de r i g o r , aunque de buen fondo y apto para vencer los obstáculos de la época. Tenia valor,
castigaba de un
modo
fuerte la cobardía,
aventajaba rápidamente á los valientes, y sabia c o n muy pocas espresiones conmover y entusiasmar las tropas (*). » C)
Una
filiación
s u y a , que se p u b l i c ó poco
su muerte, le describe a s i : Zumalacarregui tatura , ojos
pero
pardos
frente
ancha
soluciones; rao
y
su
complexión
estaban
Henos
era de
fuerte
viveza y
después d e
tenia poca esy robusta. animación;
Sus su
anunciaba un h o m b r e capaz de grandes re-
sil tez era de buen c o l o r , y había m u c h o áni
reflexión
en su
varonil
fisonomía.
Lo mismo
qn«r
32
PERSONAJES
CELEBRES.
« L o s batallones navarros merecieron su particular confianza, y ellos le adoraban y
temían.
Hiriendo á veces el amor propio de sus soldados con la palabra falsos
(cobardes), Zumalacarregui
les hacia ejecutar las mas arduas empresas. Al mismo tiempo miraba todo lo concerniente á la guerra con
el interés de una propiedad
suya;
repartía el calzado , examinaba los cartuchos, reconocía el armamento, creaba batallones, organizaba las compañías, y lo hacia y reía todo por sí mismo. Las tropas unían á un estremado respeto y obediencia á su general, una confianza ciega y supersticiosa en sus conocimientos.» Único general en al ejército, Zumalacarregui mandaba sin rivales de ninguna especie, y no había un solo individuo, aun entre los gefes mas ambiciosos y
a u d a c e s , que se
atreviese á
imaginar que podía nunca ser mas que el mero y obediente ejecutor de sus órdenes. Reducido el Federico II bién c o m o $
tenia un h o m b r o
m a s alto que o t r o , y
tam-
inclinaba ligeramente la cabeza á u n
lado.
Esta actitud habitual daba al c o n j u n t o de su persona u n a m e a d a d e , liereza carácter.
Ál
y
de audacia, m u y conformes
verle se adivinaban
dades que ie d i s t i n g u í a n , c o l u m b r a b a un carácter se
con
su
en él las grandes cuali-
y en todos sus movimientos se
impetuoso
y a p a s i o n a d o , al cual
amoldaban todas las acciones de su vida.
33
ZUMALACARREGUI.
e j é r a t o á pocos batallones, eran sus, gefes y hasta sus oficiales conocidos particularmente del ge;, neral: el valar» la actividad y la ejecución
e»
;
las empresas de arrojo eran el solo camino de l o s , ascensos, que dispensaba, el mismo. El soldado n o r e c i b í a , ni pedia vestuario: la boina y
una
prenda de uniforme cogida, al enemigo eran su vanidad y sus g a l a s . ,
. . .
¿
.
.
.
.
;
En aquella época los padecimientos en nada se contaban; el general y el último oficial no tenían divisas, vestían del mismo modo y. comían,la mis-, m a r a c i ó n ; y a l a manera que en tiempos remotos el.,celo religioso condujo á la Tierra Santa á los Cruzados, asi para el soldado carlista las penalidades eran su mayor orgullo y un objeto de gala y ostentación las privaciones.» Hasta aqui el citado testigo de vista, cuya i 01.-1 parcialidad es bien n o t o r i a , y á cuya descripción poco pudiéramos añadir de nuestro propio caudal. Por otra parte la descripción estensa de aquella época pertenece mas bien á la historia, que a los límites de una biografía.
,
Tal era el estado en que se hallaban á la e n trada del verano de 1834 aquellas
bandas que
o c h o meses.antes había encontrado próximas á 3
34
P E R S O N A J E S CÉLEBR-ES.
dispersarse. Y á n o se contentaba 2*iitt3laea«re»ui v
cotí perinanecer Aiaí^deftftisiva',
antes'bien c o n '
tropas numerosas y ligeras, principió a-' desplegar de Heno l á t á c ü c d dé guerrillas én mayor escala. Los destacamentos' pequeños:, las guarniciones d e los cuarteles, las partidas q u e escoltaban l o s c ó m 1
b o y e s , eran víctimas continuas'de sus inesperadas sorpresas. Ni aun el mismo cuartel
general
estaba libre de e l l a s , " y el 26 de Mayo de aquel año", á las dos dé la
madrugada,' faltó p&có á ;
Quesafta para caer en manos de su mortal enemigo en él pueblo dé Múez. Poco tiempo después urio y otro
partido sé
robustecieron poderosamente, y la guerra lin
grande incremento.
El
ció en fuerza moral con lá llegada los,
tomó
partido carlista crede Ü .
Car-
pero é l ejército cristino s é robusteció tam-
bién con el arribo del ejército
de
cuyo frente se hallaba el General
Portugal, á Rodil.
La guerra volvió á encenderse, pues el G e neral cristino con
14,000
hombres
disponibles,
sin contar las guarniciones, acosaba al gefe carlista, embarazado por otra parte en
la custodia
del Real, El cansancio de la tropa con las c o n tinuas marchas y contramarchas infructuosas, la
35
ZUMALACARHEGUI.
crueldad de Rodil
exasperando
los
pueblos, y
las sagaces' m a n i o b r a s t e sü ^competidor, dieron á este bien pronto la.superioridad.
Concluyeron
por hacerle temible las dos sorpresas de Carona delet, funestas en estrémo para las armas liberales.. En la primera perecieron una porción de gefes y oficiales, siendo la mas notable de víctimas, el desgraciado Conde
lasí
de iViamanuel,
cuya vida en. vano trató de salvar el mismo Z u nialacarregui. Prendado este• de su serenidad, le ofreció salvarle y lo llevó erl su. compañía ,. V . L Ó P E Z .
mos manjares; distinciones no recibidas por artista alguno, y que al
mismo tiempo que ceden en
gloria de las artes, dan á entender la bella índole de estos dos angeles tutelares de E s p a ñ a , asi como comprueban la exactitud del
epígrafe con
qUe encabezamos estos apuntes : pues si las circunstancias imposibilitan el que puedan
crearse
genios q u e , c o m o el Sr. L ó p e z , se eleven
á la
altura en que se halla c o l o c a d o , el trono conserva la tradición
histórica de sus mayores,
estando
pronto á premiar el mérito en donde se hiHe; circunstancia mas notable cuando la soberana que ejerce estos otros, dignos de Carlos I y Felipe IV, no cuenta apenas la edad suficiente para obrar i m pulsada por el ejemplo. Difieil seria enumerar las muchas obras de este laborioso profesor,
en su larga carrera, y hare-
mos solo una reseña de las principales. Entre estas sobresale el citado fresco de la sala de vestir del R e y , en que representó la institución de la Real y distinguida Orden Española de Carlos I I I , siendo notable que se le premiase haciéndole individuo de la m i s m a , cuya célebre
composición fruto
del
ingenio y estudios de su benemérito autor , puede considerarse dividida en dos partes:
la pri-
10
PERSONAJES . CELEBRES.
mera espresa.simbólicamente el. voto é institución: del augusto fundador de la O r d e n ; y la segunda, los accesorios emblemáticos, correspondientes a s e mejante acontecimiento:;
lo primero- está signjr
ficado
en el testero, que es,,el
conyepienteinente
sitio principal de la .bóveda , mediante un
;
gran
grupo de figuras situadas delante y en el zócalo de; un grandioso templo del orden d ó r i c o , cuyos ornatos corresponden al acto solemne que en él se figura celebrar ; delante de é\' hay un altar con las, insignias de la orden, - E l .ilustre Monarca de las Españas, el religios o . D o n Carlos I I I , vestido de; gran gala y c o n , todas las insignias propias de
la soberanía, se
manifiesta en primer término puesto de rodillas, con los brazos abiertos
y
los ojos
dirigidos al
cielo, ofreciendo acciones de gracias por el sin
T
guiar beneficio que el Alt/simp se habia dignado dispensar al trono y reino, de España, en la .anhelada • sucesión concedida á los Serenísimos Prín-v cipes de Asturias, causa.de.esta distinguida institución. Como esta o r d e n , llamada por antoppmásia española, fue
fundada bajo
la
poderosa
protección deMaria Santísima en el misterjpde, su Concepción Purísima, y es también Patrona de
ix.v.
estos
Reinos,
ti-
LOVBX.
se significa' mediante ¿el símbolo
d e l a - m u g é r misteriosa del A p o c a l i p s i s , coloca*da á la parte superior de la composición , cons*. tituyendo el • objeto • principal d e ella
y
con
todas - las alegorías'con que se pinta este misterio demuestras: creencias. Siendo esta órd en- distinguida uní testimonió • de laacendrada religión, sólida piedad y profunda gratitud al' augusto Monarca que la instituyó, y estas virtudes las que) mas ¡influyeron : en ¡su fundación'y.nifls ¡oarástérizan¡¡el v ó t o ^ por- esto, se hallan a p r e s a d a s ; sus figuras i c o n o l ó g i c a s u e r ca de la del Rey y cóin los atributos que ¡les son propios: ;Al: lado del a l t a r , presidiendo acto sublime,
se ven
tan
la R e l i g i ó n , la Piedad , y la
Gratitud. •Albtro lado del altar y enfrente d é l a figura del R e y se ve á la Monarquía Española, teniendo: en su regazo con la
mas afectuosa c o m p l a -
cencia al tierqo: Infante , causa del v o t o , d e m o s trando las figuras de la Felicidad pública y del Placer*'la Prosperidad nacional, y el j ú b i l o que se hallaron poseídos i los los buenos españoles al
ánimos de
de
todos
ver perpetuada en este
bello ' Infante tan augusta dinastía.
12
PERSONAJES
CÉLEBRES,
A t e derecha del grupo descrito, se representa el fin de la institución por medio de figuras alegórieas, que simbolizan
á la Nobleza, unida al
H o n o r , al Mérito y á la Virtud; y en frente á la izquierda cuyo
los frutos y beneficios de la
influjo no hay que esperar
P a z , sin
o r d e n , subor-
dinación , ni adelantamiento en la sociedad. A l lado opuesto se ven los genios del Mal y de la R e b e l i ó n , huyendo despavoridos al aspecto imponente del Orden público. En el grupo pintado enfrente del principal, la Historia arrebatando un pergamino de
las manos
del Tiempo , y
no lejos sobre una mesa la Fama. El otro fresco que asimismo forma la reputación de este distinguido profesor, es el que
pintó en
la sala de despacho del Rey, en que oportunísima, mente representó á la Potestad ó Autoridad, a p o yada en la Prudencia, la Justicia y la Fortaleza, espresándose que una de sus principales calidades es la de reeompensar á los buenos ; presídelo todo, la Religión: y para manifestar que ante un poder movido por semejantes principios, desaparecen la detestable Rebelión y le fatal Discordia, se ven estas calamidades representadas por un
deforme
monstruo precipitado por el Genio esterminador.
t3
1). V . L Ó P E Z .
Nos hemos detenido a l g o , aunque no tanto como á nuestro parecer exigía el a s u n t o , en la descripción de estos dos frescos, pues
hubiéra-
mos deseado esplicar con mas detenimiento el m o do c o n que el Sr. López ha presentado las figuras alegóricas, en que no solo ha acreditado su saber como
p i n t o r , sino lo que es
mas ¿ el sublime
de la c o m p o s i c i ó n , reuniendo conocimientos m u y especiales; pero los cortos límites de nuestra p u blicación no nos permiten la estension que quisiér a m o s , y asi solo hemos bosquejado' dichas c o m p o siciones. Una y otra son por cierto muy dignas de aquel lugar donde sostienen sin desventaja, antes con mucho aprecio,
la comparación
con los de
M e n g s , Tiepolo , y Bayeu , que tanto realzan la magnificencia del Real Palacio. N o son de menos mérito . y quizás las aventajan sus obras al temple, c o m o el techo dé un salón de 3 ( pies de largo por 22 de ancho en la posesión titulada El Casino que
la villa de Madrid, por
medio de su Ayuntamiento, puso á disposición de S. M. la Reina Doña María Isabel de Braganza , y en cuyo argumento consiguió sabiamente el Sr. Lc~pez
reunir
al elogio
de
esta Augusta
Señora,
cuya pérdida lo fue para el país , el de su feliz en-
14
PERSONAJES
CELEBRES.
lace, y mérito por la variación, del lugar para el que fueron pintados ; y¡ la Cena ertS. Felipe d e j a t i v a , composición én que hizo qué Judas estuviese hablando^y digna» de todo elogio. Por último dejó otras «arias'obras, al íresco y. al óleo, que tienen mucha estimación; e n i a s Iglesias d e l G r a o , S i l l a , Burjasot, Usiva, BehifayóyPenaguila > G o r g a , A l c ó y , Requena, Valí de U s ó , y otros pueblos de aquella provincia. Todas estas últimas obras son anteriores á la venida época
á Madrid del Sr. L ó p e z ,
y
á
aquella
pertenecen- también algunas c o p i a s , entre
ellas la del .Va» Francisco,
d e R i b a l t a , queexis*
16
PERSONAJES
te ahora en Valencia,
CELEBRES.
y cuyo original
posee el
Museo d e Madrid, egecutada c o n la mayor maestría ; y aunque se admira en dichas obras el c o lorido
vigoroso y
grato , el buen dibujo
y la
facilidad y egecucion que tanto la distinguen, el Sr. López se ha engrandecido d e s p u é s ,
quizás
con la continua observación y estudia del natural en los infinitos retratos que ha p i n t a d o , ó en la meditación de las obras de l o s grandes Maestros ; y asi sus dos cuadros posteriores, que son el mas digno ornamento de la Catedral d e Tort o s a , y representan á S. Agustín contemplando el misterio d e la Trinidad el uno , y el otro á S. Rufo su primer obispo i predicando á sus obej a s , son las obras mas perfectas eü este género. Poco puede decirse de la superioridad del Sr. López en la linea de retratos, cuya semejanza, relieve, animación y otras éscelencias, está vien>do y e l o g i a n d o , muchos años h a , el público de Madrid, como
que este ha sido casi
esclusiva-
mente el empleo de sus incansables pinceles; cltcunstancia que han de tener todos los que c o m o este hábil artista, reúnan á su gran mérito , la estimación del Monarca y la facilidad de que este vea sus obras , pues entra por mucho en los cor-
17
ü . V. I.OPEZ.
tésanos el deseo de recomendarse haciéndose no tables á los ojos de S. M.; y esta es sin duda la causa de que el Sr. L ó p e z , en tiempos
en que
contaba menos años y mas salud, no se haya p o dido dedicar á concluir el gran cuadro que yace en su estudio, principiado solamente, y que c o n cluido hubiera aumentado si es posible su gloria. No han merecido menos encomios los de su m a no que han pasado á países estrangeros , c o m o en París, el del
General Álava
Suchet colocado en
Mariscal
, y el del
el salón de los
Mariscales.
El de la Generala Murray, muy celebrado en Londres, y sobre t o d o s , el del Rey Fernando VII de cuerpo entero, y con el manto de la insigne Orden del Toisón de O r o , que S. M. pintar para la Embajada de R o m a ,
le mandó donde tuvo
tal aceptación , que la Academia de S. Lucas envió á su autor el título de Académico de mérito, en una carta llena de honoríficas
espresiones
y
encarecidos elogios. Ademas del citado retrato de S. M . ,
de
los
de sus augustas Esposas y Señores Infantes , merecen particular mención ,
los
de
los
Reyes de
Ñapóles, padres de la Reina Cristina; el del Príncipe Maximiliano de Sajorna; el del Comi2
18
PERSONAJES
CELEBRES.
sario General de Cruzada , Don Manuel Fernandez Várela, protector en su tiempo de las ar-
tes; el de Don Antonio ligarte y su esposa, célebre valido del difunto Rey;'el del conocido
Pa-
borde Sala; el del Ministro Salmón; el de Goya, eolocado
en el Museo; el del famoso
organista
Don Félix Máximo; el del Duque del Infantado, de cuerpo entero; y el del Conde de Casa-Sarria, digno Director General que fue de Artillería, el cual tiene tal semejanza, que sabemos
positiva-
mente que al verlo en la sala un fiel perro del Sr. Conde, se dirigió á é l , haciéndole mil caricias, y concluyendo p o r lamerle las manos ; y recientetemente los del
doba
General Osma, Obispo de Cór-
en que está pintada hasta la dulzura de c a -
Condesa de Revillagigedo , Marqués de Casteldosrius, Señor Pérez de Castro, último y fiel Ministro de E s -
rácter de este digno Prelado,
tado de la Reina Gobernadora, y sobre todos el de su esposa
Doña Francisca
Brito,
tanto por
la verdad que reúne en la semejanza, como por la bella entonación con que están manejados los accesorios; de m o d o , que este solo retrato dirá algún dia lo que se ha pintado en España en nuestro siglo.
D. V . LÓPEZ.
19
Habíamos dejado para este lugar, la descripción del cuadro que pintó el Sr. López para la Reina Cristina , porque era el último de c o m p o sición que había ejecutado; pero mientras se escribían estos apuntes, ha llevado á cabo un a r gumento, que concibió en la grave enfermedad d e que milagrosamente ha s a n a d o , habiendo la c i r cunstancia estraordinaria de que ha adquirido nueva vida y mayores brios, sin que se hayan resentido en lo mas mínimo sus cualidades físicas. R e presenta aquel, ejeeutado como queda dicho por encargo
de la Reina Cristina, i
la Santísima
Virgen de los Desamparados en el acto de aparecer en una casa de Beneficencia, en q u e se ven los desvalidos, y entre ellos
un niño de pecho,
presentado por su madre á los pies de la misma Virgen, y amparado por un Ángel. Composición filosófica y que indica bien el pincel que la ejecutó , y el carácter altamente bondadoso de aquella Augusta Señora. E l público admiró este cuadro en la esposicion de la Academia de S. F e r nando. El que imaginó en su enfermedad , y que realmente es el último que hasta ahora ha pintado , representa á
Santa Filomena
en la c á r c e l , en
el acto de ser visitada por la Virgen y el niño
PERSONAJES
20
D i o s , que la anuncia su en este trance por
CELEBRES.
fin,
estando
S. Gabriel y
sostenida
un grupo de
angelitos, que endulzaban sus dolencias c o n
la
música, y que corren presurosos en su auxilio: el Sr. López ha aumentado su fama con esta sencilla y tierna c o m p o s i c i ó n , en que sobresale un dibujo esmerado
y
par que verdadero ,
un colorido
brillante
á
la
teniendo que luchar con los
inconvenientes que presenta un asunto en que t o do es b e l l o , pues no hay personaje alguno que pueda servir de contraposición. La Santa , el A r cángel, los A n g e l i t o s , la Virgen y el Niño Dios; eh ahi los personajes del c u a d r o , todos divinos: pues aun la santa enferma y m o r i b u n d a , tal
reúne
gracia, que encanta, y todo está ejecutado
después de una penosa enfermedad c o m o queda d i c h o , de que ha convalecido,
pintando.
Los retratos que asimismo ha ejecutado del
Ministro de los Estados Unidos Sr. Jaron Vail y su esposa, son que parece, aquel de la Escuela este de Pablo V e r o n e s ;
americanos, de un estilo
de V a n d i k ; y
pero sobre todo cuanto
ha hecho el Sr. L ó p e z , sobresalen los dos últimos que ha pintado de la nos de
verdad,
Reina
de e n c a n t o ,
de
é
Infanta
lle-
seducción, y
O. V L Ó P E Z .
2 1
dignos traslados de las augustas niñas presentan. Inútil
que
re-
seria describirlos: d i b u j o ,
co-
lorido , espresion, carácter, todo armoniza y los hace los mas bellos lienzos que puedan presentarse. En el dia se encuentran en Paris, en d o n de han llenado de placer y amargura el corazón de su augusta m a d r e ; y sabemos que en aquella capital, centro de ilustración, han sido a d mirados como era de esperar. La contestación de la Reina Cristina después de recibidos, hizo derramar lágrimas á las niñas , y ocasionó un nuevo triunfo á las artes. Ambas se apresuraron á regalar al feliz
pintor, la Reina,
una sortija y la Infanta un alfiler de brillantes de grande estima , no tanto por su valor, aunque es crecido , como por el origen, y por las espresiones con que fue acompañado el presente real. Estos retratos se han copiado por el mismo Sr. López para ser conservados en Palacio , y tenemos
no-
ticia de que se litografiarán con esmero en Paris. El mérito del Sr. López es generalmente rec o n o c i d o ; sin embargo, muchos le han tachado de escesivo detenimiento y profusión en los accesorios , que querrían sacrificados á la cabeza; pero esto se debe á que cuando le han achacado esta
22
PERSONAJES
CELEBRES.
falta , pensaban en la escuela que ha seguido esta máxima. Si hubieran dirigido su atención á otras diferentes, acaso habrían desechado
esta
i d e a , con el ejemplo de los grandes hombres que no han marchado por aquel camino. Olvein, Mor o , Alonso
Sánchez, C o e l l o , y
aun
Ticiano y
muchísimos o t r o s , sin escluir á R a f a e l , bien se han detenido y hecho brillar los accesorios con que han enriquecido sus cuadios. El Sr.
López
no es un pintor de la escuela Sevillana, ni lo es de n i n g u n a , ni de género alguno conocido. El Sr. López es uu pintor de género propio. Otros le han juzgado imitador
de M e u g s , y se han
e q u i v o c a d o , lo mismo que los que le han hecho descender de la escuela
de J o r d á n ; suposición
que hasta cierto punto le ofendería , sin que por esto dejemos de reconocer
mérito en aquel
ar-
tista. Sobresaliente en el dibujo en que se ven los buenos principios que aprendió de Maella; incansable en el trabajo, meneja el color con admirable facilidad ; cuenta él m i s m o , que en sus mas tiernos años pintaba cuadros de d e v o c i ó n , que adquirían las gentes del pueblo por c o s t u m b r e , al ¿"asarse, para adorno de sus habitaciones, y era
D . V . I.OPFZ.
23
tal la prisa que se d a b a , que cree deber á aquel tiempo el gran manejo de paleta , que ha conservado siempre. Jamás se advierten en sus cuadros imitaciones de pensado: el Maniquí, el y e s o ,
y
mas que todo el modelo vivo, son los que le sirven para aquellos que varian momentáneamente; siendo pocos los que acaban mas pronto de primera, y con mas perfección, como lo prueba entre otros , el retrato de Goya, concluido cual
se
ve en el M u s e o , en siete h o r a s ; bien que en su sentir no está a c a b a d o , ó por lo menos si pudiera proporcionárselo, aun le daria algunos toques. Puede decirse sin temor de errar, que el Sr. L ó pez no piensa en nadie cuando pinta , mas que en su obra ; ni estudia antes á tal ó cual escuela; sus estudios los tiene ya h e c h o s , y salen de su paleta , ó por mejor decir del p i n c e l ; en fin este artista que ha dado muchas glorias á las artes -y al p a i s , vive entre nosotros; y gracias á la Providencia ,
podemos
esperar
que
obras. Esta es nuestra ilusión,
produzca
porque
mas
estamos
persuadidos que aunque c o n todo el vigor que difícilmente
puede hallarse en persona de su edad,
ni el Sr. L ó p e z , ni ningún otro pintor en la a c tualidad podrá pintar grandes obras. ¿Quién
las
24
PERSONAJES
CÉLEBRES.
lia de encargar? ¿Quién las ha encsrgado hasta aqui ? La Iglesia. Este ha s i d o , como hemos dicho , el único elemento de protección de las artes, ayudado del Trono y la Aristocracia. El Escorial, las Catedrales y los Monasterios , teniendo á su disposición grandes s u m a s , las invertían en la ostentación del culto divino. ¿Quién puede en lo sucesivo alimentar nuestras glorias artísticas? La Iglesia quedó sin poder , y sumida en la miseria; el Trono no puede hacer esfuerzo a l g u n o ; la antigua aristocracia está á punto de desaparecer ; la nueva es mezquina , calculadora, ignorante. ¿ Quién pues ha de ocupar a los artistas? Nadie absolutamen t e , ya lo hemos
dicho. Y lo repetimos; si no
cambian de hecho las ideas, si no aparece otro elemento de protección, sin la cual no hay artistas , nuestros pintores lo serán solo de retratos, nuestros escultores no existirán, y lo mismo los grabadores. La desgracia nos ha hecho nacer en la época mas infeliz para España, para esta nación
tan
ve-
jada y atrasada en la actualidad; para esta
tan
adelantada
en otros s i g l o s ,
na-
.cion en Un, rodeada de e s c o m b r o s , bajo los cuales yacen las antiguas riquezas, que no han podido pasar los mares ó el Pirineo.
'viario-.
XIV.)
Per.iöTitjes céltWes ilei sialo ÁYk
BERIVADOTTE. (CARLOS X I V . )
« Cierta cosa caballeresca en su semblante, ras,
cierta nobleza en
cierta
agudeza
en
sus el
mane-
espíritu,
cierta declamación en la conversación, hacen de él un liente
h o m b r e notable. V a -
en los c o m b a t e s ,
las p r o p o s i c i o n e s , ciones que
atrevido en
t í m i d o en las a c -
n o son militares , irreso-
luto en sus p r o y e c t o s . . . » Retrato rante
el
inédito Consulado,
de
Bernadoite por
du-
BENJAMÍN
CONSTANT.
« Tiene sangre m o r a en las v e n a s . » NdPOLEON.
En una antigua calle de P a u , que serpentea al pie de la montaña, sobre la cual se eleva el famoso castillo gótico donde nació Enrique IV, hay una casa de modesta apariencia que se c o m -
2
PERSONAJES
CELEBRES
placen en visitar los estrangeros. después de haberlo verificado con el palacio. Una mañana del mes de julio
de 1 7 8 0 , abrióse furtivamente la
puerta de aquella pequeña c a s a , para dar paso á un joven
de 17 a ñ o s , cuya talla y desenvol-
tura anunciaban en él á lo
menos cinco años
m a s ; era gallardo, con el cabello n e g r o , espeso y rizado, y el mirar vivo y atrevido; el fuego de su pupila, la
pronunciada
encorbadurn
de
su
nariz y la forma prolongada de sus facciones, daban á su
fisonomía
una singular semejanza con
ía de un ave de rapiña. Caminaba con paso red o b l a d o , y c o m o un hombre que se dispone á llevar á cabo una determinación bien decidida. Era el hijo segundo de un abogado de P a u , que sintiéndose padre,
y
poco inclinado á la profesión sobre todo resentido de la
de su
marcada
predilección de su madre para con su hermano m a y o r , se habia levantado aquel dia resuelto á hacer lo que vulgarmente se llama una
rada.
En efecto, pocos momentos
calave-
después
en-
traba en casa de un capitán del Regimiento Real Marina, que entonces estaba con licencia en su ciudad natal, suplicándole le hiciese
firmar
al
momento y secretamente un enganche voluntario;
3
BERNADOTTE.
el capitán, complacido con enviar á su regimiento tan gallardo recluta, no se hizo rogar m u c h o ; firmóse
el enganche, y para evitar que se supie-
r a , se hizo visar por el alcalde de
un pueblo
v e c i n o , circunstancia que era necesaria para su validez. A l amanecer del siguiente d i a , y sin saberlo su familia, tomaba el nuevo soldado el c a mino de Marsella para embarcarse alli y reunirse á su regimiento que estaba de guarnición en Córcega. En el momento mismo
en que llegaba á
aquella isla, salia de ella un niño de 11 años (*). El buque que llevaba al joven y el que traia al niño se cruzaron tal vez en el c a m i n o ; los dos pasageros debian cruzarse rante su
mas de una vez d u -
vida; enemigos á primera vista, ene-
migos en la misma carrera, enemigos bajo las mismas banderas, ambos republicanos, soldados y reyes, uno de ellos, el C o r s o , después de haber revuelto el m u n d o , debia morir solitario sobre una roca del O c c é a n o : el o t r o , el Eearnés, cambiando de patria iba á buscar lejos una c o rona que no dependiese de su rival. Para c o n C)
Beroadotte llegó á Córcega en 1780,
y en el m i s m o
año salió de alli Napoleón para la escuela de Brienne. (véase su Biogralia,
t.
2.")
4
PERSONAJES
CEI.ERRES.
servarla durante la tormenta se alistaba, el Rey de un dia, en una corte de antiguos R e y e s , y en el último m o m e n t o , apartando la vista, arrojaba en la balanza una espada francesa teñida en sangre francesa; en el dia gefe feliz y tranquilo
de una
naeiente
dinastía,
plantado de los Pirineos
á las
anciano tras-
orillas del
Bál-
t i c o , el hijo del abogado de P a u , en los dias de ceremonia, revestido con el manto real, con la antigua corona de los Wasa en la cabeza, y el cetro en la m a n o , se sienta en el trono de plata (*) de los sucesores de Cristina, y la vieja raza del Norte, los hijos de O d i n , los cuatro órdenes de los Estados Escandinavos, besan respetuosamente la mano de aquel hijo de la Gascona que lleva aun según dicen en el brazo la señal
indeleble que
se hacían los soldados fran-
ceses del año I I : La república O trono
ó la muerte;
T a l vez n o disgustará á los lectores el sal>er que el de
plata
colocado
la sala de los Estados
y
en el en
palacio de
el cual
Stokolmo
en
se sienta Bernadotte
en la apertura de las D i e t a s , es un regalo hecho á la R e i na Cristina por su gen,
amante
L a g a r d i e , otro francés de ori-
que n o podía creer q u e el regalo ofrecido á su real
querida sirviera algún dia á un
francés.
E n cuanto á
la
s
señales republicanas del brazo de Carlos Juan, es cosa q u e alirman m u c h a s personas.
5
BERNADOTTE.
esto es todo lo que queda del hombre de otros tiempos. Juan-Bautista-Julio Bernadotte pasó dos años en Córcega como simple granadero, y habiéndose alterado su salud en el servicio, obtuvo l i c e n cia para pasar á restablecerse á'Pau; y á pesar de las instancias de su familia por alejarle de
una
carrera ingrata entonces y sin porvenir para un pleveyo, presintiendo tal vez ya las grandes cosas que iban á realizarse, se obstinó en seguir su v o c a c i ó n , y á principios de 1785 estaba aun de simple soldado en el mismo regimiento, de guarnición entonces en Marsella; el 16 de Junio del mismo año fue nombrado cabo , sargento segundo el 31 de A g o s t o , furriel el 21 de Junio de 1786, sargento primero el 11 de Mayo de 1788, y por último el 7 de Febrero de 1790 fué promovido á ayudante,
grado
á que jamás
hubiera llegado
cincuenta años antes: aquel adelanto, rápido para la época, era debido á una escelente conducta, á una capacidad notable, á una educación esmerada, y rara en u n subalterno , y á su gallarda
figura.
El ayudante Bernadotte era á la vez el mas hermoso y mas intelijente de los oficiales de su regimiento.
6
PERSONAJES
CELEBRES.
Mientras pasaban de aquel modo oscurecidos los primeros dias de esta grande existencia, el volcan revolucionario
principiaba á arrojar
sus
llamas, la voz de Mirabeau hacia sonar la c a m pana fúnebre de la Monarquía, y resonaba de un estremo á otro de la Francia;
el pupulacho de
Marsella, el mas exaltado de todos los populachos del m u n d o , se insurreccionaba en nombre de la libertad, como se insurreccionó después en el del realismo.
El coronel
del regimiento de
Bernadotte estaba rodeado y á punto de perecer; el joven ayudante, seguido de algunos soldados se precipita en medio de la muchedumbre,
la
arenga, la contiene y la arranea á su coronel, á quien deposita en la municipalidad, impidiendo la entrada en ella; un hermoso j o v e n , rio entonces de aquella
calmar al pueblo, abrazó estrechamente dante y le
secreta-
corporación, acabó de al ayu-
pronosticó una carrera gloriosa ; era
el futuro Antinoo de la Gironda , el heroico Barbaroux. Estos dos hombres no habian de volverse á ver : al uno le esperaba un trono y al otro el cadalso. Tres años después, cuando
Barbaroux cum-
plía su destino, marchaba Bernadotte á pasos aji-
KEHNADOTTE.
7
gantados liácia el s u y o ; el enemigo rodeaba la Francia con un círculo de fuego , la emigración había llevado tras sí á casi todos los oficiales, y mientras París se despedazaba las entrañas, g e nerales improvisados, soldados el dia antes, c o n ducían á la frontera lejiones desnudas y d e s c a l zas, que se vestían y calzaban á costa del enemigo. La comisión de Salud Pública llamaba á
esto organizar la victoria; la Convención hablaba con mas exactitud, contentándose con decre-
tarla. Bernadotte ascendido á coronel, y mandando una media brigada en las márgenes del R i n , bajo las órdenes de Custine, se distinguió en los c o m bates de Spira y de Maguncia. Figúrese el lector una reunión de soldados
indisciplinados, mal
vestidos, mal alimentados, que hacián mociones, declamaban y se insurreccionaban ; un foco de denuncias interesadas y de intrigas, alimentado sin cesar por procónsules viajeros, hombres nulos en su mayor parte, pendencieros por gusto, f e roces por m i e d o ,
que discutían las maniobras,
arengaban á los soldados, mandaban atacar á les gefes y castigaban con la muerte todo revés de que ellos eran con frecuencia los primeros auto- **
8
PERSONAJES CELEBRES.
res. Tal era el ejército del Norte en aquella época, y por ello se podrá conocer también el mérito de los gefes militares de los primeros tiempos de la República. Dos generales en g e f e , Custine y H o u c h a r d , pagaron con su cabeza su resistencia á voluntades absurdas, y Jourdan se l i bró á fuerza de talento y
de dicha. Bernadotte
aunque colocado en un principio, en una posición
secundaria; aunque
decidido
de
corazón
por el triunfo de la causa republicana, tenia d e masiado sentimiento de la dignidad militar para no afectarle aquel desorden; sin embargo, c o m o prefería con razón morir en el campo de batalla que en el cadalso, supo latán y arengador
ser peticionario, char-
c o m o el primero;
al mismo
tiempo que rivalizaba en declamaciones vanales con un Isoré, un Chasles, un Laurent, un D u quesnoi y otras capacidades convencionales (*) sabia siempre inclinarlos mañosamente en favor de la disciplina ; intrépido y fanfarrón, sabia realzar (*) Para tener una idea de la ineptitud de aquellos horab r e s , de los cuales solo algunos han merecido su gloria, y cuya mayor parte escede en tontería los límites de lo p o sible , es preciso leer la correspondencia de los representantes enviados á los ejércitos por la Comisión de Salud Pública.
BEBNADOTTE.
9
admirablemente el valor de una acción ; su arrojo francés y su facundia gascona le hacían adorar de los soldados ; devorado por la ambición, pero conociendo la terrible y múltiple responsabilidad que pesaba entonces sobre los gefes del ejército, rehusaba aceptar los ascensos que le ofrecían; y cuando los eternos representantes le fastidiaban, les ofrecía
sin vacilar
sus charreteras y pedia
un f u s i l ; un dia sin embargo, á pesar de su sagacidad, estuvo cerca de la guillotina. La brigada Gouet se habia sublevado contra su general, y consecuente c o n las costumbres de la é p o c a , le degollaban; Bernadotte le salvó adelantándose
medio muerto
c o n sus t r o p a s , y esto fue bas-
tante para lejitimar una denuncia contra los dos aristócratas,
y para que la Comisión de Salud
Pública los mandase llevar
á París. Felizmente
el mismo dia hubo un combate en que desplegó Bernadotte tanto talento y v a l o r , que el representante creyó de su deber suspender el arresto y dar parte á la Comisión, la cual con su lógica acostumbrada reemplazó la orden de arresto con un despacho de general de división. Bernadotte feliz con haberse escapado de la una rehusó
el o t r o ; y mas adelante después de la bata-
10
PERSONAJES CELEBRES.
Ha de Fleurús, á cuya victoria tanto habia contribuido, fue preciso que su gefe y amigo Kleber le obligase
en cierto modo á aceptar sobre el
mismo campo de batalla el grado de general de brigada á que era tan acreedor. Aquel periodo de desorden y delirio pasó sin embargo con el peligro, y los gefes republicanos consiguieron al fin á fuerza de victorias el no tener que luchar sino con el enemigo. Bernadotte elevado á general de división, tomó durante los años 1795
y 96 una
parte activa é importante
en los mil combates dados al Príncipe Carlos por el ejército de Zambra y Mossa. Al fin de aquella campaña tuvo el encargo de conducir 20,000 hombres destacados de aquel ejército al de Italia. Bernadotte aceptó gustoso ir á servir bajo las órdenes de Bonaparte, cuyos gloriosos hechos llamaban entonces la
atención de la Europa;
atravesó la
Francia con su columna, y llegó á Milán al fin del invierno. El gefe del ejército del Norte se encontró allí como en otro m u n d o ; en las orillas del Rin habia visto en un principio un ejército sometido á todas las oscilaciones del p o d e r ; del lado allá de los Alpes encontró un ejército intimamente « n i d o á un general, que solo se daba cuenta á sí
BEBNADOTTE
11
mismo de sus determinaciones , y cuya espada republicana tomaba ya el aire de un cetro.
Berna-
dotte receloso se puso sobre sí m i s m o , y la primer entrevista fue decisiva: « he visto, decia al regresar á su cuartel general, un hombre de 26 á 27 años que quiere aparentar tener 5 0 , y esto nada bueno me presagia para la República. » P o r otra parte, según algunos biógrafos , Bonaparte dijo de él que era una cabeza francesa sobre
el
corazón de un romano. Las operaciones militares sin embargo no se resintieron de aquella
mu-
tua reserva. El general en gefe colocó á su segundo en la vanguardia, y este contribuyó mucho al buen éxito de la brillante y rápida campaña del año V ,
principiada en el Tagliamento y ter-
minada en Leoben. Comisionado
para llevar al
Directorio las banderas tomadas al enemigo, llegó á París cinco dias antes del golpe de Estado de Fructidor, con una carta de su gefe que t e r m i naba a s í : « Veis en el general Bernadotte á uno de los amigos mas sólidos de la R e p ú b l i c a , i n capaz tanto por principios como por carácter de capitular con los enemigos de la libertad ni con el
honor. » El movimiento de Fructidor estaba hacia m u -
12
PERSONAJES C É L E B R E S .
cho tiempo preparado por el Directorio; Bonaparte se
habia asociado á él haciendo
firmar
á su
ejército esposiciones contra los miembros del Cuerpo legislativo, á quienes los soldados llamaban los abogados ; entre todos los generales, solo Bernadotte se habia negado á tomar parte en aquella intervención de la fuerza armada en los negocios del Estado. Augereau que le habia precedido á París, dio el golpe de mano, y durante él permaneció Bernadotte con los brazos cruzados, y regresó á Italia á reunirse con do
Bonaparte.
Pregunta-
por este acerca de la situación de los nego-
cios desde el triunfo del Directorio , le manifestó francamente el odio secreto que el Directorio le profesaba, lo ra
firmando
que le decidió á terminar la guerel tratado de Campo-Formio,
marchar á París.
y á
Sin embargo , desconfiando sin
duda de Bernadotte, por una orden fecha en Milán, le quitó la mitad de las tropas del cuerpo de Zambra y Mossa que le era adicto, y le mando regresar á Francia eon el resto. Medida que afectó vivamente á Bernadotte, y le obligó á escribir al Directorio pidiéndole un mando en las islas de F r a n c i a , en las Indias, en el ejército- de Portugal , ó su retiro.
BEHNAD0TTE.
13
El Directorio, complacido de saber que Bernadotte no quería servir bajo las órdenes de B o naparte, le dio precisamente el
mando en gefe,
durante la p a z , del ejército de Italia, que Berthier tenia entregó
interinamente. Al llegar á Milán le
este un nuevo decreto
del
Directorio
nombrándole bruscamente Embajador en Viena. Algunos biógrafos
han supuesto aquel nombra-
miento efecto de las intrigas de Bonaparte, que no solo quería alejarlo de Italia sino llevarle á Viena, para que con alguna imprudencia volviese á encender la guerra y pudiera él de este m o d o llevar á cabo sus proyectos. Según ellos la
ban-
dera enarbolada en el palacio del Embajador en Viena por orden del Directorio, que fue la señal de un m o t i n , y que combinada
con la
invasión de Roma por Berthier, estuvo
brusca á punto
de romper la paz de Campo-Formio, era todo obra de Bonaparte ; pero baste recordar que este, entonces y después censuró siempre el n o m b r a miento
de Bernadotte, y la destrucción del g o -
bierno papal. En aquella é p o c a , mientras espedicion . d e
se preparaba la
E g i p t o , fue cuando Bernadotte,
regresando á París de su embajada, se enlazó con
14
PERSONAJES
CÉLEBRES.
la familia Bonaparte casándose con la cuñada de José Mlle. Deseada Clary hija de un comerciante de Marsella, en el dia reina de Suécia y de N o ruega, y que hubiera sido Emperatriz de los franceses si su padre no la hubiese negado algunos años antes al general de artillería Napoleón
Bo-
naparte, entonces á medio sueldo y sin empleo,
diciendo que sobraba familia.
con un Bonaparte en la
La espediciou de Egipto acababa de quitar á la Francia 40,000 hombres
escogidos y un inmen-
so material; ningún resultado habían tenido las negociaciones de Rastadt, y volvieron á empezar las hostilidades. Funestas discordias despedazaban al gobierno ; el ejercito de Italia sin pagas, municiones ni víveres habia tenido que evacuar el territorio
m a n t u a n o , el cisalpino
y
el Piamonte;
los enemigos ocupaban la cordillera de los Alpes; la Suiza hasta Zurich acababa de caer bajo
la
dominación austriaca; el bajo Rin estaba descubierto , la Bélgica se escapaba, y por
do quiera
se aproximaban las
bayonetas
enemigas á
fronteras francesas.
No era menos alarmante la
situación interior; los sublevados del Oeste vían á levantar la c a b e z a ,
las vol-
acababan de estallar
BERNADOTTE.
15
desórdenes en L e ó n , en Amiens y en Burdeos, y parecía inminente la disolución de la República. En tales circunstancias y después de las vacilaciones á que da lugar el temor que tienen siempre los gobiernos débiles de los hombres fuertes, se decidió el Directorio á nombrar á Bernadotte M i nistro d é l a Guerra, el 15 Messidor, año VII. La empresa era difícil y se decidió .í ella, consiguiendo reorganizar las fuerzas nacionales, dirigir las operaciones de los generales, y preparando las v i c torias de Bruñe en Holanda, y de Massena en Z u rich, Sieyes , en una conversación jesuítica le hizo manifestar su deseo de volver á mandar el ejército , luego de haber realizado sus planes de refundición social. Al dia siguiente recibió Bernadotte un decreto dado en secreto por tres Directores, concebido en estos términos : « La dimisión hecha por el ciudadano Bernadotte de sus funciones de ministro de la Guerra es aceptada. «Acompañaba a aquel decreto una carta de Sieyes interpretando mal la conversación del dia anterior para esplicar una destitución inesperada. Furioso Bernadotte contestó : « Recibo en este m o m e n t o , ciudadanos Directores, vuestro decreto de ayer, y la atenta carta
que le acompaña; aceptáis una dimisión que no
10
PERSONAJES
he hecho;»
CELEBRES.
y concluía su carta pidiendo su sueldo
c o m o reformado, del cual decia necesitaba tanto c o m o de tranquilidad. En efecto, Bernadotte era entonces pobre; éralo también cuando Mariscal y Príncipe , al paso que sus compañeros nadaban en oro,
y fue á ocupar un trono sin mas riquezas
que su espada (*). A los veinte y cinco días de la supuesta d i misión de Bernadotte desembarcaba en Frejus el general del ejército de E g i p t o , y un mes después ya n o existia el Directorio y solo habia un Señor. N o hay duda que si cuando
la revolución de
Brumario hubiera estado Bernadotte en el ministerio, hubiera encontrado Bonaparte en él una tenaz resistencia; y aun así, no solo le negó positivamente sn auxilio, sino que reunió en su casa á algunos republicanos, dispuesto á defender la Constitución del año III. Sabidos son aquellos sucesos , y Bernadotte cedió á ellos; el primer Cónsul le nombró consejero de Estado, y mas ade(*)
A l salir para S u e c i a , le dio
de francos.
Esta g e n e r o s i d a d ,
el Emperador u n millón
recordada con acritud en el
Memorial de Santa Elena la presenta M r . T o u c h a r d Lafosse c o m o el precio de venta del P r i n c i p a d o de P o n t e - C o r v o , cedido por d o s m i l l o n e s , de los cuales solo ha recibido Bernadotte la m i t a d .
17
BERNADOTTE.
Jante le envió al Oeste para rechazar las tentativas de los ingleses y pacificar el p a i s ; y en ambas c o misiones se condujo c o m o un hombre que sabe sacrificar sus antipatías personales al bien de su patria. Bonaparte caminaba hacia el Imperio, Berna dotte le seguía con la vista, y su actitud distó mucho de ser tan pasiva c o m o quieren hacerlo creer varios historiógrafos. Según e l l o s , solo M o reau fue el que conspiró durante el Consulado. « Bernadotte, d i c e n , no se entregó á aquella p e r sistencia sacrilega; republicano b u r l a d o , pero patriota decidido, creyó que no teniendo impulso que dar, solo le quedaban funciones que desempeñar.» Documentos importantes que algún dia verán la luz pública, según el autor de la Galerie
des
contemporains ilustres , prueban que no solamente conspiró Bernadotte para derribar
al
primer
Cónsul, sino también que se esforzó repetidas veces, y en vano, para que Moreau se resolviese, pues estaba siempre indeciso, débil y descontento, y de consiguiente comprometido siempre (*). Poco tiem(*)
Cualesquiera q u e seau las vicisitudes de l a carrera de
M o r e a u , personas bien informadas parte en
la conspiración
aseguran
que n o
tuvo
realista d e P i c b e g r u , n i t a m p o -
2
18
PERSONAJES
CELEBRES.
po antes del arresto de este último, dio Mme. Alorea u un gran baile, al que concurrió toda la oposición republicana. Durante aquella fiesta, reunidos en un salón separado Bernadotte, Moreau y otros, tratóse de nuevo la cuestión de
derribar
á Bonaparte, y después de largas y acaloradas declamaciones, Bernadotte dirigiéndose á Moreau, terminó de. esle m o d o : « Con un nombre popular, el único entre nosotros que pueda presentarse apoyado por un pueblo e n t e r o , ved lo que vos p o déis y lo que podemos nosotros dirigidos por vos. » Moreau repitió lo que decia muchas veces : « La libertad está amenazada , es preciso vigilar á Bonaparte, pero evitemos una guerra civil.« Prolongábase y se animaba aquella conversación, y acalorándose Bernadotte, esclamó : « N o os atrevéis á decidiros por la causa de la libertad; pues bien, co en la republicana á q u e trataba de arrastrarle Bernadotte. M o r e a u no tenia v o l u n t a d , p e r o en
el fondo era adicto de
corazón á la causa republicana. L u i s X Y I 1 I lo sabia
mejor
q u e n a d i e , pues contestó á u n o que le decia que en Morcan h a b i a tenido u n a g r a n d e p é r d i d a : « no tan grande; Moreau era
republicano. »
Cuando
decimos que Bernadotte
cons-
p i r a b a , no tratamos de. acriminarle ni decir hubiese l o m a do jamás parte en u n c o m p l o t contra la vida de B o n a p a r te, como este lo sospechó por u n m o m e n t o . — H a y maneras d e conspirar.
imichas
19
BERNADOTTE.
Bonaparte
se burlará de la libertad
y
de vos;
aquella perecerá á pesar de nuestros esfuerzos, y vos seréis envuelto en su ruina sin haber c o m b a tido. » Bernadotte era un buen profeta: pocos meses después marchaba Moreau á su destierro; Bernadotte salia del p a s o , llegaba á ser Mariscal, Principe s u e c o , y once años después los dos se v o l vían á encontrar b a j ó l a s mismas banderas en las conferencias de Trachenberg.
El hecho positivo
que acabamos de c i t a r , esto es la conspiración tramada por Bernadotte y esquivada por
Moreau,
al paso que legitimíza la desconfianza tan vivamente censurada en Napoleón por los panegiristas de su Lugar-Teniente, podría esplicar tal vez la injusta severidad y la especie
de desden con
que es tratado Moreau en la historia de Carlos J u a n , su compañero de armas en Francia y en el estrangero. Sin duda alguna la posición de estos
dos
hombres
no
era
igual en
1813;
el
Príncipe Real de Suecia queda justificado por la política ; Moreau es culpable , c o m o lo era el ejército de Conde marchando bajo los estandartes austríacos , c o m o lo eran los patriotas franceses de 1823 alistados bajo la bandera española de Mina,
20
PERSONAJES
CÉLEBRES.
como lo son siempre los hombres que tienen la desgracia de pelear unidos á los estrangeros contra sil patria; pero si es reprensible la acción de Moreau, ¿ corresponde á Bernadotte ó á sus panegiristas el mostrarse tan severos con él ? Si la calidad de Príncipe sueco absuelve á Bernadotte, si le dá derecho de acusar a Moreau en cuanto al hecho, no se lo dá para suponer en él intenciones menos puras y menos desinteresadas que las suyas (*). No podemos mas que bosquejar rápidamente la carrera de Bernadotte durante el Imperio, y es ademas bastante conocida para que baste un sencillo resumen. Bonaparte hecho Emperador le comprendió en la primera promoción de mariscales, y aunque hacia justicia á su mérito, desconfiaba de él y le envió á gobernar el Hannover; allí supo Bernadotte grangearse el amor de los habitantes y de los soldados, y cuando se abrió la campaña de 1805 llevó á Napoleón el brillante cuerpo que formó el primero del grande ejército y á cuyo frente contribuyó al buen éxito de la batalla de Austerlitz. H
D e b e m o s añadir que mas adelante el Rey de Suecia
d o t ó á la hija de Moreau.
21
BERNADOITE.
Creado Bernadotte Príncipe
de
Ponte-Corvo
cogió nuevos laureles en la siguiente, campaña; encargado después de la batalla de Jena de perseguir los restos del ejército prusiano, después de coger al enemigo 7,000 prisioneros y 36
piezas
de artillería, obligó á Blucher á capitular en R a t kau. Desde
Lubeck se dirigió sobre el Vístula,
pasó el rio en T h o r n , y venció repetidas veees al general ruso
Bennigsen. Herido gravemente
en
ta cabeza, tuvo que retirarse antes de concluir aquella campaña, que terminó con el tratado de T i l sitt. Hecha la p a z , fue nombrado Gobernador de las ciudades Anseáticas con encargo de atravesar la Dinamarca y marchar contra Suecia, para c o n currir con el ejército ruso que se edelantaba hacia la Finlandia , á hacer entrar en razón á G u s tavo IV, enemigo obstinado de la Francia que n o quería deponer las armas en
medio de la
general.
ya
Bernadotte ocupaba
la
paz
Pomeranía
cuando los Suecos se desembarazaron de repente de un loco coronado que desconocía sus derechos y comprometía su existencia política. Gustavo IV bajó del trono sin resistencia, y su tío el Duque de Sudermania fue elegido Rey de Suecia, bajo el
22
PERSONAJES
nombre de
CELEBRES.
Carlos X I I I . El Príncipe de
Ponte-
Corvo apenas supo aquella revolución, suspendió las hostilidades; Napoleón que tenia tal vez otros proyectos n o lo a p r o b ó ; pero la moderación del Príncipe, el brillo de su gloria militar, y la r e putación que
habia adquirido en el
Hannover,
en Hamburgo y en toda Alemania , le sirvieron mas adelante. Abrióse la campaña de W a g r a m , y varia m u cho la opinión de los escritores acerca de la parte que tomó en ella el Príncipe de Ponte-Corvo. D e todos modos esta
cuestión estratégica no es de
este lugar; lo cierto es que fue en aumento de día en día desde
Wagram la frialdad que
siempre
se habia notado entre las relaciones de Napoleón y Bernadotte; este último dejó el ejército y pasó á París. El Consejo de
Gobierno, instituido por
Napoleón durante su ausencia, sorprendido con el inesperado desembarco de los ingleses en H o landa envió al mariscal á Amberes para r e c h a zarlos;
Napoleón, siempre desconfiado, le rodeó
de oficiales de su confianza, y á los pocos meses incomodado por algunas frases ma le quitaba el
mando
de una procla-
y le desterraba á su
principado de Ponte-Corvo. Bernadotte regresó á
23
BUNADOTTE.
París , se negó á obedecer la orden de
destierro
é hizo su dimisión. Una entrevista que tuvo en Viena con el Emperador calmó un poco el enojo de este; pero siempre deseoso de alejarle del teatro de los sucesos , insistió en hacerle aceptar el gobierno
general
de Roma-; Bernadotte
aceptó
después de muchas vacilaciones, y se decidía á marchar cuando un inesperado acontecimiento vino á cambiar su destino: la nación Sueca, por el órgano de sus representantes reunidos en
Dieta
solemne en O e r e b r o , el
10 de Agosto de 1810,
llamaban al Príncipe de
Ponte-Corvo
á suceder
ó Carlos X I I I . Sabido es que el tío
de Gusta-
vo-lV había subido al trono sin sucesión, y á una edad en que no debia ya esperarla. L o s sufragios de los Suecos liabian sido primero en favor del Príncipe augusto
de
Holstein-Augustenburgo,
uno de los miembros de la casa de Holstein
que
ha dado reyes á la Suecia, á la Dinamarca y á la Rusia.
El joven
Príncipe
murió súbitamente á
los seis meses de su elección, y la Suecia volvió á encontrarse en la crisis de que aquella le habia sacado. Cruzábanse las pretensiones ; el hermano del difunto, el Rey de Dinamarca,
el Monarca
destronado Gustavo I V , intrigaban á porfía con
24
PERSONAJES CELEBRES.
los miembros de la Dieta; en tal conflicto c o n o ció la Nación
la necesidad de un brazo
fuerte;
recayó su elección en un soldado, y dos oficiales suecos fueron
comisionados á París para llevar
al republicano de Brumario el inesperado ofrecimiento de una corona. Aunque Napoleón ha dicho en su
de Santa Elena
Memorial
que los Suecos le pidieron un R e y ,
y Bernadotte fue elegido á causa de su parentesco con J o s é , los hechos son contrarios á aquellas aserciones, y Bernadotte fue elegido espontáneamente. Debiólo á su gloria militar y
principal-
mente á las causas que hemos indicado (*). El Príncipe Real de Suecia partió libre del y u go que por tanto tiempo había soportado , y sinceramente
resuelto á
mantener
los
lazos
que
unian á su nueva patria con la antigua. La primer manzana de discordia fue el sistema continental , gran pensamiento de Napoleón para cou-
(*)
Veinte a ñ o s d e s p u é s , durante la D i e t a de 18-28 á
1830
un orador p l e b e y o , Nillo M a n s o n , r e c l a m a n d o en vano del gobierno de Carlos X I V la libertad de i m p r e n t a , decia. « L a Suecia debe m u c h o á los p e r i ó d i c o s ; por ellos supimos que existia un Mariscal de Francia q u e reunía á
brillantes
ta-
lentos y valor, una h u m a n i d a d generosa con los prisioneros suecos : aquel Mariscal ha llegado á ser nuestro R e y . »
25
BER N A D O T T E .
vertir en un lazareto á
la Inglaterra su rival,
pero de difícil, si no imposible, ejecución , porque no todas las Naciones que lo habian de adoptar se hallaban en igual situación. Bernadotte r e p u g nando perjudicar á los intereses de la Suecia, p i dió un plazo en Octubre de 1810 ; Napoleón c o n cedió ocho meses, y el 13 de Noviembre envió una nota imperativa concediendo solo cinco dias. Cedió la Suecia, declaró la guerra á la Inglaterra y confiscó
todas
las mercaderías
británicas;
pero el contrabando reemplazó al comercio
y el
gobierno sueco no pudo ni quiso destruirlo. Irritado Napoleón, pegó
c o n el Príncipe R e a l , t o -
mando cada dia un tono mas imperativo , obligando á este á esplicarse categóricamente pidiendo con altivez ó la libertad marítima para la S u e cia , ó dinero. Napoleón ofreció ilusorias ventajas , c o m o
por ejemplo la compra
por valor d e
20 millones de productos suecos , pagaderos únicamente después de descargados los géneros en un puerto de Alemania , precisamente cuando los cruzeros ingleses cubrían el Báltico , y la Suecia no tenia fuerzas marítimas. H u b o notas llenas de acritud y frialdad por ambas partes, y el 27 de Enero de 1812 el Emperador hizo invadir brus-
2ü
PERSONAJES CÉLEBES.
camente
la Pornerauia
y la isla de 'Rugen.
Exasperóse la Suecia, y Napoleón daba á ello lugar en el momento mismo en que se arrojaba á la es pedición de R u s i a , cuando la marcha c o m b i nada de un ejército turco hacia Kief y de Bernadotte en Finlandia sobre S. Petersburgo aseguraban el triunfo á las armas francesas.
A s i , indis-
poniéndose Napoleón con el Diván y atacando á la Suecia, se privaba del auxilio de las dos mas útiles potencias. No se descuidó la diplomacia rusa, y al mismo tiempo que firmaba con la Turquía el tratado de Bucharest, lisonjeaba á Bernadotte y ofrecía á la Suecia la Noruega; el 24 marzo de 1812 se firmó el tratado de S. Petersburgo y Napoleón se perdió. Sabida es la gran parte que tuvo el Principe de Suecia en los desastres de 1813, y c ó m o decidió la suerte de la infausta jornada de Leipsig. Algunos escritores amigos de Bernadotte han supuesto que se habia esforzado para que los Soberanos hicieran escelentes condiciones á Napoleón, y que Metternich desbarató su plan en Praga; esto no es exacto. Obligado Bernadotte á ser enemigo de Napoleón , fué el mas peligroso ; y basta comparar el plan escrito que presentó en Trachenberg c o n . el
BEKNADOTTE.
ultimátum
27
presentado poco después á Napoleón
por Mr. de Metteruich en P r a g a ,
para-conven-
cerse de que las condiciones del diplomático austríaco eran menos duras para el Emperador que el plan de Bernardotte. Pero justo es decir t a m bién que este después de la batalla luchó con todo su poder
de Leipsig,
para impedir la
inva-
sión de la Francia y el destronamiento de la dinastía de Napoleón. Durante los cien d i a s , vuelto
Bernadotte
ó
Stokolmo n o t o m ó parte en el nuevo armamento de la Europa; se ocupaba de consolidar su poder en N o r u e g a , que no habia conquistado impunemente.
El 5 de Febrero
de
1818
murió
Car-
los X I I I , y Bernadotte á pesar de las influencias contrarias, hijas de la repugnancia que inspiraba un Soberano elegido, al poco agradecido Congreso de Soberanos de nacimiento, fue proclamado sin obstáculo Rey de Suecia y de N o r u e g a , bajo
el
nombre de Carlos X I V ; y su reinado será uno de los mas felices en los anales de S u e c i a , á pesar de las dificultades siempre nacientes con los N o r u e g o s , cuya asamblea nacional
está
muchas
veces en oposición con las ideas y planes de
Car-
los X I V , Bernadotte es en el día el Rey mas p o -
28
P-EHSONAJES
CELEBKES.
pular de Europa, y la Suecia ha visto renacería agricultura, prosperar y florecer ; salir de su abatimiento el comercio, restaurado el crédito, y animada
y
protegida
su aspirante
industria;
e'
inmenso canal de G o t h i e , que une el mar Báltico con el del N o r t e , empresa gigantesca realizada h o y , quedará c o m o un monumento tructible de los grandes
pensamientos
indes-
de Car-
los X I V . Bajo el punto de vista intelectual
y político,
el progreso es mucho menor ; un historiógrafo ha dicho que Carlos X I V habia conseguido resolver
el difícil problema de una monarquía rodeada de instituciones republicanas.
Biógrafos
demócra-
t a s , que todo lo encuentran m a l o , han adoptado también la frase-modelo, sin tomarse el trabajo d e estudiar y conocer aquello de que hablaban. Para decir la verdad, hay que rebajar muchos d e aquellos elogios. La Constitución de 1809 que r i ge actualmente en Suecia es casi la misma que la promulgada
dos siglos hace por el Regente
Oxenstiern. Es una creación de lo pasado, apoyada en una escrupulosa división de clases y de castas, en la que casi nada ha penetrado el espíritu moderno.
29
BF.I1SAD0TTE.
Añadamos sin e m b a r g o , para ser justos, que Carlos X I V aunque imbuido en el fondo en m a terias de gobierno en los principios de la escuela imperial, no es el hombre menos liberal de su reino. Muchas veces ha tomado él mismo la iniciativa de innovaciones generosas, y muchas veces también se ha estrellado su buen deseo contra la viciosa organización del cuádruple cuerpo legislativo (*). Carlos X I V á su afición á arengar, que data del año I I , reúne también según d i c e n , desde que es R e y , una afición marcada á las escaramuzas periodísticas 4 no pudiendo hacer uso ya de su espada , toma algunas veces la p l u m a , y guardando el anónimo lucha con los periódicos de la o p o sición, enemigos poco peligrosos, y no sin motivo, pues el Canciller está siempre presente,
y
por
p o c o que sea vencido S. M . , sostiene que las cosas vuelven á entrar en el caso prevenido por la ley, y quiere absolutamente suprimir el periódico. Carlos X I V , que es bondadoso , se opone á ello sonriéndose , declara que la Magestad Real nada tiene que ver con el duelo periodístico ,
(*)
y al día
L o s que deseen mas detalles sobre la Constitución sue-
ca pueden consultar u n articulo publicado en la Revista fratw
cesa del m e s de M a y o de 1 8 3 0 .
,.-
,
30
PERSONAJES CÉLEBRES.
siguiente
se esfuerza
por tomar el
desquite.
Fresco y robusto todavía, á pesar de contar ya 78 a ñ o s , este lujo glorioso de los ejércitos republicanos monta á caballo, viaja , pasa revistas y reúne á la actividad del cuerpo otra no menor de imaginación. Sencillo en sus maneras, austero en sus costumbres y en los hábitos de su vida, afable con t o d o s , solo conserva de francés la agudeza del espíritu y la abundancia de la palabra; t o d o lo demás es enteramente s u e c o , escepto
la
lengua pues su boca gascona jamás ha podido acostumbrarse á los ásperos acentos de los Escandinavos. En los casos muy r a r o s , pues en Suecíacasi toda la sociedad habla francés, en que es indispensable el idioma nacional, tiene un escelente intérprete en el Príncipe heredero Osear, el cual nacido francés, y habiendo recibido en el bautismo este nombre querido de los Escandinavos , de su padrino Napoleón, loco entonces por Ossian, no ha conservado de su primera patria sino un lejano y casi borrado recuerdo; tiene la gravedad, la sencillez , la bondad y la fuerza intelectual de un hombre d e l N o r t e , y los Suecos le aman con pasión. En cuanto al viejo soldado r e y , á pesar de ha-
BEKNADOTTK.
31
berle forzado la política á volver sus armas contra la F r a n c i a , se complace en hablar del pais que le dio el ser. Carlos X I V es demasiado inteligente para desconocer las consecuencias del tratado de S. Petersburgo ; vé á su pequeño reino enlazado por fuerza á la Rusia, que le estrecha y le oprime por todas partes ; vé la existencia de la dinastía que ha f u n d a d o , espuesta tal vez en el porvenir al capricho de un Czar , y esta idea no deja de entristecerle un poco en sus últimos días. Poco antes de la Revolución de 1 8 3 0 , hablando con un ilustre viajero francés, y animándose con el recuerdo de su ultima disputa con N a p o l e ó n , dirigiéndose á la ventana y estendiendo el brazo hacia las islas de Oehland, ocupadas en el dia por la R u s i a , esclamaba conmovido : « Ah ! si Napoleón hubiera
querido contentarse con ser uno de en-
tre nosotros, esto coloso que amenaza invadirlo todo no estaría tan cerca de aqui. » Estas palabras podran ser poco diplomáticas pero honran al que las profirió.
e*
D.
R A F A E L ESTE v E * « Artistas del mérito del S r . Esteve, y de tanta constancia y a m o r ai arte que emprenden y siguen y llevan á
cabo
con
con tal
m e d i o de circunstancias obras
raros;
y la nación q u e los
entre las
mita
en
tan c a l a m i -
tosas ,
semejantes,
debe estar ufana y
tesón,
éxito, son
muy
produce,
segura de figurar
favorecidas del cielo ,
entre las m a s ilustres del
y
globo.»
flg¡&WVU B E B.1VAS-— Gaceta de Ma-
drid del i . ° de Octubre de 1 8 3 9 .
El grabado, que tantos adelantamientos conseguido
en
otros
paises,
especialmente
ha en
Francia é Italia, no ha llegado entre nosotros al grado de perfección que era de esperar. N o carecetttos en verdad de grabadores de mérito
re-
c o n o c i d o , ni podemos quejarnos de falta de protección por parte de nuestro Gobierno en lasépo-
2
PERSONAJES
CELEBRES.
eas anteriores; antes al contrario prueban lo pri-
mero los nombres ilustres de Carmona, Ametller, do,
Selma,
Esteve y otros; y atestigua l o segun-
el establecimiento de la Calcografía en la
Imprenta R e a l , institución debida al sabio é ilustrado Ministerio del Conde de Florida-Blanca, sin otro objeto que el fomento del grabado conseguido entonces, pues hacen mucho honor al pais , las ¡estampas que se emprendieron y llevaron á cab o en é l , lográndose el fin propuesto, y para el cual se invirtieron sumas inmensas. Tampoco p o demos achacar esta falta á la actual decadencia, ó por mejor d e c i r , desaparición de las artes de este suelo en otro tiempoífírivilegiado.
Siguien-
do la historia de estas en nuestro pais, vemos con dolor que en medio de los progresos que rápidamente
ha hecho
en las artes, jamás ha
podido blasonar España de estar tan adelantada en el grabado c o m o otras que
naciones. Sabido es
el platero de Florencia
inventó este arte
'Mano Finiguerra
en 1 4 6 0 , á quien siguió
de luego Baccio Baldiní
Andrea Montegna
en la misma
en R o m a ,
des-
ciudad,
Martin de Jmbe-
res en Flandes, Alberto Durero en Alemania,
Lucaa Cronack
en Sajouia, y
Ijucas de Leyden
S
rSTEVJi.
en Holanda, no apareciendo por entonces en E s t paña, ni distinguiéndose fuera ningún
español.
Estos fueron los primeros maestros que formaron otros muy aventajados; y siguiendo la n o menclatura, se
tarda
bastante
en
encontrar á
nuestros compatriotas figurando entre los grandes grabadores.
Si
examinamos el grabado
agua fuerte, vemos también distinguirse al
al Par-
mesanino, Becafumi, Castiglioni , Guido Reni¡ Anibal Caraci, Hembrant, Wan-Dich, Testa, Callot, Steffano de la Bella, Tempesta, Carlos Marata, Durero, Cronak, Leydem, Jorge Penz Altorffer, Bish, Hisbel, Beham, Aldegrever, Brign, Berghem, Suanevelt, Both, Miele, Bautista Franco, el Spagnoleto y otros ; y solo en este género encontramos á nuestro Goya tan superior en algunas
láminas
que grabó , que en
concepto de los inteligentes merece un lugar muy distinguido; y por último, si estudiamos el g r a bado en dulce llevado en nuestros dias al mas alto g r a d o , ya en F r a n c i a , ya en Italia, ya en I n glaterra , podríamos citar nombres muy ilustres como
Barvic, Morghen, Barón
y otros, sin que
sensiblemente pudiéramos añadir uno que tomara un puesto preeminente, no obstante de que se
'4
PERSONAJES
CELEMÍES.
han hecho entre nosotros adelantos considerables, La averiguación de las causas que han producido este atraso, en un pais en que tanto
cara-
pea el genio de las artes, no es de este lugar; sin e m b a r g o , aunque no entremos de lleno en la materia, por no ser nuestro o b j e t o , no dejaremos de apuntar que el grabado, asi como c o m e r c i o , necesita mercados. Fácilmente
el
puede
un pintor emprender un cuadro con la esperanza de que sea adquirido por un procer ó un afic i o n a d o ; esperanza q u e , sea dicho de p a s o , quedará fallida en la actual época t&u contraria por todos títulos á las artes; pero una lámina no puede grabarse ala suerte ; es necesario mucho valor en el artista que se aventure á producir una obra larga y costosa , no contando con que ha de hallar quien le remunere el tiempo y gastos cuando no sea su trabajo. Quizás nuestro aislamiento haya podido ocasionar este atraso. Nuestra magnífica escuela
de pintura tan celebrada
a h o r a , y otras preciosidades artísticas que seíamos, después
no de
han sido apenas conocidas la invasión
pohasta
francesa en 1808.
En
aquella calamitosa época se removieron del punto en que se custodiaban, y aunque algunas des-
5
ESTEVE.
pues volvieron ¡í su s i t i o , no podiau estar tan seguras en é l , por los continuos trastornos del pais que dolorosamente
concluirán
por
le desaparecer del inundo civilizado. Nadie
hacervisi-
taba entonces á España; los pocos estrangeros que á ella venían, nos devolvían con insultos la acogida que les
dispensábamos.
Los insultos han
seguido y continúan quizás con mas fuerza; pero al
presentarnos
envueltos en la barbarie, y
piutando nuestras costumbres en forma de nove" la, no ha podido suceder lo mismo respecto de nuestros tesoros artísticos. Muchos de nuestros cuadros han salido para no volver mas , y han producido un entusiasmo
que debió existir, si hu-
biéramos sido visitados c o m o lo han sido constantemente los Italianos. Acaso por este medio se hubiera hecho una necesidad el grabado, para generalizar en el esirangero las obras que de m o do alguno podían removerse del sitio en que las colocó la Iglesia, el Trono ó la Aristocracia, á c u L
ya protección
es deudora la España del grande
adelanto que tuvieron las artes en los siglos pasados , gloriosos en alto grado. Triste es el cuadro que hemos trazado para el grabado en nuestro pais , y por lo mismo mas
6
TEUSOSAJES CELEBBES.
honroso para él el poder presentar en la actual época de decadencia, un artista que no solo se ha hecho admirar de sus conciudadanos, si no que ha fijado la atención general por una obra que no necesita e l o g i o , pues va unido á ella hace mucho tiempo. Basta por lo tanto decir, que tratamos de
la estampa del célebre cuadro
de
Aguas de Moisés,
gra-
Murillo, conocido por las bado por
D . Rafael Ksteve y
Vilella, de cuya
Biografía'vamos á ocuparnos c o m o muy
digna
de figurar en nuestra colección. Que no
todas
las personas que
en ella presentemos, han de
ser Reyes, guerreros, ú hombres de Estado; que también la literatura y las artes tienen su g l o ria, y gloria muchas veces mas costosamente adquirida , y de seguro mas duradera. Los n o m bres de los grandes artistas pasan de generación en generación, y su fama aumenta con la distancia de los t i e m p o s , porque quedan sus obras, y ganan envejeciéndose ; muy al contrario de lo que sucede generalmente á las efímeras hazañas de los guerreros, y á las astutas y no siempre nobles combinaciones de los políticos. Pero tiempo es ya de que pasemos á dar una ligera idea del artista que nos ocupa.
7
ESTEVE.
Nació D. Rafael Esteve y Vilella
en la c i u -
dad de Valencia, el dia 1.° de Julio de 1772. Siendo su padre D . José Esteve profesor de mérito reconocido en la escultura, y Direetor de. aquella Academia de S. Carlos, le dedicó al dibujo bajo la protección de la m i s m a , en la cual fueron tan rápidos sus progresos, que á los 16 años de e d a d , obtuvo dos premios generales, uno d e tercera clase en pintura, y otro de la misma en escultura, siendo notable que
se aventajase en
ambas el que después habia de sobresalir en e l g r a b a d o ; pues a l a n o siguiente, en 12 de Junio de 1789, la misma Real Academia lo pensionó en la clase de grabado para que pasase á la Corte, donde bajo la dirección de su paisano el artista
D.
hábil
Fernanda Selma, siguió adelantando
en su profesión , en términos que ganó otro premio de grabado en la citada Academia ; y al c o n cluir los tres de pensión, fue c o de mérito de la
creado A c a d é m i -
misma.
Entre tanto sus obras en M a d r i d , le habian grangeado una opinión que no podía ocultarse a Rey D . Carlos IV, entendido en bellas artes, quien en 22 de Enero de 1800 , le creó su grabador de Cámara, puesto que desempeñó dignamente.
8
PERSONAJES
CELEBRES.
Hemos dicho al principio que el Gobierno, en épocas anteriores, habia dispensado su protección al grabado, creando la Calcografía que tanto contribuyó á sus adelantos, y lo prueba ademas la Real orden espedida en 24 de Marzo de 1807, en virtud de la cual se resolvió que este hábil profesor, emprendiese un viaje artístico por Francia é Italia, con el fin d e q u e tratando á los mejores artistas de ambos países, a o solo procurase el adelanto del g r a b a d o , hasta el punto en que se hallaba en aquellos reinos, si no que adquiriese algunos útiles de que
se carecía entonces y eran
necesarios para las mejoras que se premeditaban; comisión que el Sr. Esteve hubiera llenado c o m pletamente, y que tanto honra al gobierno que la concibió ,
habiendo acreditado el tiempo que no
se equivocó en la elección ; pero en aquella aciaga é p o c a , asomaba ya la revolución que nos habia de conducir al triste estado en que nos encontramos. L a invasión francesa que ya amenazaba de antemano, tuvo lugar en el año siguiente : ella y sus consecuencias, hundieron á la nación en una guerra obstinada, n o b l e , santa , pero tes. Las artes debian
desaparecer
al
sin límiestruendo
del cañón ; el viaje proyectado quedó sin efecto, y
9
ESTEVE.
casi borradas las miras previsoras del gobierno. A ésta época sucedió o t r a , si bien no todavía de c a l m a , porque esta desapareció de España sin que¡puéda preverse su v u e l t a , m e n o s turbulenta, y en que se pensó en hacer algo para
el resta-
blecimiento de las artes. La Reina Doña Maria Isabel deBraganza, que daba el i m p u l s o , fundó el Museo de que tantas ventajas ha podido sacar el pais, y realmente las ha conseguido. Siempre dispuesta á todo lo bueno, quién sabe hasta donde hubiera podido llegar su influjo, y el poder que ejercía en el ánimo del R e y , si su temprana muerte no la hubiese arrebatado al amor del pais , y privado
á las artes de su
regia protección. La
imaginación nos separa de nuestro o b j e t o ; las desgracias de nuestra patria, á las cuales no vemos término, nos recuerdan
Ja situación que
podia
haber creado aquella Augusta Señora. Otra Reina aficionada á las artes , y artista también , ocupó después el trono español, y ha sido lanzada por la tormenta revolucionaria lejos de estos reinos: en medio de la agitación de su r e i n a d o , no olvidó el objeto de su afición, y si hubiese alcanzado época mas b o n a n c i b l e , es de creer que las artes hubieran tenido en ella también mía ilustrada pro-
JO
PERSONAJES CÉLERES.
tectora. En aquella época pues, y con fecha 9. de Marzo de 1817 se espidió una Real orden ratificando el Rey la que queda citada de 24 de Marzo de 1807, asignando al mismo Esteva 18,000 r s . y lSjOOO para los gastos del viaje que debía verificar inmediatamente, y que emprendió en efecto con el Excmo. Sr. D . Eusebio de Bardaji y Azara, que c o m o embajador de S. M . , pasaba á la corte de Turin. Desde allí se dirigió á Milán, en donde trató al famoso grabador Longui, bien conocido por su mérito, y á varios otros; y pasando por Bolonia, después de admirar
algunas obras de
pintura,
entre, ellas, varios techos de Iglesia del célebre
Guido Reni,
se encaminó á Florencia, á donde
le llamaban n o solo la galería Médicis, que examinó con todo detenimiento, sino el acreditado grabador Morghen y toda su escuela. Visitó pues el estudio de este, y obsequios muy
la Academia,
lisonjeros, de hombre
recibiendo tan
emi-
nente , y muy de apreciar, por lo mismo que venían de un artista de tal celebridad. Siguió
su
viage á R o m a , en donde creció su admiración y sorpresa al encontrarse frente de las grandes obras en pintura, escultura y agricultura que encierra
.
11
USTEVE.
aquella Capital, en la que existe lo mejor y mas florido de las artes, y de los monumentos de la antigüedad. El efecto
que debe producir en un
artista, y mas del mérito del Sr. Esteve, el c o n templar aquellas obras tan celebradas por unos, tan interpretadas
por o t r o s , solo
puede c o m -
prenderlo el mismo que lo esperimenta. Como español reconocido y fiel, debia visitar á SS. M M . D . Carlos IV y Doña Maria Luisa, que á la sazón residían en aquella corte, los cuales le recibieron colmándole
de obsequios. C o m o Artista,
buscó el trato de los hombres eminentes que se encerraban en aquel emporio de las artes, y bien
pronto contrajo amistad, con Canova,
Jlvarez,
Thorvalsen, Camucini, y Benvenuti. Corto
hubiera
sido
el tiempo
ocupado
en
aquella amistad, por mas que quisiese alargarlo; pero Esteve debia realizar su viage cual se h a bía
concebido ; y no c o n poco
sentimiento , se
puso en camino para Ñapóles, á fin de visitar el Herculano y Pompeya, y ver las preciosidades que se van encontrando en bellas artes, asi c o m o las obras maestras de los célebres artistas q u e encierra aquella capital, llena con
nuestra
de recuerdos enlazados
historia. De allí pasó
á
Venecia,
12
PERSONAJES
CELEPRES.
cuya celebrada escuela de pintura le admiró s o " bre manera, asi c o m o las obras del Paiadio y Vitrübio; y atravesando la Suiza por Ginebra, se dirigió á Paris, en donde al momento se relacio" nó con el famoso
grabador Bervic
y su discí-
pulo Toschi, asi c o m o c o n los acreditados
dieu, Desnoyers, Berlaux,
Tar-
y otros muchos ar-
tistas de gran mérito, entre ellos el célebre pin
tor militar Horacio Este viaje
Vernet.
debia necesariamente
engrandecer
los conocimientos de Esteve, á pesar de que ya antes de llevarlo á efecto, los había manifestado muy superiores; pero no era este el solo objeto. Cuando se concibe u n buen pensamiento, no pueden
enumerarse
de antemano
las
conse-
cuencias que ha da p r o d u c i r ; quizás alguna se desliza sin ser conocida ni aun calculada, y solo puede por lo tanto asegurarse un buen resultado, cuando el cálculo está bien hecho. El viage d e Esteve, que emprendido por otro profesor de menos mérito, solo hubiera producido
ade-
lantos en el sugeto, y que era cuanto se podía esperar, ha dado lugar á un titulo de gloria para el artista y para el pais. Estimulado por las obras que examinaba, y
ESTE VE.
13
ambicionando la celebridad que lograban sus autores, deseó emprender una, que no solo corriera por Europa á par que su nombre, sino que diese á conocer que en España habia también artis-i tas que compartiesen con los estrangeros la gloria no disputada hasta entonces. Este pensamiento estabafijoen Esteve desde su regreso á España; y habiendo tenido ocasión de esponerlo al Rey Fernando VII, fue tal el interés que este tomó por la idea, que en Real orden de 3 de Enero de 1821 dispuso pasase á Sevilla, áfinde que franqueándosele todos los cuadros existentes en aquella ciudad, cuna de las artes en España, eligiese el que tuviera por conveniente para sacar un correcto dibujo que debia grabar; disponiendo el Soberano, como una prueba del interés que le animaba por la empresa, que mientras tanto se ocupaba en este arduo trabajo, se le alojase en el Real Alcázar. Verificóse asi, y después de haber examinado las mejores obras de la escuela sevillana , eligió el cuadro existente en el Hospital de Caridad, cuyo asunto representa á Moisés en el desierto hiriendo la peña para dar agua al pueblo sediento. La superioridad y belleza de composición de este célebre cuadro , y la variedad de objetos que lo enriquecen,
PERSONAJES CÉLEBRES.
14
fueron parte para que Esteve lo considerase muy á propósito para lucir en él el grabado; empresa sin embargo atrevida, no solo por la multitud de figuras y términos que le dio el gran Morillo
su
autor, sino también, y mas principalmente, porque estando pintado para una altura inmensa, se halla tan desvaratado el c o l o r , y puesto con tal degradación,
que al ser trasladado al Alcázar,
tuvo Esteve que crearlo casi en el bellísimo
y
correcto dibujo que emprendió, y que presentado á S. M. obtuvo su real aprobación, y los sinceros elogios
de cuantos artistas lo
examinaron
entonces; y sea dicho de paso, aunque han transcurrido muchos años, coservamos en la memoria el entusiasmo que nos produjo. Desde entonces se dedicó nuestro compatriota á la realización
de sus m i r a s , si bien no
con
una absoluta preferencia, por tener que desempeñar, corno Grabador de Cámara , p a r a l a Calcografía, otras
algunas obras
para el Real Palacio,
y diferentes para el depósito Hidrográfico de la Marina ; y á los doce años de emprendida y casi acabada, se vio en la precisión en 1 8 3 7 , de s o licitar Real licencia para pasar á Paris , á fin de concluir y estampar su o b r a ,
cosa imposible de
15
ESTEVE.
efectuarse en España, por falta de los útiles nece • sarios. Alli la terminó da en la exposición
por ú l t i m o , y presenta-
pública celebrada en el Pa-
lacio del Louvre en 1839 , fue premiada c o n la primera medalla de oro y un d i p l o m a ,
único
premio que se dio al g r a b a d o ; habiendo la c i r cunstancia favorable á nuestro p a i s , de que los muy dignos y apreciables jóvenes artistas españoles , D . Federico M a d r a z o , y D . Carlos Luis de Rivera, alcanzaron gran lucimiento en la misma por sus preciosos cuadros ; aquel el que r e presenta la aparición de dos ángeles que inspiran
á Godo/redo de BouUlon la idea de ponerse al frente de los ejércitos Cruzados , y este al c é l e -
bre D. Rodrigo Calderón en el acto de ser conducido al suplicio en 1 6 7 5 ; composiciones ambas oellísimas, y que cada uno respectivamente
con-
serva en su p o d e r , c o m o prueba de la protección que el pais dispensa á las artes , y de lo que p u e
j
den esperar los que se dedican á ellas en una époea tan desgraciada.
Tuvo también
Esteve el
honor d e presentar su obra á l o s R e y e s , por m e dio del Embajador Marqués de Miraflores, mereciendo los mayores elogios de toda ta Corte , y por último á esta producción
debió en
13 d e
16
PERSONAJES
Febrero
CELEBRES.
de 1841 , el diploma de miembro del
Instituto de Francia, y de aquella por vacante de Mr. ¡Moreau;
Academia,
obsequio
debido
á los artistas de dicho Instituto Mr¡ Désnoyers y Mr. Richomme, primeros grabadores franceses. Todos estos títulos de gloria
adquiridos por el
Sr. Esteve en aquella culta capital, recaen esencialmente en honor del pais , y tienen su origen en la primera determinación de Carlos I V , s e cundada por su hijo Fernando V I I , sin la cual seguramente no existiría este monumento glorioso de las artes. Mientras t a n t o , en España al ser presentada \A obra d e Esteve á S. M . la augusta Reina G o bernadora Doña María Cristina, espontáneamente le premió c o n la Cruz d e Caballero de la Orden de Carlos I I I , lisongeándole con espresiones altamente honoríficas. La Academia de S. Fernando le espidió el título de Académico
de m é r i t o , y la
de S. Carlos de V a l e n c i a , el de Director del grabado ; siéndolo en la actualidad de la de Madrid, sin que uno solo de estos premios
haya sido ni
aun indirectamente solicitado por él. La
obra del Sr. Esteve está juzgada por el
mundo inteligente: figura en el día en las gran-
17
ESTE VE.
des colecciones y en lugar muy distinguido. E n tre nosotros existe también en los gabinetes los buenos aficionados, que no
son muchos
de por
desgracia , y el público la ha admirado en la e x posición que tuvo lugar en la Academia de San Fernando en 1839. Difícil, cuando no imposible, seria describirla. El Señor Esteve grabándola con todo el arte de que es c a p a z , y género de pintura tan desleído
grabando
un
y evaporado, si
asi puede llamarse , ha conservado puros los c o lores que el gran Murillo usaba en sus cuadros. Basta separarse un p o c o , para adivinar, sin ver el original, cuales son los que se emplearon en la o b r a ,
y al mismo tiempo el buril marca la
espresion de las figuras , peculiar de aquel genio. Citaríamos en comprobación de esto, alguna figura, pero insensiblemente las citaríamos todas, y sin utilidad alguna, porque es estampa harto célebre , por el gran mérito que
reúne, y
que
bien se ha reconocido en los países extrangeros. Las demás obras de este artista, muchas
de
ellas existen en la calcografía de la Imprenta Real c o m o son to,
Jacob echando la bendición á su nie-
por un cuadro de Juan Francisco
conocido por el G u e r c i n o ;
Cristóbal
Barbieri,
Colon
de
18
PERSONAJES CELEBRES.
cuerpo entero, por dibujo italiano; algunos retratos de la colecion de Varones ilustres que se publicó y existen en dicha calcografía ; la de la Reina Doña
María Isabel de Braganza
, y otras
muchas obras que seria cansado designar. La ú l tima que hemos descrito será
probablemente la
mas gloriosa para é l ; y proporcionando al autor gran celebridad, recaerá la gloria en favor del pais que dio el ser á dos artistas tan distinguidos c o m o Morillo y Esteve , y protegió al último , obteniendo asi las ventajas
que siempre se consiguen,
cuando hay protecion y cuando esta recae en personas de verdadero m é r i t o , ó q u e d e n al menos esperanzas de que n o en vano- se les dispensó. Nonos cansaremos de repetir, que la obra colosal y magnífica del Escorial, que la riqueza de nuestras suntuosas catedrales y célebres monasterios,, dieron fomento á b s a r t e s , en términos que j a más
nación alguna tuvo un periodo tan rico en
artistas de todas clases, c o m o nuestra España en. su siglo de oro. ¿Sin aquellos elementos de protección y estímulo, hubiera llegado jamás la Nación al grado de adelanto en las bellas artes q u e alcanzó ? Seguramente n o ; pues la regia fundación, la colosal obra del grandioso monumento consa-
19
KSTEVE. graJo á la gloriosa jornada de S. Quintín,
por
el gran Felipe I I , no solo atrajo á España cuantos artistas de mérito existían en el resto de Eur o p a , ó por lo menos sus obras, sino que difundiendo entre los españoles
los conocimientos
y
buen gusto de aquellos, y alentados estos c o n la seguridad de abundante y bien retribuido trabajo, pudieron adelantar , y llegar á igualar, si no esce" der, á los que
les sirvieron de maestros.
¿ Podrá por ventura suceder lo mismo en los tiempos presentes? Trabajada desde muchos años y en especial en todo lo que llevamos del presente siglo, esta nación desgraciada; viendo destruidas en gran parte por el pico revolucionario, muchas de las obras que atestiguaban su antigua opulencia; pasar á manos ignorantes y para usos profanos los templos que sirvieron
en
otro tiempo de asilo y gloría á las a r t e s ; reducido el clero á la indigencia; trastornadas las fortunas, y
careciendo en lo general la nueva
aristocracia del d i n e r o ,
de instinto para el f o -
mento de obras artísticas , ¡ qué estímulo podrán hallar los que se dediquen á estas profesiones! La pintura reducida á emplearse tos , mezquinamente retribuidos
solo en retraen general,
es
20
PERSONAJES
imposible que
CELEBRES.
produzca jamás obras
de nuestros antiguos
como
las
pintores, que admiramos
en nuestros M u s e o s , y atraen la atención en los estrangeros. La
escultura, ademas
de las cau-
sas dichas, ninguna protección encuentra en el g o b i e r n o , que es el único que pudiera emplearla algunas v e c e s , y si lo hace es con harto desacierto. ¿ A q u é se dedicará pues el grabado en época tan calamitosa c o m o la presente? Inútil fuera buscar
en
otras causas nuestra
actual decadencia ; la época que atravesamos es de destrucción, y el materialismo que domina este siglo , no es el mas á propósito para grandes obras del ingenio. Nuestros grandes artistas se llevaron l,i gloiia : á nosotros no nos es dado mas que la destrucción de sus grandes producciones, ó su venta al estrangero. Si la nación recobra algún dia su puesto, si vuelve también la tranquilidad y el sosiego de que por
tanto tiempo
carecemos,
las
artes florecerán, no hay que dudarlo. De lo contrario habremos perdido la gloria artística es verdad, pero también habremos perdido y es mas, la nacionalidad.
=?E=
J O R G E CANNIJVG. « S u elocuencia era
clásica,
florida
y c a u t i v a d o r a , y tenia el talento de hablar m u c h a s
veces sobre un m i s m o
asunto sin j a m á s repetirse. L a m a y o r prueba de su integridad es que
murió
pobre. » Biografía Universal , dirigida p o r MR.
WEISS.
Este hombre de Estado, uno de los mas j u s tamente célebres de los tiempos modernos, n a ció en Londres el 11 de Abril de 1770. Su familia no podia vanagloriarse de su nobleza ni de su opulencia, pues su padre
casándose
contra
la
voluntad de sus parientes, c o n una mugér hermosa pero pobre, habia sido desheredado. C a n ning fue el fruto de aquella unión desgraciada bajo todos aspectos. Su padre que egerció suce-
2
PERSONAJES
CÉLEBRES.
cesivainente la profesión de abogado y el oficio de vendedor de vino, falleció poco después, cuando él contaba apenas dos años, y su madre se vio reducida, para
atender á su e d u c a c i ó n , á
dedicarse al teatro, saliendo por primera vez en Londres donde no gustó, y representando
des-
pués en las provincias. Sin e m b a r g o , el joven Cauning tuvo la dicha de encontrar un tio g e neroso, que lo mandó primero á una escuela preparatoria, y después al Colegio de Eton, frecuenta do por la nobleza de los tres R e i n o s , asi c o m o por la juventud plebeya, cuyas buenas
disposiciones
forman la esperanza de la Inglaterra;'jóvenes de ambicioso y elevado c o r a z ó n , que se prometen
alcanzar los honores d despecho de su nacimiento, merced al poderoso patronazgo de las amistades
contraidas con la dulce intimidad, y la
franca igualdad del Colegio. En E t o n , dio muestras Cauning de asiduidad y grandes disposiciones para los estudios clásicos, y l o que era aun mas
raro,
de cierta ligera ambición
literaria;
pues concurrió en aquella época á fundar y redactar un pequeño periódico titulado, El Microcosmo,
que no deja
ma d e un escolar.
de hacer honor á la plu-
3
CANNING.
Al cumplir 18 nños, pasó Cauning á la U n i versidad
de Oxford
donde
recogió
una buena
parte de los honores académicos. Sin embargo las amistades que formó ó cultivó en Oxford, fueron mas importantes para su porvenir que sus triunfos científicos; pues alli fué donde hizo estrecha amistad con el futuro primer ministro de Inglaterra, Lord Liverpool, y c o n los demás contemporáneos suyos, que indicaban [ya que habían de ocupar algún día los primeros puestos en la s o ciedad. Después de haber pasado en la Universidad los años
de costumbre,
fué Canning
á
Londres, y se inscribió en el Lincoln'sInn para recibirse de abogado. Pero sus relaciones c o n hombres influyentes, la reputación que ya disfrutaba de talento y capacidad, le proporcionaron hacer fortuna por un medio mas espedito que el del foro. Hasta entonces sus amigos , y podríamos casi decir toda la juventud de la é p o c a , profesaban ideas liberales, y habian adoptado
en política
los principios del partido whig: el torysmo estaba agonizando. ¿ Quién habia de simpatizar aun c o n las orgullosas
é imprudentes
doctrinas
de un
partido, al cual se debía la guerra de América y sus prolongados
desastres?
Sin embargo, el
A
PERSONAJES
CELEBRES.
momento mismo en que iba á espirar lución francesa, reanimó aquel cadáver
la RevoQueda-
ba aun la cola del t o r y s m o , que á pesar de ser numerosa, carecía de gefe y de orador; para tenerlo era necesario que P i t t , desertando de los bancos de la o p o s i c i ó n , bajo el pretesto de los escesos que se cometían en Francia, fuese á alistarse en sus filas, adonde le siguieron muy luego Burke y W i u d h a m . Acabábase de verificar esta deserción de los whigs moderados á las banderas del t o r y s m o , cuando apareció Canuing en la escena política. Estábase entonces en lo mas vivo de una crisis terrible: los d o ; partidos que se hallaban frente á frente, inciertos de la victoria, atentos á engruesar sus lilas con cuantos h o m bres de porvenir habia entre la j u v e n t u d , se disputaron mutuamente
á Canning, el cual
tuvo
que elegir entre la protección de Pitt y la amistad de Fox. Sin hacer la injuria á Canning de suponer que su pobreza le indujo á decidirse por el partido en que habia mas que ganar, volvió la espalda á Fox y á Sheridan, aceptó los ofrecimieutos
de
P i t t , y entró en el Parlamento en 1793, c o m o representante del Burgo podrido de Kewport. Es-
CANNING.
.»
tuvo silencioso un año entero, midiendo y preparando sus fuerzas, y no habló hasta en 1794, con motivo de la discusión de un bilí cuyo o b jeto era dar subsidios al Rey de Cerdeña contra la Francia. El tema que adoptó y que siguió después en varias ocasiones, fue la necesidad de hacer una guerra á muerte a la Francia republicana, á pesar de la fortuna y de cuanto pudiese acontecer. Los triunfos parlamentarios de Canning le hicieron nombrar Subsecretario del ministerio
de
Negocios estrangeros, empleo que desempeñó hasta el fin de la administración de Pitt en 1801, Durante este periodo, frecuentemente resonó su voz en el Parlamento , defendiendo los proyectos ministeriales; sin embargo, si se esceptua el discurso que pronunció en la abolición de la esclavitud , no vemos motivo para aplaudir mucho su elocuencia. Se apoderó de aquel asunto, fecundo en principios generosos , y el discurso que pronunció en aquella ocasión, puede considerarse c o m o una de sus obras maestras oratorias: es al mismo tiempo la esposicion curiosa y pintoresca de las preocupaciones de la época , y sentimos no poder citar algunos pasages de él, que darian una idea de la facundia con que refutaba á algunos de sus
6
PERSONAJES
CELEBRES.
amigos políticos, que sostenían que era preciso respetar el comercio de negros como una antigua
institución. Los trabajos parlamentarios y administrativos de CanniDg n o absorvian todo su tiempo. Sin p o der competir con la maravillosa actividad de trabajo de Mr. B r o u g h a m , que en medio de sus ocupaciones del foro y del Parlamento, fundaba y
redactaba la Revista de Edimburgo , dio Canníng sin embargo una serie de poesías al periódico el Anti-galicano,
cuyo solo título indica su espíritu.
Hay en aquellas efusiones poéticas mas ingenio que generosidad , y ni el mismo espíritu de partido , podría disculpar la malignidad de algunas de las alusiones que contienen.
Las mas felices
son algunas estancias parodiando filántropos
á los poetas
de la é p o c a , culpables á sus ojos de
creer en la regeneración del género h u m a n o , y su perfectibilidad progresiva. En 1800 se casó Canning c o n la hija del rico y eotxéntrico general S c o t t , el cual habia declarado en su testamento que aquella d e sus hijas que se casase con un P a r , perdería por este solo hecho su parte de la herencia. La hermana de la esposa de Canning lo verificó sin embargo , pero
CANNING.
7
esta rehusó aprovecharse de la cláusula del testamento paterno. Mme. Canning llevó á su marido un dote de 100,000 libras esterlinas, fortuna que aseguraba para siempre su i n d e p e n d e n c i a , pero que lejos de aumentarse durante una carrera tan larga y brillante, la comprometió , apesar de que jamás se le ha podido acusar de prodigalidad. En 1801 dejó Pitt el ministerio, á consecuencia según se dice de disidencia en opiniones entre el Rey y él, acerca de la emancipación de los católicos. Canning siguió á su protector, pero no d e fendió como él ia administración Mr. Addington ;
la atacó
justo medio
de
al contrario por sus
discursos en el Parlamento, y con sus epigramas en la imprenta. Canning era en efecto de los que no simpatizaban mas que en una idea, la de una guerra sin tregua contra la
Francia. Pitt acabó
por hacerse de la opinión de Canning, y atacaron juntos la indecisa administración de Mr. Addington , quien se retiró en Mayo de 1804. Pitt volvió entonces á desempeñar el empleo de primer ministro, y Canning fue nombrado Tesorero de la marina. Los dos amigos políticos disfrutaron sin embargo poco de su triunfo. Pitt murió en Enero del siguiente año, y Canning depositó
sobre
8
PERSONAJES
CELEEBES.
su tumba el tributo solemne de su afecto y admiración. Pero desde la muerte de Pitt, Canning se declaró independiente c o m o hombre
político.
La subida al poder de los whigs , volvió á llevar á Canning á los bancos de la oposición , d o n de combatió mas con las armas de la burla y del ridículo, que con las de la elocuencia y la lógica. La muerte de Fox fue causa de la caida de los whigs , c o m o la de Pitt habia causado la de los
torys. La cuestión católica sirvió otra vez de pretesto al Rey para despedir á su ministerio, y en Agosto de 1 8 0 7 , se formó
una administración
guerrera, si es lícito espresarnos así. En aquel ministerio , Lord Liverpool desempeñó el del Interior, Lord Castlereagh el de la Guerra, y Canning el de Negocios estrangeros: era imposible imaginar
una concentrado'»
mayor del espíritu torv.
El primer acto importante de la nueva administración , fue una de aquellas medidas que exigen grande audacia en la egecucion, unida á no menor atrevimiento y candidez para defenderla, Trátase de la presa de la flota danesa y el bombardeo de Copenhague; medida que se atribuye á Canning. Aquel acto es demasiado conocido para que tengamos que apreciarlo aquí, y prueba que no habia
9
CANNING.
consideración alguna capaz de contener ;í este h o m bre de Estado en la egecucion de los planes hostiles que habia formado contraía Francia. Hasta entonces la fortuna y la habilidad habían faltado siempre a los prodigiosos
esfuerzos de la Gran
Bretaña, y se habia podido notar la falta de cordura )
de conjunto en
todos sus
proyectos de
guerra contra Napoleón. Habia escítado contra él á todas las potencias de Europa, pero unas tras de otras y solo para perderlas sucesivamente ; había disipado sus propias fuerzas y sus tesoros en cien espedicionesl sin importancia, diferentes
en su
objeto y fútiles en sus resultados. La misma p o lítica tímida, irresoluta, parecía presidir á cada alianza y á cada espedicion nuevas, aun en el momento en que la inesperada resistencia de la España , ofrecía á la Inglaterra la ocasión mas gloriosa y favorable de intervenir con todas sus fuerzas. La mayoría del gabinete pareció que no quería arriesgar todavía mas que un auxilio débil, y por consiguiente ilusorio. Canning fué el que á fuerza de instancias en el Consejo y en el Parlamento decidió á los que tenian en sus manos los destinos del país , á echar esta vez en la balanza todos sus recursos y
todo su poder. Canning conocía
10
PERSONAJES
CELEBRES.
que la Peuínsula era el úuico punto del continente donde la Inglaterra podia esperar hacer una d i versión importante y decisiva, y atacar á Napoleón con probabilidades iguales. Al efecto envió á E s paña á su íntimo amigo Mr. Freere, con encargo de fomentar el espíritu de resistencia de la nación contra la Francia, y de consumar la alianza de la Inglaterra con los sublevados españoles. En esta
ocasión
princpiaron
la rivalidad y
mala inteligencia de Lord Castlereagh y de Canning. El primero
que pertenecía
á la
antigua
escuela de política inglesa, y muy inferior
al
segundo en talento, se inclinaba mas á seguir la rutina
y los
errores ya adoptados, es decir > que al notar un aumento progresivo en el ene» m i g o , y una decadencia rápida en los medios » de defensa; al ver que la falta de recursos de» j a b a nulos los planes mas bien
combinados;
» que las providencias del Gobierno que mas pro» fundo silencio exigían eran sabidas del enemi» go y del público, antes que de los mismos enC)
Véase el
Manifiesto publicado por el
Ex-Virey
del
P e r ú , D . Joaquin de la Pezuela , impreso en Madrid en I 8 2 f .
PEZUELA.
17
» cargados de su ejecución;
al ver rodeado el
» Gobierno de personas sospechadas de los bue» n o s , sino declaradas abiertamente por
enemi-
» gas de la N a c i ó n ; al ver próximo á una c o m » pleta ruina el Vireinato, y con él la América » t o d a , y ajado el pundonor nacional; al verse » dirigidos por un Gobierno que carece de ener» gia en sus providencias, insubsistencia en sus « p l a n e s , que no disfruta
de ningún concepto en
» el ejército ni en los p u e b l o s , y por lo tanto no » respetado de n a d i e ; » por todas estas supuestas r a z o n e s , y por otras cuya enumeración seria d e masiado difusa , y que pueden verse en el manifiesto citado, concluian con estas notables palabras: » Los que suscriben no ven otro medio para llenar » estos objetos, para conservar á la Nación estos » países y dejar bien puesto el honor nacional, » que el de que V. E. deposite en otras manos « el Gobierno de un pais que en las suyas está » perdido. Estas son las del Excmo. Sr. D . José de » l a Serna, designado por la opinión del egercito y »de
los
pueblos.... Si V-
» que llevamos propuesto,
E.
accediese
y cuya
á
lo
contestación
« aguardamos en el término de ouatro horas, el » ejército sale garante del buen trato y respeto
18
PERSONAJES C É L E B R E S .
>- de todos á V. E., ¡í su familia y allegados , has » ta ponerse á bordo de la fragata inglesa
An-
» drómaca, si su Comandante lo admitiese, ó en » otro buque español que se destine á conducir » á V. E. á P a n a m á , advirtiendo que uno y otro » se debe verificar en el parentorio término de » veinte y cuatro horas; en la inteligencia d e q u e » los gefes que firman tienen tomadas sus
rae-
» didas , para que se verifique cuanto llevan i n » dicado.» Esta representación ó mas bien mandato imperativo, estaba
firmado
en Aznapuquio
1). José Canterae— D. Gerónimo baldes—El Marques de Valleumbvoso—D. Ignacio Landazuri—D. Ramón Garcia—D. Ramón Gómez de Bedoya— D. Mateo Ramírez—D. Andrés Garda Camba— D. Francisco Narvaez—D. Francisco Ortiz— D. Antonio Tur—D. Agustín Otermin—D. Fulgencio de Toro—U. José Ramón Rodil—D. Pedro Martin—D. Antonio Seoa,ne—D. Manuel Bayona—D. José Garda—y D. Valentín Ferraz. el 29 de Enero de 1821 ,
por
En la mañana del citado dia 29 de Enero pusieron todos los cuerpos sobre las armas , abusand o de su posición y de la obediencia militar; y sin indicar el objeto, adelantaron una compañía de gra-
10
PEZUELA.
linderos con dos piezas de artillería hacia el camino de Lima, con orden de hacer fuego sobre cualquier grupo que se presentase. En tal actitud
re-
mitieron la citada intimación al V i r e y , por mano del secretario de la junta de generales, el Coronel D . Juan Loriga. Sorprendido aquel con la lectura de tan escandaloso c o m o inesperado documento, no desconoció los graves males que podrían resultar de una oposición armada. Hallábase sin mas fuerzas que una compañía de granaderos del regimiento del Infante D . C a r l o s , única que había quedado para la custodia del P a l a c i o , pues las cortas de caballería
ó infantería que se hallaban
acampadas á las inmediaciones en el pueblo de L u r i g a n c h o , se habían reunido la noche anterior al grueso del egército en Aznapuquio , sin noticia del V i r e y , y por disposición de los conspiradores. Verdad es que una población de 70,000 almas, que al parecer no tomaba parte en el movimient o , podía
prestar recursos para frustrarlo; pero
conoció el Virey que la resistencia armada por su parte suscitaría una guerra civil, y pondría el pais á discreción de las armas invasoras de Chile y Buenos A i r e s , que se hallaban
á pocas leguas
de distancia ; y sus gefes confiaban mas en las
20
PERSONAJES
CÉLEBRES.
discordias intestinas de los Españoles que en el poder de sus armas. En tal conflicto, avisó el Virey
al Teniente
General D . José de la Serna, para que montase al momento á caballo y se presentase en el c a m pamento, avistándose antes
con
él para recibir
instrucciones, pues creia que en el mero hecho de ser proclamado su sucesor , y por sus íntimas relaciones con los gefes del c o m p l o t , ó podría con su ascendiente calmar el alboroto ó darle una forma menos irregular. Contestó el General la Sern a : «Que el lance era muy no quería comprometerse: »
apurado, y que él escusa que lleva en
sí misma su calificación , y que hizo perder al V i rey toda esperanza de mantener su autoridad. Disimulando sin embargo la violencia de su situación,
mandó reunir la junta de Generales que
estaban precisamente c i t a d o s ,
incluso la Serna,
para tratar en la misma mañana acerca de
las
medidas de defensa que convendría adoptar contra un plan de ataque combinado , que según no ticias iban á intentar los enemigos contra la Capital; y consultó con ellos la contestación dada á los gefes del ejército, en que manifestaba acceder á entregar el mando al General la Serna, no
21
PE2UELA.
sin graves cargos á los gefes sublevados; pero el silencio y debilidad de los que componían la junta á vista de un hecho tan atroz y escandaloso, le hicieron conocer que si algunos no estaban en el fondo del proyecto, abandonaban
la
autoridad
legítima á la arbitrariedad de la fortuna, sin que ninguno tuviera el valor necesario para manifestar enérgicamente su desaprobación. Entretanto llegó del campamento un oficial de Estado Mayor anunciando de parte de los gefes, que trascurrido el término de las cuatro horas, que se le habia fijado para la resignación del mand o , si dentro del perentorio de tres cuartos de hora no recibían la respuesta conforme á sus d e s e o s , marcharían sobre la Capital. Ofició mente el Vírey
manifestando
nueva-
estar dispuesto á
verificarlo en el tiempo necesario para la egecucion, v acompañando la orden relativa
al mando del
ejército. Pero los gefes sublevados contestaron con el siguiente oficio, que creemos deber consignar aqui como un documento histórico: « Excmo. Señor.—El oficio de V . E . , contestación á otro de los gefes que suscriben, no llena el objeto que se han propuesto. El ejército se halla sobre las armas con todos sus gefes á la cabeza sin escep-
22
PERSONAJES
CELEBRES.
tuar uno , y no las dejará hasta ijue obtenga la orden de reconocimiento de Virey
á favor del
Exento. Sr. D . José de la Serna, y queden asegurados de que otra igual se lia dado á las demás autoridades, cesando V . E. desde aquel instante en
todas sus funeioues. Y para acordar el tiem-
po necesario á ta entrega que Y . E . i n d i c a , pa-
san á esa Capital el Coronel Marqués de umbroso ,
y el Teniente Coronel
Valle-
D . Antonio
Seoane , diputados por eli ejército. Devolvemos la orden general de hoy que V. E. r e m i t i ó , porque el empleo de General en Gefe ó Capitán General
está
unido a l de V i r e y , que dejamos soli-
citado.—Dios etc.—Campamento de Aznapuquio, Enero 29 de 1821.—Siguen las
firmas.»
En consecuencia dimitió el General Pezuela el mando en la Serna., y desocupando
inmediata-
mente el P a l a c i o , se retiró con su familia á una casa de campo distante media legua d e la Capital,
hasta que: se presentase ocasión de regresar
á la Península, y dejar un país eu el que había prestado tan grandes servicios durante 16 años. L o s mas respetables Magistrados de la Real A u diencia , aunque indignados por el atentado que se cometía con su Presidente , atendiendo á lo
23
PEZUELA.
crítico y singular de las circunstancias, le aconsejaron que renuncíasela ambicionada autoridad, y elogiaron la moderación de su conducta. Una insurrección puramente militar , en que no tuvo el pueblo la menor parte, faltando á los mas sagrados deberes
de la m i l i c i a , derrocó el
poder d é l a autoridad legítima , y lejos de c o n s e guir las ventajas que hacian esperarlos ambiciosos que á ello contribuyeron, acabaron por destruir completamente el dominio de las armas españolas en aquellos ricos paises. El abandono
y
pérdida de la Capital fue el primer hecho i m p o r tante que se siguió á la destitución del V i r e y ; y aunque las superiores fuerzas del ejército del Rey mantuvieron
por algún tiempo la lucha contra ios
insurgentes, y obtuvieron algunos triunfos,
fue-
ron estos ineficaces, porque la autoridad real había perdido su prestigio, y n o era posible al G e neral la Serna reunir y tener en obediencia y respeto á todos los elementos que habia para la d o minación del pais. El General realista
Olañetacou
parte de las tropas del alto P e r ú , desconoció posteriormente la autoridad del intruso Virey, y levantada la discordia entre constitucionales y r e a l i s - ' " $ , 6 * * , t a s , se encendió una cruda guerra entre los d e -
24
PERSONAJES CELEBRES.
tensores de Ja causa española. La desastrosa Latalla de Ayacucho acabó c o n nuestra dominación en el P e r ú ; la capitulación que se siguió y las demás consecuencias son harto conocidas, y no nos detendremos en referirlas, por no permitírnoslo el estrecho círculo á que debemos reducirnos. Olañeta peleó todavía algunos meses después por la causa del R e y , y aunque la Serna y sus parciales le acusaron
de rebelde y t r a i d o r ,
nunca
se sometió á los enemigos de España, y murió batiéndose por ella y por su Rey en la acción de T u m u s l a , último combate de las armas españolas en el Perú. Los principales gefes de Ayacucho y de la sublevación de Aznapuquio
existen
entre
nosotros. La conducta de la mayor parte al regresar á la Península, sus servicios durante la época del d e s p o t i s m o , y los hechos posteriores durante la revolución, han dado Jugar á que se crea generalmente que existe una liga formada entre ellos para dominar en su patria bajo cualesquiera principios, á l a q u e la odiosidad pública h a d a do el nombre de aquella
desastrosa batalla.
La historia los juzgará con la severidad á que se han hecho acreedores. Para contribuir á aquel juicio consignaremos aquí un estraño documento,
PEZUELA.
2
5
dejando á nuestros lectores el cuidado de c o m e n tarlo , omitiendo nosotros el hacer reflexión alguna sobre él por estar firmado por un general que pereció víctima de otra escandalosa
insurrección
militar. El documento á que nos referimos es una carta escrita al Presidente Bolívar por el general Canterac, después de la batalla de Ayacucho. D i c e así: A . S. E. el Libertador de Colombia— H u a m a n ga, Diciembre 12 de 1824— « Tan ardiente aman» te c o m o soy de la gloria, aunque vencido , no » puedo menos de congratular y felicitar á V . E . » en la feliz conclusión y término de su espedicion » al Perú, en el sangriento y bien disputado dia d e » Ayacucho. T o m o esta oportunidad para tener el » honor de ponerme á la disposición de V . E , y » saludarle en nombre de los
demás generales es-
» parióles.—-De V . E. afectísimo y seguro servidor » Q. S. M. B.—José Canterac. » (*) Antes de estos tristes acontecimientos, tres veces habia renunciado el general Pezuela el V i reinato, y otras tantas se le mandó que continuase en é l , en los términos mas honoríficos, á pesar de haber ocurrido
en España el
estraordinarío
cambio de instituciones , y la variación consiguien(")
Galignanis Messcnger de 28 de Mayo de 1825.
26
PERSONAJES
CELEBRES.
te en la política del gobierno: tal era el elevado concepto que
á este general le habían dado sus
servicios. Para n o caer en
manos de los insurgentes se
vio obligado á embarcase el 27 de junio de 1821 desde una playa desierta, en una miserable canoa de i n d i o s ; y trasbordado con mucho riesgo en alta mar á un buque estrangero , llegó al Janeiro sin mas equipage que el vestido puesto, y habiendo perdido en el Perú casi todo lo que poseía. En 1824 fue impurificado, á pesar de que era notorio que los decretos vigentes no le sugetabau á purificación, y de que tanto en España c o m o en América los periódicos de entonces le designaban, a instigación de sus e n e m i g o s , eomo desafecto á la Constitución y \á las ideas liberales. Conoció el Rey la imparcialidad é injusticia de la junta de purificaciones en aquel caso , y declaró
motu pro-
pio purificado al general Pezuela , dejando á salvo su derecho para recurrir contra quienes le hubiesen agraviado; pero el noble carácter del general n o se desmintió en aquella ocasión, perdonando y olvidando á sus perseguidores. En 1825
fue nombrado
Capitán General de
Castilla la Nueva, y Presidente de la lamosa junta
27
PEZUELA.
de purificaciones ; encargo que no podía menos de ser un escollo insuperable para un hombre de su moralidad y rectitud de principios. Reclamó c o n tra el m o d o de proceder en aquellos j u i c i o s , pidió al Rey que se abandonase el camino de intolerancia
y persecución que se seguía , y manifestó
que por aquellos medios no se calmarían las pasiones ni
pacificaría el R e i n o ; pero el gobierno
de
aquella é p o c a , impulsado por el deseo de venganza del partido estremo que dominaba , oyó aquellas manifestaciones con
acerbo disgusto y des-
confianza , y trató de deshacerse de un hombre, cuyas máximas de gobierno no estaban en a r m o nía con las suyas. No tardó en
presentarse una
ocasión oportuna. El coronel C e b e r g ,
secretario
de la junta y suizo de nacimiento , acusó al Capitán General de haber manifestado en junta plena la opinión de que todos los militares que no habían tomado parte activa y personal en los actos de las pasadas revueltas, y habían seguido mente sus b a n d e r a s ,
constante-
debían ser purificados sin
mas pesquisas ni dilaciones , y colocados en
el
ejército según su mérito y servicios anteriores. Esta opinión, contra la que no parecía posible suscitar oposición racional, fue el fundamento de la acu-
28
PERSONAJES
CELEBRES.
sacion de Ceberg y dio lugar á la inmediata destitución del general Pezuela. Siguióse de aqui una larga causa sin mas resultas que la
mencionada
destitución, conservando al coronel Ceberg en el puesto desde donde babia lanzado á su respetable gefe. (*) Resignóse el General Pezuela, y se retiró enteramente de los asuntos p ú b l i c o s , persuadido de que su carrera en el mundo político estaba c o n cluida. El Soberano no dejó de darle pruebas de benevolencia, den de
y se dignó declarar por real or-
26 de Junio de 1825 lo satisfecho
que
estaba de los brillantes méritos y conocidos
sa-
crificios, que en defensa de su Corona habia prestado en todas épocas,
y particularmente en
que con tanto c e l o , prudencia y pundonor sempeñó el delicado y espinoso cargo de
(*)
El
coronel Ceberg
al oír al
Presidente
de
la de-
Virey.
la Jun-
ta esplicarse de la m a n e r a que hemos manifestado , se d i rigió á él preguntándole a r r o g a n t e m e n t e : V . E . con los gefes y oliciales que
« ¿ Y q u é haría
nos h e m o s
unido á los
cuerpos realistas ó ul ejército auxiliar del S r . D u q u e de A n g u l e m a ? » El general le respondió con imperturbable calma: >c Si proceden de los cuerpos que servían en el ejército constitucional , prenderlos y juzgarlos con arreglo á o r d e n a n z a . « Es necesario trasladarse á la época de persecución de IS25 para conocer el mérito de estas manifestaciones.
El
PF.ZÜELA.
29
último tercio de su vida
fue acibarado por
disgustos y contratiempos, que abreviaron el término regular de sus dias. Murió el 16 de
Setiembre de 1 8 3 0 , en Ma-
drid , con la resignación y piedad cristiana que le había distinguido siempre en el curso
de su
vida. Fue religioso, humano , de puras costumbres , afable en su trato, y tan generoso ,
que
teniendo una numerosa familia , entregó mas de 35,000 duros para mantener al soldado en
los
apuros del Erario. No dejó á sus hijos mas bienes de f o r t u n a ,
que ejemplos de virtud que imitar,
circunstancia que atendiendo á los muchos añosque egerció elevados empleos en A m é r i c a , hacen en esta parte su mayor elogio. Hemos bosquejado rápidamente la vida de un General dedicado por espacio de 55 años al servicio de su Rey y de su patria, y en vano hubiera sido exigir de un hombre de sus sentimientos, la participación de las ideas que, por decirlo asi, empezaron á progresar en España en la época en que él entraba ya en la senectifd. Los gefes que contra él se sublevaron, procuraron desacreditarle por
cuantos
medios podían,
para minar y destruir su autoridrd. Acusábanle
30
PERSONAJES
CELEBRES.
de no conocer los principios de la táctica modern a , ó si los c o n o c í a , de una oposición sistemática y tenaz á ponerlos en egecucion. Empleado en América desde 1804,
no haMa hecho la guer-
ra de la Península contra Napoleón , y de aqui pretendían una superioridad de saber y esperiencia sobre su Gefe, porque no había visto las gran* des maniobras estratégicas de los ejércitos del Capitán del Siglo. Pero
el General Pezuela habia
sido educado en él Real Colegio Militar de
Ar-
tillería , que era la mejor escuela de la Penínsala , donde se sabia que la estrategia es tan an-
ticua
como
el arte
militar entre
los
hombres;
pasaba en su cuerpo por un oficial muy instruido y a p l i c a d o , y tenia la esperlencia que dan las muchas campañas en que habia estado. Habia mandado en G e f e , y c o m o hemos visto , obtenido señaladas victorias y dado muchos dias gloriosos á su patria, al paso que sus detractores é insubordinados subalternos, perdieron los países que él habia conservado á la Metrópoli por tanto tiempo.
î,alj:;3
с е1еЪrea
Cl .ri l e i . IÒIDI О ò
M. D E LA-MEIVNAIS. « N o tenemos q u e negar ninguna d e nuestras palabras
en cuanto son s i n -
ceras ; pero nos h e m o s equivocado m u c h a s veces, y hasta g r a v e m e n t e . »
LA-MENNAIS.
Es preciso no exigir d e los ni de los entendimientos pueden dar en cada
hombres
sino lo
que
época.
T n i E R S — Historia de la
Revolución
Francesa.
Si la suerte te llevase alguna v e z , amado l e c tor , á París, y á la hermosa calle
de
Rivoli,
formada con suntuosas casas tiradas é cordel;, y te fuera dado hallarte enfrente de un hombre peq u e ñ o , sumido en una estensa bata de cuadros
2
PERSONAJES
C EL E B R E S .
azules ; si vieras á este personaje , débil de cuer p o , de rostro
pálido y
flaco,
marcado
sello de sufrimiento y resignación; si turbarse casi á tu
con un le vieras
a s p e c t o , levantar de
vez en
cuando hacia ti sus miradas tímidas ; hablando con una voz tan débil que apenas llega á tu oido, recogiéndose unas sumido en una
veces sobre sí m i s m o , como
profunda
meditación,
mirando
hacia adentro , calzándose y descalzándose su chi • n e l a , ó tomando polvos sin cesar y á puñados de una gran c a j a ; te costaría algún trabajo recono cer bajo aquella mezquina envoltura á uno de los mayores agitadores de nuestra é p o c a , un sacer dote que conmueve las
masas sin
otra palanea
que su pluma , sin otro apoyo que su alma ardien te , y cuyas páginas, esparcidas por el mundo, escitan tantas tempestades c o m o en otro tiempo las bulas fulminantes de Gregorio V I I , Jas thesis facciosas de Lutero, ó en nuestros dias las desca belladas arengas de O' Connell. Jamás nos pareció m a s difícil el ser biógrafos qae ¡al pronunciar es№ n o m b r e ,
en cuyo alre
dedor luchan admiraciones apasionadas, y fogosas enemistades. ¿ C ó m o trazar
en
pocas
palabras,
sin amor y sin o d i o , y de consiguiente
con la
3
].A-!UEISiNAIS.
probabilidad de disgustar á todo el mundo ,' las grandes metamorfosis de esta estraña figura de cenobita y d e tribuno ? ¿ Con qué lazo Mr. de La-Mennais, el católico
unir á
ultramontano,
con Mr. de La-Mennais , el heresiarca, el n e o cristiano ? ¿ C ó m o sondear á Mr. de La-Mennais el absolutista , y á Mr. de La-Mennais el republicano ? al que escribía en 1808 : « La política que sugeta el Soberano al pueblo y el poder al
subdito, es una política absurda y criminal » y el que escribía en 1 8 3 5 : «• En una sociedad bre , el p o d e r , simple
n a c i o n a l , n o manda , obedece ? » ¿ Seria so esplicar tan radical trasformacion deraciones ambición
li-
egecutor de la voluntad preci-
por consi-
mezquinas de orgullo lastimado, de burlada,
de cólera
ó
d e venganza ?
Para los que conocen la austera simplicidad de este h o m b r e , su despego de las cosas terrestres, y la pureza de su v i d a ; para los que saben que el autor del
Ensayo sobre la indiferencia
rehu-
só en otro tiempo cambiar su sotana de Cura por la
púrpura de Cardenal, una solución
de esta
clase parecería una m e n t i r a , y una injuria á un mismo tiempo. Seria pues preciso buscar en regiones mas elevadas la causa de esta revolución
4
PERSONAJES
CÉLEBRES.
intelectual, odiosa apostasia para los unos , sublime conversión para los o t r o s , y que para n o sotros no es mas que una profunda
demostración grave y
de la acción incesante de los grandes
hechos esteriores, sobre las ideas preconcebidas. Bajo
el punto de vista psicliológico, la per-
sonalidad de Mr.
de La-Mennais
presenta tres
distintas faces. Hay en ella el lado religioso, y
el políiico. Ese
filosófico,
el
triple pensamiento
principia manifestándose al mundo bajo tres símbolos : en
filosofía,
el dogma de la razón gene-
ral, la autoridad del
género h u m a n o ; en reli-
gión , la teocracia católica, la infalibilidad de la Iglesia; en política, la realeza de derecho divino, la legitimidad. Entre estos tres símbolos, estrechados primero por un poderoso pensamiento en una reunión forzada , hay lucha , lucha tempestuosa y complicada de influencias esternas; la lucha se prolonga diez y siete años, desde el En-
sayo sobre la indiferencia
hasta las
de
filosófico
fin,
un Creyente. El dogma
Palabras vence
por-
absorve en él sucesivamente á los otros dos,
y los trasforma del t o d o : la realeza de derecho divino desaparece ante la soberanía del pueblo; Va inmovilidad católica cede el puesto al dato de
5
I.A-MEMNAIS.
progresiou
cristiana, y se cierne sobre a m b o s ,
como una baudera , el gran principio de tibilidad indefinida
perfec-
del género humano ; ese gi-
gante q u e , según las hermosas palabras de Mr. de Chateaubriand, « crece siempre,
siempre, y
cuya frente , remontándose hasta los cielos , no se detendrá sino á la altura del trono del Eterno. » Habría materia para grave enseñanza del análisis de esoí combates interiores, en el bosquejo de ese choque de i d e a s , cuyo campo de batalla es una vasta inteligencia, adolorida del gran malestar que agita al mundo
social ;
pero un
tra-
bajo de esta clase , ademas de espantar nuestra d e bilidad , nos alejaría completamente del plan que nos hemos propuesto; nos contentaremos pues con aclarar en esta biografía los puntos principales, dejando al cuidado del l e c t o r , en cuanto posible sea, el deducirla sentencia m o r a l , y resolver por sí mismo la cuestión de bien ó de m a l , de verdad ó de error. Roberto-Felicidad San M a l o ,
en Junio
de La-Mennais, de
1782,
de
nació en
una familia
de
armadores, ennoblecida por Luis X I V . Perdió su madre muy joven , y su p a d r e , ocupado en c u i dar de su c o m e r c i o , y arruinado por el emprés-
6
PERSONAJES
CELEBRES.
tito forzoso y las presas de los Españoles, le dejó casi
abandonado á si mismo desde su tierna
edad. Educado en la soledad , privado de las caricias y
cuidados
maternales , que refrescan
el
alma y dulcifican el c o r a z ó n , el joven La-Mennais manifestó
sin
embargo
desde
un
principio un
ardor instintivo de saber, una escesiva petulancia de carácter, y un genio indomable. Después de algunos inútiles
ensayos,
no
pudieron hacerle
aceptar otro maestro que una vieja ama de g o bierno que le servia de madre , y que á fuerza de paciencia
consiguió enseñarle á leer. A
los
nueve años le dio su hermano mayor Mr. Juan de La-Mennais las
primeras nociones de latin;
pero p r o n t o , cansado del preceptor, el indómito escolar
se empeñó en acabar solo su educa-
ción á fuerza de diccionarios, y este método espeditivo le salió b i e n , pues á los doce años leia á Plutarco y Tito Livio. Por aquella época quedó al cuidado de un tio que vivia en el campo; y el buen hombre, no sabiendo c ó m o hacerlo, le encerraba para castigarlo dias enteros en su biblioteca; pronto se aficionó tanto á su prisión el
revoltoso
escolar, que no quería salir de ella. La biblioteca tenia dos divisiones; en la una estaban reunidos
7
LA-MENN.US.
todos los libros peligrosos, heterodoxos, filosóficos e t c . , y la llamaban bido
el infierno.
la entrada al joven
esta misma razón , se
edad en
por
arrojaba de cabeza en el
infierno, leyendo cuanto devorando con
Habíase prohi-
R o b e r t o , quien le venia á la
avidez á J.
J.
mano,
Rousseau, á la
que se juega al trompo ;
y olvidando
su almuerzo para seguir en sus escursiones místicas á Mallebranche. En un entendimiento
de
temple v u l g a r , semejante lectura indigesta y sin elección hubiera podido producir funestos resultados ; en Mr. de La-Mennais, al c o n t r a r í o , este flujo de sistemas contradictorios, sirvió solo para fortalecer la precoz madurez de su j u i c i o , y para desarrollar poderosamente una predisposición instintiva hacia los fervores religiosos, á las piadosas
efusiones. Ciertas inteligencias,
concentra-
das y espansivas á la vez , tienen el privilegio de recorrer desde quince años la escala de deducciones que. conduce desde las cosas
visibles
á
las invisibles, de las bellezas de la naturaleza á la grandeza de Dios. Mas adelante, cuando llegó la edad c r í t i c a , la de las pasiones, todo hace creer que
aquella organización
fuertes sacudimientos.
impresionable
sufrió
8
PERSONAJES
Después
de
CELEBRES.
aquel pasagero
entorpecimiento,
la fé religiosa de Mr. de La-Mennais se despertó mas viva y exigente; se apartó del m u n d o , se sumió con nuevo ardor en el e s t u d i o , para sacar de él alimentos de creencia ; y á los 22 años, cuando hizo su primera c o m u n i ó n , tenia ya una vocación decidida para el sacerdocio; en vano su padre se esforzó, á pesar de sus desgracias, por inspirarle
afición á las operaciones
comerciales;
el joven se conformó mientras llegaba el tiempo en que pudiera seguir sus instintos religiosos, y entró en clase de profesor de Matemáticas en el Colegio de San Malo. Por aquella época, en 1807, publicó una traducción llena de dulzura y de gracia , el
Guia Espiritual,
pequeño libro ascético
de Luis d e B l o i s . Al año siguiente, en 1808 , aparecieron las
Iglesia.
Reflexiones sobre el estado de la
Este l i b r o , primer grito de guerra dado
por Mr. de La-Mennais contra la indiferencia religiosa, se distingue por una acritud de palabras, y un vigor de pensamientos llevados hasta la exageración. Trátase alli al materialismo filosófico del último siglo con notable verbosidad de cólera y desden ; y aunque el color político del libro era la glorificación y apología del despotismo, l a p o -
9
LA-MENNAIS.
licía imperial se alarmó por algunas ideas atrevidas sobre la renovación del Clero en Francia, y se apoderó de la obra. Poco después, el año de 1811, se tonsuró Mr. de La-Mennais y entró en el Seminario de San Malo. La
obra titulada
Tradición
de la Iglesia sobre la institución de los Obispos,
que apareció en 1812, fue principiada alli,
por Mr. de La-Mennais , en unión con su
her-
mano, Superior del Seminario, y acabada bajo las sombras de La Chenaie, pequeña posesión aislada á la entrada de un bosque entre Diñan y Rennes, donde mas adelante ha ido con frecuencia Mr. de La-Mennais á forjar nuevas armas para combatir lo que entonces defendía. La obra de que se trata, recomendable por su grande tenia por objeto refutar
erudición
teológica,
la opinión emitida por
los Abates de Pradt, G r e g o r i o , y Tabaraud, que sostenían que ia elección de los Obispos no
ne-
cesitaba para ser válida la sanción pontifical. Después de la publicación de esta o b r a , M o n sieur de La-Menuais pasó a París á principios de 1814. El astro imperial se oscurecía. Encerrado en un mal cuarto de la calle
de Santiago, el
desconocido y oscuro Diácono parecía adivinar de antemano que iba á agrandarse su papel; prepa-
10
PERSONAJES CÉLEBRES
rábase á saludar á los Borbónes c o n un viva, y
Memorial en. derecho que publicó contra el Hombre sediená Napoleón caído con un anatema. El
to
de crímenes,
verdadero en el fondo
en lo
relativo á la organización de la Universidad imperial, á la que mas especialmente atacaba, pero injusto en cuanto al Emperador , merece ser c o locado entre los rencorosos opúsculos que aparecieron en aquella época de trastorno y de p a siones, en que se cuidaba
mas de herir fuerte-
mente que con justicia. Cuando los
Cien Dias,
llegada repentina de aquel á quien acababa
la de
ultrajar , le inspiró serios temores, y juzgó prudente pasar á Inglaterra.
A su llegada á L o n -
d r e s , el pobre bretón se hallaba desprovisto de todo r e c u r s o ; nacido en la misma calle que Chateaubriand , tal vez en su destierro se refugió en el mismo arrabal, donde se ocultaba diez y seis años antes el autor de los Mártires. Provisto d e una carta de recomendación para Lady Jerningham , hermana d e Lord Staffort, el futuro tribuno sacerdotal fue á solicitar humildemente un empleo de preceptor ; y la noble dama, después de haberlo mirado de los pies á la c a beza , lo despidió ,
por el juicioso motivo de
11
IA-MEMNAIS. que tenia
el aire demasiado tonto.
Mr. de L a -
Mennais se complace en contar esta anécdota; y puede creerse que si Lady Jerningham vivé aun, piensa en el dia
sin duda
que dista mucho
el
aire de la canción. Despedido de aquel m o d o , tuvo Mr. de La-Mennais la felicidad de encontrar un asilo junto al Abate Carón de R e n n e s , que dirigía entonces un Colegio de jóvenes emigrados, cerca-de
Londres. Allí permaneció
siete meses,
desempeñando las elevadas funciones de maestro de estudios. A su vuelta á Paris, entró primero en el Convento de monjas Fuleuses, que abandonó después
por
el Seminario de San
Sulpicio.
No permaneció alli mucho t i e m p o , pues incapaz de doblegarse á la rigidez de la r e g l a , se ausentó bruscamente de é l , y volvió á las Fulenses. Por ú l t i m o , en 1816, á la edad de 34 a ñ o s , fue á ordenarse
de
Sacerdote á Rennes ,
y regresó á
las Fulenses para concluir el primer t o m o del
sayo sobre la indiferencia,
En-
que apareció en 1817.
Hemos llegado al primero y mas luminoso p u n to de esta carrera tempestuosa ; Mr. de La M e n tíais atravesaba de repente con paso de gigante el abismo de iniciaciones dolorosas ,
que separa
la oscuridad de la gloria. Aquel genio poderoso,
12
l'ERSONAJES
CELEBRES.
c o m o desparramado hasta entonces,
acababa de
concentrar todos sus rayos ; y en un solo d í a , el humilde Sacerdote se encontraba , como ha dicho uno de sus discípulos (*) revestido del poder d e Bossuet. Cuando apareció el
cia,]^
Ensayo sobre la indiferenGenio del Cristia-
deliciosas páginas del
nismo, liabian contribuido ya poderosamente á depurar el cuerpo s o c i a l , arrojando á la incredulidad de las regiones del corazón ; pero la serpiente se había refugiado en el cerebro, y desde
allí,
circuida de un enorme muro de falsa erudición y de filosofismo,
desafiaba á todos los ataques.
Mr. de La-Mennais emprendió forzarla en su guarida ; y armado de un estilo de gran nervio y de una lógica de hierro, pronto hubo desecho todo aquel aparato de ciencia , y causado al enemigo una herida mortal. Su libro fue como un trueno; el antiguo Vaticano tembló de alegría sobre su base; la Europa se conmovió, y se espantó el Constitucional.
Sin embargo , aquel primer t o m o , esclu-
sivamente polémico, después de haber taladrado los argumentos Ci íico
de la incredulidad, dejaba aun
Lacui'díüi'e. - Considurnci^ncs de Mr. de
La-Melltuiis.
tobrr
el Sistema
jilnw-
t.A-MF.NXAlS.
13
sin solución el gran problema de la Fe ,; Dónde estaba su origen? ¿Cómo lograr discernirlo Punido ya á las notabilidades monárquicas de la época, y arrastrado también á la arena p o l í t i c a , Mr La-Mennais, que defendía entonces
servador
de
ea el Con-
la alianza del Trono y del A l i a r , hizo
esperar durante dos años la continuación de
su
o b r a ; al fin apareció el segundo v o l u m e n , y d i vidió violentamente los espíritus. Mr. de La-Mennais , innovador atrevido, intentaba reconciliar dos potencias basta entonces enemigas, la la religión
filosofía
y
Rechazando el sistema de Descartes,
edificado sobre la evidencia y la razón individual, subia á la corriente de los s i g l o s , seguía paso á paso la trasmisión de la verdad al través de ellos, y fundaba la certitud en la autoridad del género humano ; después analizaba la tradición humana, la aproximaba al dogma
católico, establecía
su
perfecta concordancia , y llegaba á c o n c l u i r , que la verdad católica se deduce no solo de la revelación , sino también de la autoridad tradicional del género humano liste nuevo sistema, al
que llamaba Mr.
de
La-Mennais la filosofía del sentido común, encontró , especialmente eu el alto clero, fuertes
an-
14
PERSONAJES
CELEBRES.
tipatías. Mezclar de este modo la filosofía con ei catolicismo , cuando el catolicismo no gusta de la filosofía, y cuando la filosofía pretende
absor-
ver el catolicismo, era una empresa atrevida
y
llena de peligros; de temer era que la inflexibilidad del dogma revelado se sublevase
contra el
sospechoso auxiliar que se le pretendía u n i r , y que Mr. de La-Mennais se viese precisado á optar entre dos sistemas rivales. La Sorbona, depositaría de las viejas tradiciones, pensó en combatir esta nueva invasión del
racionalismo ;
disponía sus a r m a s , Mr. de Bonald autor del ranas;
mientras
escribía
al
Ensayo : dejad vocear á todas estas
y la parte vivaracha de la Iglesia acogía
con trasportes de júbilo esta teoría brillante , que le parecía destinada á rejuvenecer un dogma envejecido. Mr. de
La-Mennais
publicó
sucesiva-
mente una defensa de su sistema, y otros dos volúmenes destinados á corroborarlo. últimos libros dio
En estos dos
muestras Mr. de
La-Mennais
de una espantosa erudición; descubridor
infati-
gable , acumuló los testos, pasó revista á todos los siglos .j á todos los pueblos, á todos los lugares, y reuniendo las esparramadas tradiciones de cada fracción de la humanidad, formó con ellas
I.A-MEN1NAIS.
15
la haz colosal de la tradición humana. Concluida en 1824 aquella grande obra , el sacerdote católico pasó á Roma á deponer su obra á los pies del Santo Padre. Recibido con bastante frialdad por los miembros del Sacro Colegio, encontró Mr. de La-Mennais en el Papa León
XII un admirador
y un a p o y o : el Pontífice, que tenia en su oratorio el retrato de aquel á quien llamaba el
úl-
timo Padre de la Iglesia, le ofreció el capelo de Cardenal; pero Mr. de La-Mennais,
presintiendo
tal vez ya las futuras tempestades, rehusó aquella elevada d ignidad y solo empleó su favor para hacer n o m b r a r á la Nunciatura de Francia
al Car-
denal Lambruschini, convertido después en uno de sus mas encarnizados enemigos. De vuelta á Francia , después de haber publicado una traducción sencilla de la Imitación d e Jesucristo, pronto llegó Mr. de La-Mennais á la primera faz de esta revolución interior de que ya hemos hablado. El ministerio V i l l e l e , á cuyo encumbramiento habia
contribuido con todas
sus
fuerzas, perdía su valor á sus o j o s ; repugnaban á su alma, que no puede estar poseída moderadamente de un sistema, las pequeneces y sutilezas del g o b i e r n o ; las
mezquinas
exigencias de
las
Ib
PERSONAJES
CELEBRES.
pandillas políticas iban á chocar naturaleza creyó
contra
indisciplinable; Mr. de
escuchar la voz de D i o s ,
aquella
La-Mennais
principió por
despojarse de la fé m o n á r q u i c a , y se arrojó violentamente en el ultra-moutanismo. Su obra de
La Religión considerada en sus relaciones con el orden civil y político, fue uns declaración de guerra á las libertades de la iglesia Atacaba
galicana.
en ella fuertemente la declaración d e
1682 que las consagra , y se esforzaba por de p r o n t o , esperando mejor o c a s i ó n ,
en establecer
la supremacía absoluta del Papa en el orden e s piritual. Acusado por este último
libro ante el
tribunal de Policía Correccional, fue defendido Mr. de La-Mennais por Mr. Berryer y condenado á 26 francos de multa ; con motivo de aquel
proceso
fue cuando pronunció sus famosas palabras: « S a bréis lo que es un Sacerdote. « En 1829 publicó
su obra de los Progresos de la Revolución y de la Guerra contra la Iglesia ; y cuando estalló la Pievolucion de Julio, la saludó c o m o la aurora de una república universal que soñaba ya, pero con la supremacía del Papa, y por las vías católicas. No contento Mr. d e L a M e n n a i s con soñar, se esforzó en trabajar para la realización de su sueño;
17
LA-MENMAIS.
se rodeó
de una falange
de
discípulos
jóvenes
ardientes y decididos ; el abate Gerbit le llevó su pluma mojada en unción evangélica; el abate L a cordaire su elocuencia de grandes imágenes y de colores v i v o s ; Mr. de Montalambert su talento de un gusto elevado y la influencia de su posición; todos emprendieron
intrépidamente
la obra
de
reconstrucción s o c i a l , y en los primeros dias de Setiembre de 1830 se fundó El Porvenir, para que sirviera de órgano á los intereses
católicos uni-
dos á los liberales : « Vuestro poder se pierde, y con él la f é , decía
El Porvenir
al pontificado.
¿Queréis salvar uno y otra ? Unidlos ambas á la humanidad, tal cual la han hecho diez y ocho siglos de cristianismo. Nada hay estacionario en es^ te m u n d o ; reinasteis sobre los R e y e s , y después los Reyes os han sugetado. Separaos de los Reyes, tended la mano á los pueblos, que ellos os sostendrán con su robusto brazo, y lo que vale mas aun, con su amor. Abandonad los terrestres restos de vuestra antigua
grandeza
arruinada , re-
chazadlos con el pie c o m o indignos de vos. » (*) Este modo atrevido y nuevo de devolver al c a ' tolicismo una popularidad perdida, tuvo compleC)
Asuntos de Roma, pág. 26. 2
18
PERSONAJES
CÉLEBRES.
to éxito entre el bajo clero y las
clases inferio-
res. El pueblo oia por primera vez á jóvenes levitas hablarle de libertad y
de progreso social;
veíales tomar la iniciativa en las cuestiones mas espinosas, abordarlas sin r e c e l o , proseguirlas hasta sus últimas consecuencias ; veía dos Sacerdotes y un Par de
Francia constituirse
maestros
de
escuela de su propia autoridad , y revindiear la libertad de la enseñanza en la barra del tribunal mas elevado del reino. El pueblo veía todo esto; no comprendía la intervención del Papa en aquel asunto ; pero Como era cosa muy n u e v a , la aplaudía. Por la misma razón ¿ los altos dignatarios de la Iglesia francesa, fulminaban mandamientos contra aquella democracia
de sotana,
y
solicitaban
vivamante de la Santa Sede una bula de censura. En Roma no sabían c ó m o habían
de cerrar
la boca á amigos f o g o s o s , que querían absolumente dotar al Papa de un poder espantoso. Ocho siglos antes, el ambicioso Hildebrando se hubiera arrojado al cuello de los redactores del Porvenir;
pero Gregorio X V I hacia poco caso de! agi-
tado papel de dictador republicano ; y sin embargo , á pesar
de su poca simpatía
por
aquellas
LAМЕИ N AIS.
19
atrevidas doctrinas, retrocedía ante una condena ción. Para salir de todas sus incertidumbres, anun ció Mr. de LaMennais que suspendía
su perió
d i c o , y que el mismo iba á b u s c a r á R o m a una sanción ó una censura. Aquel viaje no tuvo
al
principio resultado alguno. Después de muchas tentativas inútiles
para conseguir
una
decisión
formal, Mr. de LaMennais se había decidido ó regresar á Francia, anunciando su resolución de volver á principiar sus trabajos, cuando al pa sar por Munich recibió la famosa carta encíclica de 15 de Agosto de 1 8 3 2 , condenaba de
la
en la cual el Papa
manera mas clara y
positiva,
aunque sin designarlas, las doctrinas del Porve nir.
D e regreso á París, Mr. de LaMennais se
apresuró á someterse, declarando que el periódi co no saldría mas, y que quedaba disuelta la Agen cia general para la defensa de la libertad religiosa. Hecho e s t o , el vigoroso
atleta
dejó un m o
mento la arena, pero era para volver pronto á ella. E l P a p a , poco satisfecho con la precedente declaración, exigía ademas una adhesión absoluta á la encíclica: y como la encíclica llamaba á la libertad de conciencia una máxima absurda,
un
delirio; á la libertad de la imprenta, ала líber
20
PERSONAJES
tad funesta,
de la cual no se podría tener bas-
tante
CELEBRES.
h o r r o r ; y á la resistencia al Príncipe un
crimen ; Mr. de La-Mennais , poco convencido de la exactitud de aquellas calificaciones pontificias, repugnaba sancionarlas con su firma ; por último , después de muchas contestaciones y correspondencias, cuyos detalles serian demasiado larg o s ; después de una primera
adhesión
juzgada
incompleta, y de una segunda considerada
per-
versa por sus reservas, Mr. de La-Mennais se d e cidió á adherir/jwra
y simplemente,
« convencido,
decia al Arzobispo de París, que firmando aquella declaración firmaba implícitamente que el P a pa era Dios , y dispuesto á firmarlo esplícitamente con tal de tener paz. » Tan brusca sumisión en_ cubría una sublevación. Mr. de La-Mennais, vencido en la apariencia, robustecía misteriosamente sus fuerzas en la s o ledad
de La Chenaie, y se preparaba á dar el
terrible grito de guerra que resonó de un estre-
mo á otro de Europa. Las palabras
yente
de un Cre-
se publicaron en Mayo de 1834. Al apare-
cer aquel manifiesto, arrojado bruscamente en nombre de Dios
á la cara de los poderes de la
tierra , hubo en el mundo una esplosíon igual de
LA-MENNAIS.
21
entusiasmo y d e anatemas. A l mismo tiempo que Gregorio X V I , en una nueva encíclica d e 7 de Julio, reprobaba y condenaba aquel libro , peque-
ño por su volumen, pero grande por su perversidad , el partido revolucionario tendía la m a no al desertor d e la iglesia , y le proclamaba
animoso, nuevo, grande, cerdote de la Europa.
sublime,
el solo sa-
(*) N o es de este lugar
decir nuestra o p i n i ó n , ni sobre la exactitud mas ó menos disputable de ía crítica y del elogio, ai sobre el valor intrínseco d e esta marsellesa bíblica : como obra de estilo y de poesia , es sin d i s puta un buen l i b r o ; c o m o obra de verdad y de r a z ó n , ya es otra cosa. Mr. de La-Mennais, después
d e haber sido
católico ultra-montano y ultra monárquico , n o podia ser doinócrata á medias. Si hay hombres que dirigen y dominan su pensamiento,
hay otros
también á quienes él domina y arrastra. Mr. d e La-Mennais es de estos últimos: una vez despojado de su trage de Sacerdote, y sumergido en el rio cenagoso de las pasiones políticas, Mr. de La-Mennais ha seguido su corriente. Hombre de (*)
Lerrainier, Revista de los Dos Mundos, 1834.
22
PERSONAJES
CÉLEBRES.
meditación y de soledad,
se ha
entregado a
una vida de agitación y de c o m b a t e ; hombre de dulzura y de p a z , ha exhalado gritos de odio y de guerra; nuevo Pedro el ermitaño,
ha ido
por el mundo predicando en todas partes la gran cruzada de los pueblos contra los Reyes. Sin e m bargo , á medida que Mr. de La-Mennais adelanta en la dificil carrera que ha elegido, parece que su pensamiento principia á perder
un poco de
aquel arrebato furioso y desbocado con que principió. Bajo este punto de vista, la obra titulada
asuntos de Roma , y publicada dos años después
de Las palabras
de un Creyente,
merece una
seria atención. Hay mucha acritud en aquel l i bro;
pero hay también
dulzura,
mucha tristeza,
mucha
mucho sufrimiento, algo que se pare-
ce á un pesar. Parece c o m o si cansado de su i m petuosa carrera, Mr. de La-Mennais hubiese querido detenerse un instante entre su pasado y su porvenir, para echar una última y
melancólica
mirada sobre sus creencias de otros t i e m p o s , muertas en el d i a , enterradas. En medio
de R o m a ,
esa gran r u i n a , en el fondo del Convento de los Teatinos, el atleta descansando pensó mas de una vez en la felicidad de una vida tranquila, a la
23
LA-MENNAIS.
sombra de un claustro , y á la El Libro
del Pueblo,
vista de
Dios.
que siguió después , es una
especie de catecismo popular, en el que Mr. de La-Mennais se esfuerza por elevar al pueblo 4 la altura de la misión que le llama á desempeñar; al lado de algunas páginas rencorosas, hay otras en donde la mas consoladora y pura moral a d o p ta las mas graciosas formas. En su última pro-
ducción , titulada De la Esclavitud
moderna,
Mr. de La-Mennais se empeña en establecer, violentando muchas veces la historia , que el proletario del dia está mas sugeto, mas incomodado , y es mas miserable que el esclavo antiguo y el siervo de la edad media. La primera mitad del libro es furibunda: « ¡ P u e b l o , ün!
pueblo,
despierta al
esclavos, levantaos, romped vuestras
cade-
nas ; no sufráis que se degrade por mas tiempo en vosotros el dictado de hombre. » (*) Antes de correr á las a r m a s , vuelva
el pueblo la hoja, y
encontrará dichosamente en lo que sigue la r e futación absoluta y radical de lo
que antes ha
leido. » Sabed p r i m e r o , y no lo olvidéis nunca, dice C)
De la Esclavitud moderna, pág.
fi2.
,
;
24
PERSONAJES
CELEBRES.
Mr. de La-Mennais, (*) que en ninguna época es posible mas que lo que está maduro en los espíritus , lo que preparado poco á poco ha llegado á ser objeto de general deseo; que toda reforma que aparece c o m o
un trastorno radical de las cosas
existentes, la destrucción de lo que aun tiene en las ideas, en los hábitos, en las costumbres, en la opinión
verdadera ó falsa
de las masas profundas rai-
por lo mismo nada hay mas pernicioso que los sistemas puramente de imaginación, en especial si presentan un des agradable carácter de absoluta rigidez; que las ces, fracasa siempre; que
teorías disputadas, aun cuando lo sean sin razón; las teorías que repugnan al mayor n ú m e r o , las especulaciones económicas y filosóficas, son inapli-
cables, á lo menos por ahora. Su efecto es espan-
tar y detener en una sensible inercia aun d los hombres mejor dispuestos, cuya cooperación seria la mas útil, y algunas veces la mas indispensable.
» Recomendamos estas
líneas, llenas
de juicio práctico y de elevada r a z ó n , á todos aquellos cuyo entendimiento pueda haberse perturbado por la frenética poesía de las Palabras de un Creyente. El genio es c o m o la lanza de O
De la Esclavitud moderna pág. 6 2 .
25
LA-MENNAIS.
Aquiles, y nadie mejor que él puede curar las heridas que ha hecho. (*) Los escritos de Mr. de La-Mennais, en especial los de la última parte de su vida, están llenos de contradicciones de esta clase, y ellas solas bastarían para probar su completa buena fé.
Estamos
convencidos de que cuando Mr. de La-Mennais toma la pluma para dar la señal general del c o m bate , hay en él una especie de lucha ; una organización tierna y mística í'orcegea oprimida por una voluntad f o g o s a ; la cabeza dice sí, y el corazón dice no, pero triunfa la cabeza ; vacila el apóstol, y es arrastrado por el t r i b u n o ; tiene el alma de S. Agustín y de Bruto, pero domina la de Bruto; y Mr.
de La-Mennais, el sacerdote
demócrata,
se parece mucho al belicoso prelado de la
edad
inedia, que en la batalla de Bouvines no quería otra arma que una m a z a , porque su religión le prohibía derramar sangre, y que en lo mas recio del combate, bendecía con una mano á los numerosos enemigos á quienes golpeaba
con
la
otra. (*)
Compárese sobre todo el pasage citado c o a la r e c i é n ,
te producción, titulada El
país
y el
Gobierno,
j
véase si
Mr. de La-Mennais no es el m a s rudo adversario de si m i s m o .
26
PERSONAJES
CELEBRES.
Falta ahora señalar cual es hasta aquí la última palabra
de Mr. de La-Mennaís en religión
y en política. Después de haber pedido en un principio la separación absoluta d e la Iglesia y del E s t a d o ,
luego la dominación de la
sobre el Estado, nos
Iglesia
parece que Mr. de La-
Mennais desea ahora la fusión de la Iglesia en el Estado. Ha roto para siempre con el dogma católico ; declara que « el Cristianismo envuelto en el dia bajo la capa material que le cubre
como
un sudario, volverá á aparecer con el esplendor de su vida perpetuamente joven , y que el M u n do
no formará
mas que una sola
saludará á Cristo c o m o
ciudad, que
su supremo y
último
legislador.» (*) Es en otros términos el
mismo
pensamiento formulado por Mr. de
bajo el nombre d e Cristianismo
Lamartine
legislado.
En política, Mr. de La-Mennais es tal vez uno de los radicales modernos mas avanzado ; llama
al pueblo
con alta é inteligible
pues
voz, á
egercer directamente y al momento su soberanía, á constituirse, con la igualdad absoluta por dogma,
y por forma de gobierno la república. Fácil es conocer que no pretendemos discutir
O
Libro
del
Pueblo.
27
LA-MENNAIS.
en tan cortas páginas tan grave cuestión;
sin-
embargo , creemos de nuestro deber reasumir en pocas palabras, con todo el respecto que
profe-
samos á la persona y al talento Mr. de La-Menu a i s , las impresiones que nos ha causado el c o n cienzudo estudio de su sistema. Que el movimiento
ascendente
de las cosas
humanas, que el desarrollo siempre en aumento de la industria y de las l u c e s , que las lecciones de lo pasado, que las agitaciones del presente, que todo
esto
sea el
seguro presagio de
una
grande trasformacion s o c i a l ; que un mayor n ú mero de individualidades inteligentes tengan naturalmente
por
consecuencia
un
reparto
mas
igual de derechos políticos; que la clase media, entonces mas especialmente depositaría d é l o s intereses generales, deba un dia abrir sus filas al pueblo y formar con él una grande y unidad social; que en una palabra , miento al poder de la democracia
el
hermosa adveni-
pura esté en
el porvenir, es un pensamiento lógico y común á casi todos los hombres eminentes de la época, desde S. Simon, hasta Chateaubriand, desde Be» ranger á Lamartine. Pero que el p u e b l o . tal cual es en el dia, ó
28
PERSONAJES CELEBRES.
mas bien tal cual lo entiende Mr.
de La Meu-
n a i s , es d e c i r , todo el que no posee y que es ignorante, sea llamado poseer y
ejercer al
todo el
bruscamente
a
momento una acción en el
g o b i e r n o ; que la soberanía del p u e b l o , que no puede ser mas que una
que se hace,
soberanía
llegue á ser
sabiendo lo
la soberanía
de
la
fuerza brutal y del n ú m e r o , es un sistema que nos parece tan falso en principio, como fecundo en funestos resultados. Y no se diga que creamos fantasmas para tener
el placer de
destruirlos;
pues sino
es
el
primer pensamiento de Mr. de La-Mennais, no puede
negarse por
lo menos que es la conse-
cuencia precisa de su polémica. Vuélvanse á ver los cuadros que Mr. de La-Mennais presenta del mundo esterior, cuadros l ú g u bres que parecen trazados bajo la influencia de una pesadilla, y se verá siempre en ellos dividida la sociedad en dos clases de hombres:
vícti-
timas sin número, y algunos verdugos ; por una parte una imperceptible minoría , soberbia, insolente ,
sanguinaria , viviendo
torpemente en
la
indolencia y el placer; por otra una mayoría in-
mensa, pálida, enfermiza, estenuada,
tiranizada
29
LA-MENNAIS.
martirizada,
g muñéndose
de hambre. El
infierno del Dante es un paraíso comparado c o n ciertas páginas de Mr. de La-Meunais. ¿ Si hay en esto poesía, hay verdad? Podemos declarar que j a más hemos encontrado un solo proletario dispuesto á dejarse tenacear ó hacer pedazos por el capricho de o t r o ; nos ha parecido, Dios sea l o a d o , que el número de los que se mueren de hambre d i s minuye todos los dias. Sin duda alguna
existen
todavía debajo del cielo muchas deplorables m i serias ; sin duda dista mucho todavía el pueblo de la prosperidad que le reserva el porvenir;
¿pero
debe buscarla en el prematuro y peligroso ejercicio de los derechos políticos, que apenas c o m prenden , ó en el tranquilo desarrollo d e la industria? ¿ e n el club ó en la escuela, en el Contra-
to Social ó en la Ciencia del hombre de bien, Ricardo? Para nosotros la cuestión no es dudosa; dése al pueblo bienestar , saber y moralidad , y no se le dé pasión, pues n o la necesita y tiene de s o b r a ; en cuanto á la iniciativa política, la adquirirá por sí mismo, el día que esté en estado de ejercerla. Y ademas, esa clase media á quien Mr. de L a Mennais acusa con tanto furor de monopolizar t o -
30
PERSONAJES C É L E R R E S .
dos los derechos sociales ¿ no sale sin cesar de las filas del pueblo? ¿ n o se vé todos los días al j o r nalero pasar á ser maestro , y al artesano, hacendado ? ¿ se pierde ya
acaso en la noche de los
tiempos el origen de los grandes varones de las tiendas; y puede jamás llegar á ser otra cosa la igualdad absoluta que tan ardientemente reclama Mr. de La-Mennais, que la libre concurrencia de todos á t o d o , en la
facultad dada á cada
de ser todo lo que puede ser?
uno
No pretendemos
decir por esto que esta facultad,
reconocida de
d e r e c h o , existe de hecho en toda su plenitud; no desconocemos los obstáculos de todas clases que detienen todavía el movimiento ascendente de las superioridades; pero al fin está abierta la lucha para t o d o s , y entre las dificultades del dia y la imposibilidad de otros tiempos, hay un abismo. En resumen , nos parece que Mr. de La-Mennais ha faltado á su objeto , traspasándolo;
el
pueblo no es solo la estrema miseria y la ignorancia estrema; el pueblo, es el
agricultor,
el
artesano, el soldado , el hombre acomodado , el industrioso, el a b o g a d o , el m é d i c o , el artista, es todo el mundo. Llámese el Gobierno
quía ó República,
Monar-
la soberanía del pueblo jamás
31
I.A-MENNAIS.
será Ja soberanía egercída por todos sobre todos, sino la soberanía delegada por una mayoría competente, á uno ó á m u c h o s , para ejercerla en el ínteres de todos. La supremacía social n o es asunto de números, no se cuenta ; se manifiesta, se esperímenta, está en el o r d e n , y la peor de t o das las tiranías seria la de una mayoría ininteligente , si fuese posible. Asi pues , cuando Mr. de La-Mennáis, arrastrado por un sentimiento
lau-
dable en el f o n d o , grita á los proletarios: « j L e vantaos, contad vuestros opresores, sois mil contra u n o , á vosotros os pertenece el Gobierno ! » el ilustre escritor cree ser demócrata , y á nosotros
demagogo.
nos parece que es simplemente Sin embargo,
Mr. de La-Mennais,
á pesar
de la exageración de sus deseos, de sus tristezas, y de sus cóleras , no deja de ser una de las i n teligencias mas grandes, y uno de los corazones mas nobles de estos tiempos.
Cuando la indife-
rencia domina en todas las almas , cuando las i n dividualidades se aislan y envuelven en un odioso manto de egoísmo , cuando prevalece la innoble máxima de
cada uno para si,
gusta ver á u n
hombre que padece , con los padecimientos de los demás , que se embebe en los dolores del pueblo,
32
PERSONAJES
CELEBRES.
que los agranda desmedidamente con el
pensa-
miento , cual si quisiera imponerse un pesar mas vivo ; que se esfuerza , aun engañándose , por remediarlos , y que conserva casi s o l o , en medio de la general apatía, el celo de la caridad
la ener-
gía de la v o l u n t a d , y los tesoros de la fé. En la penosa y lenta marcha de la humanidad
hacia
el porvenir, este Sacerdote se ha colocado en la vanguardia. I m p e t u o s o , incansable , fija la vista en el punto luminoso que anhela alcanzar , corre sin descanso,
combatiendo los sistemas que
le conducen hasta que caen rendidos; y entonces variando de sistema sin variar de r u t a , prosigue su rápida carrera. ¡ Al ginete que tiene prisa de l l e g a r , qué
le importan los
muertos detrás de
sí!
caballos que
deja
2nòke îre U s btarjvafttts contcniÌKis EN
TOMO
FERNANDO LORD
EI,
TERCERO
VII
BYRON.
LUIS FELIPE
I.
ZUMALACARREGUI. M R . LAFFITTE. D.
JOSÉ D E M A Z A R R E D O .
D.
VICENTE
BERNADOTTE D. MR. D.
RAFAEL
LOPEZ. (CARLOS
XIV.)
ESTEVE.
CANNING. J O A Q U I N D E LA
MR.DE
PEZUELA.
LA-MENNAIS.
ERRATAS
Biografías.
Pag.-
Lin.
IMPORTANTES.
Dio.
Léase.
D.
V . LÓPEZ.
12
13
sobre una mesa
sobre una nube.
D.
R. ESTE VE,
10
25
agricultura
arquitectura.